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Todo está tranquilo, es una tranquilidad que no he vivido en mucho tiempo y es qué, desde que me convertí en reina, descubri que es un oficio al cual lo rodea una maldición. Siempre hay envidias y traiciones, sangre inocente derramada y guerras sin sentido. Pero ahora, apesar de la sombra de muerte que siempre persigue a la corona, puedo disfrutar de una serenidad que el palacio pocas veces me ofreció. No hay nadie quien me atienda, ya no hay condesas ni baronesas que me persigan a todos lados, ya no escucho el sonido de sus tacones detrás mío. Los guardias ya no me protegen a mí, protegen a un reino desvalido, un pueblo que se repone ante la pérdida de una reina que huyó de sus obligaciones. Pero por primera vez en mucho tiempo me siento libre, me siento fuerte, poderosa. Siento y creo