En el edificio abandonado, Elóa se retorció cuando uno de los compinches de Francesca pasó la mano por uno de sus senos. -Deliciosa. -habló el hombre con la voz ronca. -¡Puerco! -replicó Eloá asqueada. -Vuelve a tocarme y te mato. El hombre soltó una carcajada viendo que la muchacha lo miraba con fiereza. -Para ser una niñita de papi, pija y mimada eres demasiado valiente, zorrita. -declaró el hombre sorprendido por la manera como la joven no dejaba de darle guerra, ni atada a aquella silla y estando tan indefensa Elóa bajaba la cabeza y llorar menos. -¡Me crié en Brasil, gilipollas! -exclamó Elóa furiosa. -Vuelve a tocarme y perderás los huevos. El hombre pasó la lengua por rostro de Elóa mientras que Agatha gritaba exigiendo que se alejase de su hermana. Entonces él miró a la chica