“La perfección se logra no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar”. —Antoine de Saint-Exupéry
Si bien Rubí Sarzana no estaba enamorada de Marco, si le gustaba, le gustaba mucho, había varios aspectos de el que le llamaban la atención, pero más bien era porque ella estaba acostumbrada a que la cortejaran jovencitos acomodados de esos que solo saben pedir a papa dinero y que no salen del Gym, pero aun asi no son capaces de cargar una caja porque ¿Qué tal que se lastiman la espalda? No, eso es para los “macuarros”; en cuanto a Marco, este era diferente, era un hombre educado con grandes conocimientos, con una capacidad y actitud que seguramente llegaría lejos, pero al mismo tiempo era un hombre rudo, de trabajo, que no le “sacaba la vuelta” a las situaciones y siempre tenía buena disposición, era lo que a ella le volvía loca. Era una mujer exigente.
Tenía 21 años, no era una niña inocente, estudiaba para abogada en una universidad privada, conocía los placeres de la vida en todos los sentidos, drogas, sexo, fiestas; no había pues nada que enseñarle, tampoco era una chica de excesos, sabía muy bien cuando, como, con quien. Era una mujer de casa, pero apasionada y s****l.
Lo que había hecho siempre había sido por puro gusto y placer, jamás habría podido decir que se la pasaron las copas y que no recordaba aquello o etcétera. De hecho, la lista no era muy larga. Era una mujer prudente.
Lo cierto es que era una niña bastante hermosa, había aparecido en portadas de revistas infantiles, participado como extra en programas de televisión. Tenía un perfil muy estereotipado cabello castaño dorado lacio y largo, sus tes era ligeramente blanca, ojos cafés claros, que no llegaban a ser mieles, pero eran lindos y una boca pequeña y rosada. Era una mujer de mucha belleza.
Marco la amaba, salieron durante dos años juntos, a ella no le importaba pagar la cuenta, ni en restaurante ni en el hotel ni en donde fuera, Marco era un hombre que la enloquecía, fue la primera persona que llego a conocer a profundidad la historia de Marco y el por qué estaba ahí y lo ayudaría, no solo con dinero, también con contactos y proveedores, que ella conocía personalmente para que pudiera montar su propia tienda cuando el papa los descubrió e hizo que el hermano lo corriera. Era una mujer de muchos contactos.
Posteriormente el Hermano mayor el dueño de las tiendas las vendería y cambiaria de giro ahora centrándose en la industria de los bienes raíces hueco que Marco aprovecharía para posicionarse y cubrir la ausencia de los Sarzana, cosa que Rubí medio para que le otorgaran los locales pues ella sabía que la ubicación había sido elegida para maximizar ventas. Era una mujer estratégica.
Pero Rubí no solo hizo eso por Marco, sino que además le presento a Rubén, Rubén era dueño de una imprenta en santo domingo, se dedicaba al negocio de la falsificación, pero también tenía grandes contactos en dependencias clave del gobierno como lo era el registro civil, este le consiguió a Marco algo más que la nacionalidad, sino que le fabrico una identidad nueva, acta y DNI incluida, y esto gracias a que Rubí había hecho muchos favores económicos a Rubén. Era una mujer de Poder.
Marco en lo adelante se pasaría a llamar Erasmo Guillen Soto, lo de Erasmo como sabrá usted, es en honor al señor que lo ayudo cuando andaba en las calles y le dio trabajo y techo y lo de Soto es porque Rubén se apellidaba Soto y al no ocurrírsele otro apellido utilizaron ese. A Rubí no le molestaba en lo absoluto, es más le gustaba ese nombre porque iba con la personalidad de Marco, un hombre de trabajo, fornido, con rasgos étnicos y ese a ella le parecía un nombre muy fuerte, pero a la vez con raíces de pueblo y a ella le gustaba porque a pesar de tener dinero, era una mujer humilde.
Todo lo que Rubí hizo por marco lo hizo de corazón, nunca espero compensación a cambio, ni tampoco tenía grandes planes con él, prácticamente Rubí volvió millonario al ahora Erasmo. Tenía con que, era una mujer pudiente.
Pero ella sabía perfectamente que aquello no caminaría en primera porque Erasmo no era judío, desde ahí la guerra estaba perdida, y la segunda que no pertenecía a la clase social, para ella que venía de familia de empresarios sería escandaloso casarse con alguien que no tiene nada, su familia jamás lo aceptaría y al contrario buscarían la forma de que el no prosperara, por otra parte, sabía que, si lo dejaba, lo dejarían en paz y marco podría con su capacidad y talento lograr mucho en la vida. Rubí, ante todo, conocía como se movían las cosas y sabía cuál era el futuro más probable. Era una mujer con visión.
Ciertamente, para entonces Erasmo ya habría comprado un departamento en la colonia Roma, más bien lo estaba pagando y tenía sueños de casarse con Rubí y vivir ahí con ella y tendrían hijos y nietos, todo esto a Rubí le hacía mucha gracia. A marco no le habría importado vivir bajo un techo de lámina, siempre que ella estuviera a su lado, los dias los momentos las miradas, las caricias, era como estar en un sueño y ella era la mujer de sus sueños.
Pero esta no es un Edición de “Amarte duele, el libro”, ni tampoco es un cliché de Hollywood, la vida es pura y dura, nada es para siempre y los sueños también terminan, asi que un día de buenas a primeras Rubí cita a Erasmo en un café y decide terminar con el de una manera dulce pero directa. Era una mujer de pocas palabras.
La forma, las palabas exactas, no es lo importante ella quiere que el haga una vida, busque nuevos sueños y prospere, en cuanto a ella sería una gran abogada mercantil y trabajaría para las empresas de su padre, se casaría a los veintisiete años con otro abogado de renombre, también dueño de varias empresas además judío, respetuoso de las tradiciones y tendrían un hijo, sería una vida muy feliz con mucha prosperidad y amor, algo con lo que la familia se quedaría complacida y se olvidarían de la existencia de Erasmo, tal como quería Rubí, y eso la hizo ser una mujer feliz.
Para Erasmo los dias siguientes no serían nada fáciles, trato de contactar con Rubí de muchas formas, pero no pudo, incluso fue a buscarla a donde sabía que podía encontrarla, jamás si quiera llego a verla, es como si se hubiera ido. Rubí, sabía que estas cosas pasarían asi que lo tenía bien planeado. Era una mujer inteligente.
Paso mucho tiempo visualizando las fotos y recordando, llorando amargamente al sentirse desolado en su departamento, recorrió más de veinte veces los lugares que solían frecuentar, platico con los amigos en común para que le llevaran el mensaje a Rubí. Ciertamente ella los escuchaba y algunos le pegaban fuerte. Pero sabía que pasaría y tenía la fuerza para soportarlo. Era una mujer decidida.
Si se lo están preguntando, Rubí, aunque no se enamoró perdidamente, no era una mujer fría e indiferente, se planteó muchas veces regresar con Erasmo, se descubrió asi misma varias veces fantaseando con la idea de pasar por el, subirse a una casa rodante e irse donde nadie los reconociera y donde fueran felices y el uno para el otro, pero por mucho que quisiera, no podía hacer aquello, mucha gente la conocía, incluso agentes del gobierno, nunca podrían ser felices y aquello traería más problemas que beneficios. Era una mujer de sociedad.
A quien queremos engañar en este libro, Rubí si amaba a Erasmo, pero el amor es muy complejo de entender o explicar y no todas las historias de amor están destinadas a tener un final feliz o un final trágico, la gran mayoría de estas terminan de manera neutra, en donde la conclusión no es clara y se abre la puerta a una segunda parte que se queda en limbo y jamás se escribe. No obstante, a veces el amor implica sacrificar nuestra propia felicidad para entregarle la libertad a la otra persona y fue justamente lo que Rubí hizo con Erasmo, liberarlo para que este pudiera alcanzar las estrellas. Era una mujer que sabia soltar.
Y siendo asi querido lector dejo a su interpretación si Rubí obró bien o mal, sí es que pudo haber hecho más por Erasmo o su decisión fue la correcta, el hecho es que para bien o para mal Erasmo y Rubí no estarían destinados a encontrarse nunca más. Rubí era una mujer excepcional, pero sabía bien que, a pesar de todo, de todas sus cualidades y de tolo lo que pudiera ofrecer no era una mujer indispensable en la vida de Erasmo, pues ella era solo una mujer. Era una mujer más.