—¿Cómo no vas a estar a salvo aquí, en tu propia casa, cuando yo sé que no sólo los Monjes, sino también el Abad Mawdelyn estará cuidando de ti? Vincent la besó la mejilla. —Y tú también, mi querida Primita —dijo—; pero, recuerda.... ¡no le digas una palabra a nadie! —No, por supuesto que no —prometió Charisa—; pero me gustaría decírselo a Papá en algún momento. Yo sé que él te ayudaría a desenmascarar a Gervais. —No debes arriesgar su vida, ni la de nadie más —dijo Vincent—, ni por un momento. La besó de nuevo la mejilla y empezó a moverse a través de la habitación. Charisa lanzó un leve grito. —¡Te has olvidado del Desayuno! Yo te conseguiré algo para desayunar. Pero, ¿cómo puedo avisarte de que está listo? Vincent se quedó pensativo un momento. —¿A qué hora van a despertarte? —p