Victoria Barahona tiene 17 años, han pasado siete desde su mudanza indeseada a Miami y a pesar de sus ideas apocalípticas de que jamás volvería a tener amigos de nuevo, fue todo lo contrario, encabezando la lista estaba Priya Musayev, una inmigrante tailandesa de su misma edad, piel morena, ojos marrones y cabello oscuro azabache, una chica bastante enérgica y la primera en acercarse a Victoria cuando esta llegó por primera vez al colegio, Priya era considerada el bicho raro del salón y quizás eso las hizo congeniar muy bien.
El segundo en la lista era Tommas Conrad de 21 años, ojos azules y cabello rizado de color castaño claro, cuatro años más que Victoria y su amistad se forjó de la manera menos ortodoxa posible, Tom estaba en noveno grado en el mismo colegio de Victoria y se conocieron tres semanas después del inicio de clases, Victoria estaba sentada en la banca más alejada de todos mientras jugaba con su móvil cuando Tom llegó a quitarla del lugar porque era donde él y su grupito de amigos se sentaban, Victoria no se movió y tampoco se dejó intimidar, por una semana entera estuvo sentandose en el mismo lugar hasta que unos bravucones llegaron a molestarla, era la primera vez que los veía y sin embargo esos parecían conocerla bien ya que comenzaron con comentarios racistas por ser ella de origen latino y ahí fue cuando Tom intervino acompañado de los gemelos Matt y Leo Ortega, que tomaban el tercer y cuarto puesto entre sus mejores amigos, ambos como dos gotas de agua físicamente pero con personalidades muy diferentes, la conversación fluyó después de eso y en cada receso los cuatro hablaban de cualquier tontería, con el tiempo se les unió Priya y pasaron a ser los eslabones de una cadena muy sólida.
El tiempo cambia a cualquier persona y Victoria no era una excepción a la regla, paso de ser una chica con sobrepeso a estar delgada, la forma de su cuerpo era como la de un reloj de arena y por herencia de su madre tenía bonitos atributos femeninos, su cabello que siempre estuvo corto en un moño desordenado pasó a estar siempre suelto y largo, lucía con mucha elegancia los ondas que le llegaban hasta la cadera, era molesto por momento ya que el calor y la humedad subían en verano, pero todo se arreglaba con una goma para cabello. Maquillaje y una forma de vestir mas femenina además de única fue lo que culminó con su metamorfosis de adolescencia. Matt y Leo se habían mudado a Seattle para poder estudiar en la universidad, sin embargo siempre que tenían vacaciones viajaban a Miami para visitar a su amada abuela y además pasar tiempo con Victoria, Tom también estaba estudiando en la universidad, cosa que no le impedía salir con las chicas al cine o a comer, cualquier cosa divertida que pudieran hacer juntos.
- ¡Victoria... no me dejes!- grito Priya tomando sus cosas rápidamente cuando la clase termino.
- Sabes que aun tengo trabajo.- respondió Victoria viéndola.
- Ya lo se, pero quería confirmar si de verdad vamos a ir al centro comercial el domingo.- ambas comenzaron a caminar rumbo a la salida.
- Si~ necesito unos cuantos lienzos más.- Victoria sonrió.
- No entiendo como puedes vestir tan bien si te preocupas más por lienzos que por ropa.- la morena dio un suspiro y se cruzó de brazos.
- Esa es la vida de una artista mi querida Priya.- extendió sus brazos caminado de espaldas.
Al darse la vuelta se sorprendió pues había chocado con JJ Lerman, era un chico de su misma edad y que estaba en otra aula, su padre, Jake Lerman era socio de Ivan, su padrastro, por cuestiones de la vida ambos eran pareja desde hace un año y eso unía mucho más a las dos familias en cierto grado.
- ¿Se puede saber porque caminas así?- pregunto JJ viéndola.
- Estaba jugando con Priya...- se encogió de hombros y le vio a los ojos.
Un color azul muy bonito, eran menos intensos que los de Tom pero igual de impresionantes para Victoria, el chico le dio un beso en la mejilla y un fuerte abrazo.
- Eres la chica mas hermosa de todo el instituto.- dijo JJ mientras la movía de un lado a otro en forma de juego.
- Gracias y tu eres un novio adorable... pero si no me sueltas llegare tarde al trabajo.- lo empujo con suavidad por el abdomen.
- Okey bebé... ¡antes que lo olvide, mañana no podre ir a almorzar contigo, tengo que cuidar a mi prima!- comentó cabizbajo.
- Descuida, te entiendo.- Victoria le dio un casto beso en los labios y se fue.
Durante las vacaciones consiguió un trabajo como asistente de veterinaria en una clínica no muy lejos del instituto, el lugar era administrado por Margaret Ortega, la abuela de los gemelos y que con tanto tiempo de convivencia se convirtió en su abuela también, no había terminado su tiempo laboral aun cuando las clases ya habían comenzado en el instituto.
- ¡Que bueno que llegas, Margaret necesita una asistente para una operación!- dijo Annie, la recepcionista.
- ¿Dónde están los demás?- preguntó Victoria tomando una bata.
- Están en su hora de almuerzo, es un paciente de emergencia...- Margaret salió con una radiografía y la puso en la pantalla de luz- Pastor alemán de seis meses, se trago un calcetín y eso le puede obstruir alguna parte del intestino.- señaló la bola oscura que se veía en el estómago del can.
- Déjame ponerme la camisa y me alistare rápido.- Victoria corrió a la parte de atrás.
Se quitó la blusa que llevaba y se puso una camisa de enfermera, guardo sus cosas en el casillero y salió lista para ver como le abrían el abdomen a un perro, no era cosa fácil ser veterinaria y la primera vez que vio una operación pasó dos días sin comer bien, ahora ya era una costumbre y era la mejor asistente según Margaret. El procedimiento fue exitoso y rápido, lo mejor de ese trabajo era ver la cara de felicidad en los dueños al saber que sus amigos peludos se iban a mejorar.
- Me tome la molestia de comprarte el almuerzo.- dijo Annie con una sonrisa amable.
- Gracias ¿cuánto te debo?- preguntó sacando su billetera.
Victoria no usaba los típicos monederos de mujer, para ella era más práctico llevar una billetera en la bolsa trasera de su pantalón, siempre cargaba veinte dólares, su identificación y dos tarjetas de crédito, una se la dio Iván cuando cumplió quince para cualquier cosa que se le antojara y la segunda la había sacado ella con ayuda de su madre para ir depositando el sueldo que le daban en la veterinaria.
- Yo invito...- Margaret la abrazó con fuerza- Has estado espectacular este día y te lo mereces.- sonrió de forma maternal.
- Gracias Mar... comeré rápido y estaré al frente dentro de poco.- sonrió con emoción y agradecimiento.
Margaret era una mujer que no pasaba los 55 años, aun estaba joven y tenía mucha vitalidad además traspasaba esa pasión por ayudar a los animales y Victoria admiraba mucho eso, la mujer siempre había soñado con una hija pero tuvo un varón, espero una nieta cuando este embarazo a su novia y terminó criando a dos gemelos revoltosos por tanto Victoria era su consentida.
- Tomate tu tiempo preciosa, además odias al siguiente paciente que vendrá.- tomó un expediente.
- ¿Quien es?- pregunto la chica comiendo una papa frita.
- Es el señor Dogo y trae a su amada pitón para su revisión mensual.- respondió Annie.
- ¡Okey no quiero saber mas de esa cosa!- tomó la comida y se fue.
Victoria odiaba a las serpientes, cualquier tipo por muy bonita que se viera o por muy inofensiva que pareciera, el señor Dogo tenía una pitón amarilla de tres metros, la primera y última vez que toco una serpiente esta se enredó en su pierna y comenzó a apretarla con fuerza, el señor Dogo estaba espantado por la situación y Victoria ya no se diga, de buena suerte lograron separarlas y desde entonces no ha vuelto a cruzarse con esa pitón.
Era de costumbre para Victoria vestir ropa cómoda mientras iba al trabajo, unos jeans acompañados de una camiseta básica y un par de tenis era lo suficiente para sus labores en la veterinaria sin embargo su tiempo ahí se había acabado y ese era el último día que iba, no era porque ella así lo quisiera sino por el hecho de que Margaret quería que solo se concentrará en los estudios, además porque ya estaba en su último año y pronto tendría que ir a la universidad.
- Muy bien, reúnanse todos...- dijo Margaret- Hoy es el último día de Victoria trabajando con nosotros y ha llegado el momento de despedirse de ella.- todos hicieron una queja de tristeza.
- ¡Tienes que venir a visitarnos!- dijo Ernesto, el segundo veterinario dándole un fuerte abrazo.
- Claro que vendré de vez en cuando.- lo correspondió el abrazo.
- Me vas a hacer mucha falta.- Annie se contenía para no llorar.
- También tu a mi, todos mejor dicho.- sonrió un tanto triste.
- Estoy segura que te veré en noviembre por aquí.- dijo Margaret.
- ¿Por qué tan segura?- preguntó Gabriela otra enfermera.
- Porque es cuando mis nietos vienen de vacaciones y se reúne de nuevo la pandilla donde este mujeron es la reina.- comentó en broma dándole unas palmaditas en la espalda a Victoria.
Habían seis empleados a parte de Margaret y ella, Victoria se llevaba muy bien con todos y ellos la querían mucho pues siempre estaba disponible para escucharlos o ayudarlos en el trabajo. Victoria era una chica extremadamente seria y daba la impresión de ser muy poco accesible, pero una vez que la conocías era todo lo contrario; alegre, divertida y mimosa con algunas personas de su circulo mas intimo, todos habían reunido para comprarle una bandeja de sus postres favoritos, la despedida fue dura pero más duro fue lo que vio al salir de la clínica.
Usualmente a esa hora tomaba un autobús para irse a casa por tanto debía caminar unos metros hasta la parada, mientras iba caminando vio a la distancia alguien muy conocido, JJ venía caminando en su misma dirección abrazando a una chica de primer año, Victoria se logró ocultar con unas personas que estaban viendo a un músico que tocaba en la acera.
- De verdad bebé, yo no tengo novia.- dijo JJ justo pasando detrás de Victoria.
Un golpe brutal al corazón, dejó unas monedas al músico y se dio la vuelta comenzando a correr a la parada, no podía creer que JJ dijera ese tipo de cosas cuando le juraba amor eterno en textos y en llamadas eternas cada noche, pero se dio cuenta que todo era una mentira asquerosa. No espero el autobús, simplemente pagar un taxi le fue mejor opcion mientras se contenía las lágrimas en todo el recorrido, escondió los postres en su mochila antes de entrar a casa y dio un par de suspiros relajándose. Iván era un hombre exitoso que las tenia viviendo como unas reinas en una bonita mansión frente a uno de los tantos canales de Miami en una zona privada, pero todo ese lujo solo servía para marcar una g****a entre ella y sus padres ya que ellos se preocupaban mas sentimentalmente por Jonathan.
- Buenas tardes.- saludó entrando a la casa.
- Hola...- Megan estaba en la cocina con su hijo.
- ¿Que haces?- Victoria la vio cocinando algo.
- Iván tiene ganas de comer paella con mariscos.- respondió sonriendo.
- Pero hemos pedido pizza para mi.- comentó Jonathan sin mala intención, el niño era ajeno a toda la disputa que había entre ambas mujeres.
- Que bueno...- suspiro y saco un flan del frio- Me voy a mi habitación, tengo tarea que hacer.- sacó una cuchara y sonrió de lado.
- Pedí pizza para ti también.- comentó Megan antes de que se fuera.
- Mándame un mensaje y bajaré por ella.- Victoria se fue corriendo.
Al llegar a su habitación dejó el flan sobre el tocador y la mochila en la silla para lanzarse de panza sobre la cama, seguía sin poder procesar lo que había escuchado y no sabía muy bien qué hacer con respecto a eso, mientras veía por la ventana escucho su móvil sonar, seguramente era JJ sin embargo lo dejó sonar hasta que la llamada finalizó, no tenía ganas de hablar con él en esos momentos. Media hora después escuchó el timbre de un mensaje y se levantó, era su madre diciéndole que bajara por su pizza, lo respondió y se fue a dar una ducha larga para dejar de sentirse tan acalorada, obviamente no lavó su cabello pues tardaría mucho en secarse y después de ponerse el pijama bajo por su cena.
- Se te enfrió la comida.- comentó Iván al verla llegar a la cocina.
- Estaba ocupada y además me di un baño.- Victoria mordió uno de los panes con ajo.
- Dile...- escucho susurrar al hombre y entonces alzó la vista.
- ¿Que cosa?- pregunto viendo a su madre.
- ¿Recuerdas a Ammy?- Victoria asintió- Iban tramito su visa y dentro de una semana vendrá de Mexico a vivir con nosotros.- dijo emocionada.
- Que buena noticia.- respondio sin dejar de comer y sin cambiar su expresión seria.
Había perdido el contacto con Ammy hace muchos años por tanto no le emocionaba como a su madre, subió después de escuchar a su madre reclamarle por su semblante de muerto, de nada servía contarles de sus problemas si sabia que iban a defender a JJ y la harían ver como si ella fuera la equivocada. Veinte llamadas perdidas de su novio, muchos mensajes y caritas llorando, lo dejo en visto y prefirió responder el mensaje de Tom.
-------------------------------------------------------------
- ¿Como estas? -
- Bien y tu...
¿Como va la universidad Tomtom? -
- Bien, estoy lleno de proyectos y otras cosas.
¿Como vas tu muñeca? -
- Pobre de ti :(
Espero que los- Gracias...
No evites mi pregunta :/ -
- Lo siento...
Tengo tarea que hacer.
Hablamos después ^_~
Te quiero Tom - Sea lo que sea sabes que cuentas conmigo...
Yo siempre te voy a escuchar
- Estoy bien...
Solo tengo muchas tareas :) -
-------------------------------------------------------------
Victoria se desconecto del chat y prefirió no responderle más, no estaba de ánimos para hablar con nadie, mientras comía su mente no dejaba de pensar en todo lo que pudo haber hecho mal en esa relación, pero por mas que pensó no encontró una respuesta concreta ya que ni siquiera peleaban por tonterías o por cosas serias, no habían celos ni nada parecido. Dio un suspiro cansada de darle tantas vueltas en su cabeza y al final tomó una decisión con respecto a lo que haría, no planeaba pelear con nadie por un chico, ella jamás fue de esas y nunca lo iba a serlo, simplemente iba a mostrar su otra cara y de nuevo haría temblar el instituto con su presencia.
A pesar de tener auto no lo usaba mucho pues le gustaba caminar aunque eso no iba a pasar el día siguiente, fue a su armario, una habitación exclusiva para toda su ropa y después de estar viendo algunas prendas se decidió por unas que le encantaban a Priya y que eran las mismas que vestía cuando JJ le pidió ser novios.