La copa de vino se había calentado y los ojos de Aline estaban puestos en ella. Alrededor escuchaba la conversación del resto de los comensales de un famoso restaurante del centro de la ciudad, que era la novedad del momento y en dónde su esposo volvía tocar un tema, que para ella era demasiado delicado como para hablarlo en público.
Aline levantó la vista entrecerrando los ojos con cierta desconfianza. Tal vez por eso Josh la había invitado a comer en aquel restaurante. Era su manera de acorralarla y obligarla a escuchar una vez más su pedido.
-Quiero un hijo de mi sangre. -Esta vez no fue un pedido, sino una exigencia.
-Ya lo hemos discutido en otras ocasiones, Josh. No quiero más hijos. -respondió Aline con cansancio. - He visto lo peor de este mundo, y todavía tengo miedo por Agatha
