—Mia, ¿no te cansas de tener un chupetín en la boca casi todo el tiempo?. —Le hizo pucheros a su amiga, ante su impertinente, pregunta, apenas llevaba uno en todo el día
—Patricia, esto es un ligero combustible para mi cerebro cansado, necesito azúcar.—Saco el palito y lo tiró al zafacon, antes de que se sentarán en uno de los asientos de la biblioteca.— Las preocupaciones me tienen agotada, inconcebible que en todas esas empresas dónde solicitamos no paguen a los pasantes, no puedo darme ese lujo.
—A todos nos agotan. Además son solo 3 meses y luego seremos dos hermosas jovenes graduadas.
—A mi más, además sueles describir las cosas con mucho positivismo, eso no me vale, debo ser realista. Necesito un trabajo temporal, para poder costear algunos de mis gastos, incluyendo la tesis de grado, con la beca que mi madre consiguió para mí último semestre, no basta, todo es caro, aparte me duele verla llegar cansada todos los días, ahora mismo tiene 2 trabajos para poder sacarnos adelante.
—¿Y tu tía Mery?
—Despues del accidente que tuvo cuando yo era bebé, no ha podido trabajar, ahora mismo vive en cansas con su esposo, tienen una economía estable pero no pienso pedirle nada. Suficiente con salvarme la vida aquella vez.—Respiro profundo, ese ambiente tranquilo la ayudaba a pensar. Abrió la boca. Cuando su lámpara mental se iluminó.
—¿¡Tienes una idea!?.—Su amiga chasqueo los dedos al preguntarlo de manera animada.
—Si, solicitaré mi pasantía en la empresa donde trabaja mí madre.
—Eso puede ser incomodo, como tú mamá trabaja allá.
—No creo, nos llevamos muy bien, demás es una empresa líder en el mercado y creo que pagan a sus pasantes, a demás el señor Toro Recio, es muy buen jefe.
—¿Toro?.—Noto la mala cara que hizo su amiga al decir eso, también entendió su torpeza al llamar al jefe de su madre como un animal cornudo.
—Es Taurus, para mi es lo mismo. Pienso en ese animal cuando lo pronunció bien o mal.— Básico en ella, las superficialidades como los nombres no tenían mucha importancia.—Lo importante es que es un maravilloso jefe, mi madre siempre me dice lo simpático que es y trata a todos sus empleados con afecto y de la manera más humana. —Suspiro al terminar de describir las bondades de ese buen hombre.
—Hasta me dieron ganas de dimitir a la empresa a la cual solicité mi pasantía, para irme contigo.
—Te entiendo Patricia, no puedes o tú tío se sentiría defraudado.—Esta sacudió la cabeza con gesto afirmativo, eran amigas, pero sus niveles de vida, se contradecían.
Patricia pertenecía a una de las familias más ricas del país, en cambio ella solo tenía a su madre y la modesta casa en un barrio de clase media que había heredado de su abuelo Norman, la cual su madre hacía malabares para pagar su hipoteca cada mes, otra de las razones para no darle más cargas, tenía casi 22 años, con vender pasteles de forma esporádica no bastaba.
—Creo que debo irme, tengo que prepararle la cena a mi madre.—Se levantó con su mochila en mano, después de darle un abrazo a su amiga Patricia, se alejo del lugar.
La parada del autobus no estaba tan lejos del campus universitario, solo debía recorrer unos 400 metros después de su salida. Ya estaba acostumbrada al trote, incluso, sus piernas tonificadas agradecía ese leve ejercicio extra.
Cuando entro al autobús, agradeció no tener que irse en esa ocasión parada. Claro la dicha no duro mucho cuando entro una mujer embarazada y tuvo que ceder su asiento. Todo era cuestión de resistencia, en unos meses estaría graduada, con un trabajo estable y una madre más descansada. Incluso le gustaría verla divertirse y salir con sus amigas como antes de que su padre las abandonará por otra mujer. Se sujeto con fuerza al sentir una ligera sacudida del autobús, no se movió, no había espacio para hacerlo, todos estaban bastante pegados, intercambiando, de manera desagradables sudores y malos olores.
Fue un grato alivio llegar a su parada. Cuando toco la calle asustada, subió a la acera y empezó a estirarse. Su casa no estaba lejos de esa parada, comenzó andar, le gustaba hacer recorridos por su vecindario, más para ver si por casualidad veía a Marcus, había estado enamorado de el desde la que tenía uso de razón, pero era un imposible, era novio de su amiga Dayana, está se lo confesó recientemente, se lo agradeció, era la única que conocía sus sentimientos.
Después de pasar por la casa de este y sentir desilución al no verlo, camino más de prisa, hasta divisar su humilde hogar. No sé quejaba, tenían buen espacio, además tenía una de las fachadas más hermosas, de estilo clásico y sin ser presumida, el mejor jardin. Ella se encargaba de su mantenimiento de manera personal.
Atravesó el pequeño jardín, a la vez buscaba las llaves de la entrada de la casa, cuando las consiguió, abrió, nada como el acogedor aroma de su hogar.
Fue directo a su habitación y se ducho. Después de ponerse unos pantalones deportivos y camiseta a juego, se hizo dos trenzas.
Miraba el reloj a la expectativa de que su madre llegara, ya las chuletas ahumadas estaban casi listas y los Vegetales al horno, lo acompañaría con un vino, debía ser persuasiva.
Aplaudió, sintió el movimiento en la puerta, voló a recibirla.
—Mamá.—Esta se notaba cansada, como de costumbre. La ayudo a sentarse en el sofá, luego le quitó los zapatos y le acomodo los pies.
—Mi pequeña Mía, adoro cuando me conscientes, al igual que mi nariz, huelo algo muy rico.—Puso cara de agrado, su madre puso cara golosa.
—Es la cena. Esperame aquí juiciosa, yo traeré y llevaré todo.—Tomo su cartera y zapatos y los llevo a su recámara, de paso regreso con unas pantuflas.
De regreso a la cocina, preparó una enorme bandeja, con bastante porción de comida, si algo disfrutaban era ver televisión mientras cenaban. Fue al pequeño salon y puso todo sobre la mesa, luego fue seguido por el vino y 2 copas.
—¿Desde cuándo, mí niña creció y puede tomar alcohol?.—Susurro con nostalgia, al verla destapar la botella.
—Cumpliré 22, dentro de un mes, soy toda una adulta madre.
—Lo se, pero cuando te veo con esas largas trenzas, siento como si aún tuvieras 5 años.
—Me gustan, además son un alivio para mí cráneo sensible.—Su madre bajo el rostro, ella intento esquivar esa reacción y le pasó la copa de vino.—No te pongas sensible, de hacerlo, me aprovecharé para comerme todas las chuletas.
No deseaba que pensara en el accidente que ella tuvo de niña y la cicatriz en su cabeza.
—No Mía, tu madre no te perdonaría eso, mejor no hablemos de cosas tristes, enciende el televisor y pon la telenovela.—Fue una orden cumplida al instante.
Disfrutaron otro capítulo de unas de sus historias cursi, devoraron todo, sin apenas darse cuenta. Aprovecho los comerciales para fregar. Ya tenía a su madre de buen humor, más del acostumbrado podría decir.
Fue con su carita de angel y puso la cabeza sobre sus piernas. La comenzó acariciar. Le gustaban los mimos.
—Madre necesito pedirte algo.
—Uhh, sabía que esa cena a tiempo y tantas atenciones tenían un trasfondo interesado.—Tampoco era para tanto, solía siempre hacer de cenar, algo tarde, pero eso no le restaba que cumplía con su deber.
—No te quejes, además no pediré dinero, todo lo contrario, deseo independizarse más por esa parte, no me basta con vender pasteles a domicilio.
—Ve al grano chiquita, sin rodeo, tu madre está noche no está por hablar mucho, además está por comenzar mi telenovela favorita.
—Todas son tus favoritas.
—Ya, cuéntame. Veré si puedo ayudarte lo antes posible.
—Quiero hacer mí pasantía en la empresa que trabajas.—Lo soltó de un fuetazo. Se levantó para verla a la cara. Se notaba tranquila. Incluso más de lo normal, tan siquiera se molestó en contestar.—Investigue que en esa empresa las pagan, así puedo pagar los gastos de mi tesis de grado, será un alivio para ti mamá.
—No me importa pagarlo, ahora sí quieres hacer tu pasantía allá, veré si te ayudo, estoy segura que te agradará mi jefe.—Noto una sonrisa maliciosa pero no le dió importancia, se concentro en abrazarla.
Solo le quedaba esperar la jugada de su madre, con algo de suerte pronto estaría haciendo su pasantía paga en "Taurus corporation".