CAPÍTULO ONCE Luanda caminaba y caminaba, agotada, débil por el hambre, congelada, sintiendo que su viaje no terminaría nunca. Ella no podía permitirse parar. Tenía que regresar a su patria, a Bronson. Todavía estaba aturdida al pensar en lo afortunada que había sido al escapar, lo cerca que había estado de morir. Había estado mirando por encima del hombro durante todo el camino, temiendo que tal vez, de alguna manera, Rómulo encontraría una manera de desactivar el Escudo, de seguirla, atraparla y traerla de regreso. Pero él nunca estuvo allí. Ya se había ido, el Escudo estaba verdaderamente activado y Luanda había estado a salvo marchando, todo este camino, a través de la tierra baldía del Anillo, decidida a llegar a casa. Se sentía aliviada, pero también tenía una sensación de temor. ¿