CAPÍTULO CINCO Luanda yacía en el suelo, a los pies de Rómulo, viendo con horror cómo miles de soldados del Imperio inundaban el puente, gritando triunfalmente, mientras cruzaban el Anillo. Estaban invadiendo su patria, y no había nada que ella pudiera hacer excepto estar ahí, indefensa, y mirar y preguntarse si todo eso era su culpa, de alguna manera. No podía evitar sentir que, de alguna manera, era responsable de haber desactivado el Escudo. Luanda se volvió y miró hacia el horizonte, vio los barcos interminables del Imperio, y supo que pronto, millones de tropas del Imperio los inundarían. Su pueblo estaba acabado, el Anillo estaba acabado. Todo había acabado. Luanda cerró los ojos y negó con la cabeza, una y otra vez. Hubo un tiempo en que había estado muy enojada con Gwendolyn, co