Capítulo 4| Cómo dice Callum.

1290 Words
Terminado las pruebas para entrar al equipo me siento sobre el césped para estirar un poco. La entrenadora se acerca hasta mi con una ficha entre sus manos, me sonríe alcanzadome el papel y ayudandome a ponerme de pie. —Veo potencial en ti, Langford. Te tendré en cuenta, mañana después del almuerzo ven aquí, te seguiré haciendo pruebas. —¿Es enserio? —Duerme bien y come sin llenarte de más, bebe dos litros de agua antes del medio día. Sonrío contenta por sus palabras, posiblemente es una buena señal de que puedo llegar a entrar en el equipo. Cassie llega trotando hasta mi preguntando como me fue. —Son buenas noticias —resumo. —Genial ¡Felicidades! Esto hay que celebrarlo. No quería volver a casa suponiendo que mis padres no estarán, esta mañana dijeron que estarian ocupados por el resto del dia. Papá trabajando y mamá haciendo no sé qué. Logro convencer a Cassie de ir al centro comercial a pasar el rato libre que me queda antes de tener que volver a casa. —¿Planeas comprar algo? —curiosea las prendas de una boutique de mi marca preferida. No tardamos más de veinte minutos en llegar, creo que es algo positivo que tiene Mansfield, al ser tan chico todo queda cerca. —No lo sé, no vine con esa intención pero si el consumismo me lo pide... —camino derecho a unos hermosos tacones dorados con destellos —¿Quién soy yo para negarme? Recorremos varios locales hasta sentirnos lo suficientemente cansadas para ir al patio de comidas y pedir algo que nos sacie el hambre. Cassie pidió pollo frito y papas, yo una ensalada y refresco. —¿Eres de esas chicas, verdad? —me observa comer mis verduras. —¿Qué chicas? —Sólo como ensaladas, bebo agua y todo lo que contenga menos de seiscientas calorías —agudiza su voz. —No del todo, ser animadora requiere de cierto peso para poder elevarme sin problemas al hacer acrobacias —explico—, en un principio si fui muy obsesiva con la comida, mi cuerpo está muy delgado porque me he pasado de los límites. Ella hace una mueca de pena, como si estuviera sintiendo lástima de mi en alguna manera. —¿Y ahora cómo estás con eso? —Exceder límites nunca es bueno, fue un largo proceso interno acompañada por psicólogos y psiquiatras, grupos de ayuda, mamá y papá más presentes, también Calum fue parte de la sanación —bufo restando importancia al resto—, una larga pelea pero aún me mantengo bien. La castaña mira mi plato de comida como si no estuviera creyendo en mis palabras, como si comer una ensalada aquí y ahora significará que me mato de hambre solo por no engordar. Me molesta muchísimo esta situación, me incómoda la mirada prejuiciosa de la gente y sus estúpidas opiniones que solo buscan hacer daño o desacreditar la historia y el esfuerzo del otro. —Tranquila, no es como que ahora iré al baño a provocarme el vomito. —¡Okay, okay, entendí! —se disculpa—, no quise ponerte incómoda o hacerte sentir que estoy juzgándote. Lo siento. —Esta bien, estas conversaciones nunca son fáciles —retomo mi almuerzo—, pero no vuelvas a hacerlo. Descontracturamos un poco el ambiente hablando un poco más sobre la escuela y su sociedad de alumna, ya estamos de camino a la parada del autobús con nuestros brazos entrelazados, hablando y riendo como si fuéramos amigas de toda la vida. —¿Y qué hay entre Maddox y tu? —me mira con sus ojos entrecerrados. —Nada, solo conversaciones incómodas. No nos conocemos —confieso un poco avergonzada. —¿Te meterías con un chico que tiene novia? —¿La verdad? No. —Siento que tengo mucho que conocer sobre ti, Langford. El autobús frena abriendo sus puertas para darle ingreso a los pasajeros, ya es hora de volver. Me despido de la castaña recordándole que mañana nos veremos en la puerta de la escuela a primera hora. El viaje a casa lo pasé escuchando música, quiero llegar y dormir el resto del día pero tengo tarea. Estoy concentrada observando por la ventana del transporte cuando me llevo la enorme sorpresa de ver a Jamie sentado unos asientos más adelante mi. Él me observa atentamente y no duda en pararse para usar el asiento libre junto a mi. —¿Me estás siguiendo? —frunzo mi ceño. —Vengo del centro, ombligo del mundo —bromea con sarcasmo. —Sé me hace un poco raro cruzarte todo el tiempo ¿Debería preocuparme? El castaño se ríe y me explica que nos encontramos por casualidad, esta volviendo a casa después de llevar su auto al mecánico. —¿Tienes licencia? —Claro, la conseguí hace unas semanas. Aunque no lo creas, este guapo tiene dieciocho años —presume. —Mierda, a ti si que te pasó la vida por encima. —Ja, ja... muy graciosa —entorna sus ojos —. Oye, apropósito mañana iremos con mis amigos a comer pizza ¿Quieres ir? Lo miro con mis cejas elevadas tratando de entender si es una broma o que. Jamie espera paciente mi respuesta que tarda en llegar. —¿Hablas enserio? —Eres nueva y no tienes amigos, no tiene nada de malo conocer gente nueva —se encoje de hombros al mismo tiempo que se pone de pie para bajar del bus —. En fin, si estás interesada te esperaré en el estacionamiento de la escuela a las tres. (...) Son entradas las doce de la noche, desde el pequeño escritorio de mi habitación tengo una ventana que da al patio trasero, puedo ver un cielo sumamente oscuro y estrellado. Ya terminé mi tarea y estoy esperando la llamada de Calum que por suerte no tarda en llegar. —Hola perra traidora y abandonadora de mejores amigos. —Hola zorra dramática —me burlo. —Cuéntame ¿Cómo van las cosas? Lo pongo al día con lo del entrenamiento, mi mejor amigo festeja con mucha alegría la posibilidad de que entre en las animadoras. Le comento sobre Cassie también, al principio se pone celoso pero luego parece razonar y comprender que necesito amigos nuevos en este pueblo o enloqueceré. —Entiendo que es un lugar pequeño ¿Pero solo conociste a una chica nueva? Que depresión, PawPaw. —Si... bueno, en realidad también hay alguien más. Detalle por detalle le cuento sobre Jamie Maddox, desde aquella mañana en la cafetería hasta hoy por la tarde que me invitó a salir mañana. Claramente Callum no puede contenerse y grita como mujerzuela en apuros. —¿Y está bueno? ¡Dime que si! —Tiene novia, maldito pervertido. —Eso no fue lo que pregunté, estúpida. Cuéntame detalles sucios ¿Ya se besaron en el baño de la escuela? ¿Le falta algún diente? ¿Cuánto crees que le mide? —¡Cierra la boca! —lo callo avergonzada —eres tonto, no tienes remedio. —Ay, disculpe Virgen Maria. Ahora te haces la santa y los dos sabemos que eres bien rufiana, Pawder Langford. Me río ante la estupideces que dice mi mejor amigo, la verdad me encantaría poder tenerlo aquí en Mansfield conmigo. El resto de la noche nos la pasamos hablando de todo un poco, él me comenta que mi ex novio no pierde el tiempo y ya confirmó su cita para el brunch de primavera. Un poco me rompe el corazón oír la noticia, pero ¿Qué puedo hacer? la vida debe continuar. Como dice Callum: si le vas a llorar por lo menos que sea porque la tiene de oro.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD