Capítulo 1:No me enamoré de tu cuerpo.

1488 Words
¡Dilo otra vez, por favor necesito que lo hagas! -Te…te amo más de lo que puedes imaginar. -respondió Aline gimiendo con sus uñas enterradas entre las sábanas. Le dolían los dedos de tanto agarrarse al colchón mientras un monumento de hombre rubio de ojos verdes la penetraba con fiereza, como si quisiera fundir sus cuerpos para estar eternamente juntos. -¡Te amo William! -gritó corriéndose para él. Por la presión de su m*****o, por la dureza con la que la estaba rompiendo, Aline supo que él estaba casi alcanzando el orgasmo. -¡Te amo, te amo…te amo! -gruñó William clavando sus dedos en la cintura de Aline tomándola con más fuerza acelerando el ritmo de sus embestidas. William estaba loco por eyacular dentro de ella, como todas las noches que pasaban juntos. Lo que más le excitaba saber es que solo estaban comenzando su noche de sexo desenfrenado. Las paredes ardientes de Aline se contrajeron estrujando su m*****o, hasta que él ya no pudo más. Al sentir las primeras contracciones del orgasmo de su mujer William se dejó ir con ella. La bañó con su liberación con una sonrisa perversa en su rostro. Era fascinante verla llegar al máximo placer era su mayor satisfacción. Eso ponía su ego en los cielos. -Te ves preciosa cuando te corres. -murmuró William en el oído de Aline, luego mordió su cuello antes de pasar la lengua en él. -Me veo hermosa cuando me entrego al hombre que amo. -afirmó Aline. William la cargó en sus brazos hasta el cuarto de baño. Sin dejar de mirarla acarició su rostro. Se veía exhausta, pero feliz con la cabeza apoyada en su hombro. -¿Vas a bañarme señor Kross?- preguntó Aline maliciosa esperando otro momento apasionado en la bañera llena de espuma que ya esperaba por ella. -Primero voy a mimarte, cuidarte, darte de comer en la boca como mi niña consentida y a hacer que te sientas la mujer más amada de este planeta. Luego volveré a follarte sin piedad. Tengo la mala intención de romper tu delicioso cuerpo en mil trocitos con todos los orgasmos que voy a darte. Después volveremos al primer punto, y así una y otra vez hasta que ya no puedas más.-declaró William entrando en la bañera con ella. Aline se acurrucó en los brazos de William mientras que él pasaba la esponja por sus piernas. William se dio cuenta de que Aline parecía pensativa, como si su mente estuviera en otra parte y no allí con él. -Te has quedado muy callada de repente, ¿No estarás pensando en dormir? -indagó William intrigado. Aline se giró para verlo y agarró su rostro. Ella deseaba hacerle una pregunta, una que siempre rondaba su cabeza y la llenaba de temor. -¿Me amarás para siempre? -preguntó con ansiedad y William frunció el ceño. -¿Me amarás cuando ya no sea joven y hermosa? -Pero, ¿qué clase de pregunta es esa, pequeña? -cuestionó William con incomprensión. -¡Contéstame, necesito saberlo! -insistió Aline. -La juventud, mi belleza. Esta piel que disfrutas acariciando, este cuerpo que te llena de placer, este rostro que tanto adoras. Todo esto es efímero William, tengo que saber si tu amor también lo será. William llevó la mano a su pecho y puso la mano de ella sobre el suyo. Entonces con una voz profunda y segura dijo. -No me enamoré de tu cuerpo pequeña. Me fascina hacerte el amor, te deseo de una manera que de seguro me enloquecerá algún día, pero no estoy enamorado solo de ese cuerpo. Amo todo lo que guardas ahí dentro, amo tu fuerza, tu seguridad. Amo esa mirada que envejecerá con los años, pero que seguirá siendo tan dulce como lo es ahora. Amo tu inquebrantable corazón y quiero unir el mío al tuyo. Antes de ti no era nada Aline, no tenía nada. Todo era vacío, soledad y sombras. Por eso te pedí en matrimonio a tan solo un mes de haberte conocido, porque no tengo dudas de que ese amor durará para el resto de nuestras vidas y permanecerá por toda la eternidad. Aline lo abrazó con los ojos empañados, era el hombre más maravilloso que ella había conocido en su vida y era suyo, sería para siempre suyo y nunca más volvería a sentirse sola. -Nunca me dejes, porque mi vida también estaba vacía antes de conocerte. -confesó ella abrazándolo con fuerza y William sonrió dejando un beso en su cabeza. -Guarda mis palabras en un rinconcito de tu corazón donde las dudas no podrán alcanzarlas, y regresa a este momento cada vez que necesites recordar todo lo que significa este amor que siento por ti. -pidió William escondiendo el rostro en la curva de su cuello, pero luego levantó la cabeza pensativo, la miró y agregó. -No, mejor que eso. Cada vez que te haga falta, yo te traeré de vuelta este instante, pues pienso dedicar mi vida a amarte. Después de una infinidad de besos y caricias, la pareja decidió centrar la conversación en una fecha muy especial que se acercaba. -Todavía no me has contado si tus padres asistirán a nuestra fiesta de compromiso. Me muero por conocerlos.-dijo William con entusiasmo y su prometida se puso tensa. Aline se alejó de Will, buscando algo de espacio para pensar en una nueva excusa para la ausencia de sus padres, y agarró una de las fresas que estaban junto a las copas de champagne. Entonces disimulando su incomodidad respondió. -No estoy segura de si mi madre podrá asistir, pero haré hasta lo imposible para que puedas conocer a mi papá. -aseguró y William asintió satisfecho. Para cambiar de asunto, evitando que el magnate comenzará con su repetitivo interrogatorio acerca de ella y su familia, Aline preguntó. -Ahora cuéntame, ¿tu hermano también estará presente? Tengo muchas ganas de conocerlo. Con tristeza William bajó la cabeza y negó. Infelizmente su relación con el resto de su familia no era de las mejores. -Lo dudo pequeña. Llevo meses sin hablar con mi hermano, y eso que vivimos en la misma ciudad. -respondió William y ella percibió que el tema le afectaba bastante. -Hablas mucho de vuestra infancia, pero no sé nada más sobre Josh. -pensó Aline en voz alta y William se encogió de hombros. -Nuestra relación se rompió después de la muerte de mi madre, ya lo sabes. Su padre se casó con mi tía a los pocos meses de enviudar, eso fue algo que yo no pude soportar. -contó William con los dientes apretados por la rabia que ese tema le causaba y Aline lo abrazó. -Perdí a mi padre siendo muy pequeño y el segundo esposo de mi madre fue el único padre que conocí, aunque nunca me trató precisamente bien. -suspiró haciendo una mueca. -Cuando se casó con la hermana pequeña de mi madre discutimos. Nuestra relación se rompió y mi hermano decidió apoyarlo. Entonces seguí mi camino y ellos el suyo. -¿No tienes ganas de volver a retomar la relación que tenías con tu hermano? -se interesó Aline. William hizo un gesto negativo con la cabeza. -Llevamos años sin tratarnos como hermanos. Las veces que coincidimos fueron sumamente extrañas e incomodas. Ahora somos como dos extraños. -respondió William cabizbajo. – Prefiero mantener la distancia antes que volver a sentir esa dolorosa sensación con el único hermano que tengo. El día de la fiesta solo quiero celebrar nuestro amor y finalmente presentarte en sociedad como mi futura mujer. Estoy loco por escuchar que te digan “señora Kross”. Aline apoyó la cabeza en el pecho de William curvando sus labios. Una sonrisa que no llegó a sus ojos, pues en ellos solo había miedo…miedo a la verdad que podría salir a la luz si ella no cerraba de una vez la ventana de su pasado. A la mañana siguiente Aline entró en su departamento de lujo en el centro de Nueva York. A pesar de que ya se veía los primeros rayos del Sol, el lugar estaba oscuro y lúgubre. Ella entró con el semblante serio, dejó su bolso encima de la mesita que estaba junto a la puerta y cruzó de brazos para ver a la mujer que estaba de pie en la terraza con un cigarro en la mano. -¿No duermes madre? -preguntó con un tono frío. Poco le importaba si Francesca Albuquerque podía o no cerrar los ojos por la noche. La mujer se dio la vuelta para verla. Francesca sonrió mirando a su hija de arriba abajo. Para ella era como ver su joya más preciada, su objeto de mayor valor…¡Su maldita mina de oro! -¿Cómo voy a descansar ahora que finalmente logramos nuestro sueño?-inquirió Francesca apagando el cigarro. -Mi hija está a nada de casarse con un magnate. Este será nuestro mayor golpe y a partir de ahora viviremos como reinas.
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