Horas después de la reunión que tuvo con su hermano, Will no podía hablar, solo manejar su auto hasta las afueras de la ciudad. Era difícil tener la vista puesta en la carretera, pues sus ojos estaban anegados por las lágrimas que no dejaban de salir. Todo lo que pasó aquella noche, la manera como trató a Aline y como la dejó sola con sus amigos. Esos recuerdos eran como un látigo azotando su consciencia. La odiaba, la despreciaba por haberlo engañado, pero no era un monstruo. No era un hombre cruel que dejaría una mujer indefensa y sola para ser violada de una manera tan atroz… ¿o tal vez sí? Will también recordaba todas las veces en las que escuchó a Lucio hablar de Aline, de como la habían pagado por acostarse con los tres al mismo tiempo y que lo había disfrutado tanto que le