Capítulo 1

1705 Words
No puedo creer que esto esté pasándome otra vez, si mi mamá se entera que ya es la tercera vez que me pasa en lo que va de semana me golpearía, probablemente muy fuerte si tomamos en cuenta que es miércoles, lo que significa que tres días de tres que van desde que reiniciaron las clases me he quedado dormida, por fortuna, ya estoy acostumbrada y soy experta en el arte de estar lista en cinco minutos.   Salgo corriendo de casa haciendo malabares para que los papeles no se caigan de mis manos, mi bolso de mano se encuentra abierto y debo tener cuidado que nada caiga al suelo mientras me apresuro a agarrar el metro, una suerte que este no se encuentre muy lejos de casa. Maldigo en voz baja cuando casi se me resbalan las tres carpetas llenas de papeles que cargo encima y el que un mechón de mi cabello caiga a mis ojos y entorpezca aun más mi visión a la vez que mis lentes de pasta gruesa negros resbalan un poco por mi nariz, como si ya no fuese suficientemente torpe, ahora veo solo un cincuenta por ciento de mi camino. Cuando debo frenarme por un momento para arreglar un poco las carpetas y dejen de resbalarse de mis manos, noto como mi camisa de botones esta mal abrochada, por lo que se me ve mucho más escote del que me gustaría, mierda, al parecer lo único que hice bien esta mañana fue ponerme unos tenis y un jean, o bueno, ni tan bien, porque luego de unos minutos algo aterrizó en mis pantalones manchándolos y ya no tenía tiempo para cambiarlos, mi torpeza es muchísimo más grande que yo. - ¡Por favor no deje que las puertas se cierren! - le grito a la persona más cercana a la puerta del vagón cuando al fin llego al anden y desgraciadamente parece que el tren llegó hace minutos, puede que esté mal, pero no puedo permitirme esperar otro metro, y si mi memoria no me falla, como claramente ya hizo antes, deje la billetera en la mesa, lo que quiere decir que coger un taxi no es una opción, demonios, apenas está iniciando el día y ya estoy agotada. Apresuro un poco el paso cuando escucho la pequeña alarma que anuncia el cierre de puertas y literalmente me lancé hacia el alto hombre que fue muy amable en sostener la puerta cuando esta se cerraba, cosa que no debo repetir por varios motivos, en donde claramente destaca que puedo herir de gravedad a la otra persona, o esta puede hacer algo y herirme a mi, pero la más importante de todas y lo que más me duele es que todo lo que tenia encima cayó al suelo. Los papeles se riegan por todo el vagón, que afortunadamente aún va medio vacío, y estoy segura como la mierda que todos me están viendo, es una suerte que este acostumbrada a que en algún momento haré algo que me hará avergonzar y no me afectan ese tipo de cosas. - ¡Lo siento lo siento! soy noventa por ciento torpe - murmuró mientras me arrodilló, y comienzo a arreglar los papeles en su carpeta correspondiente, sé muy bien que demoraría menos de un minuto si simplemente los agarro todos desordenados y los guardo en una carpeta, pero si me dormí a las tres de la mañana ordenándolos y corrigiéndolos no pienso simplemente desorganizarlos por una estupidez de las mías, de todos modos, la próxima estación está algo lejos. - ¡Ese no va ahí! - chillo escandalizada cuando veo que el hombre que me atajó se acuclilla a mi lado y me ayuda a recogerlas, un detalle muy lindo, lo malo es que solo lo hace por levantarlo rápido y yo soy muy terca como para solo aceptarlo, como dice mi padre, si vas a hacer algo hazlo bien. - ¿Ah no? - cuando escucho esa voz ronca subo inmediatamente la vista encontrándome con un rubio de ojos azules tremendamente guapo, mierda ¿por qué hice de las mías en este momento? - Mmm lo siento, pero voy tarde por trasnocharme ordenando esto, no pienso perder lo que hice por una tonta caída - me le quedo mirando sin pudor alguno, como diría Rachel, si te consigues a un hombre de diez aprovecha y disfruta de las vistas, después de todo, quien sabe cuando mi suerte mejore y otro como él se me cruce por al frente, aunque dudo que me pase, si bien he visto hombres apuestos, este rubio me resulta una delicia para mis pupilas, además, él no parece molesto por mi pequeño acoso visual, eso significa que esta bien que siga haciéndolo, claro que si, mi día esta mejorando, arriba ese animo. - Ok... entonces dime como va esto - su amabilidad no hace sino que su físico aumente diez niveles. Con mi mejor sonrisa le indico como iban en las carpetas, no me hubiese molestado si se levantará y me dejara acá sola como una mal agradecida, pero que me ayude me entusiasma, terminare muchísimo más rápido, además, parece que no debe ser muy cómodo para él que todos se le queden viendo, eso solo le sube veinte niveles más a su atractivo. - ¿Son niños de primaria? - pregunta viendo las pruebas corregidas en sus manos. - Sí, son mis niños, doy segundo grado, y debo decir que son tan malditamente tiernos y hermosos que llorare cuando termine el año escolar, siempre término llorando cuando pasan a tercero - suelto un suspiro lastimero y por el rabillo del ojo veo como sonríe. - Son inteligentes, pero parece que a este se le dificulta un poco - dice mostrándome la prueba de menor nota, la de Louis, suelto un suspiro y me pongo de pie con dos carpetas listas en la mano, él también se levanta y me pasa la carpeta que él tenía, terminamos más rápido de lo que pensé, por lo que estoy bastante satisfecha, supongo que, viendo lo bueno de lo malo, conocí a alguien interesante y bastante guapo. Recrear la vista siempre es agradable y mejora a gran escala tu día. - Él es un poco especial, es muy pequeño y ha pasado por mucho, pero en realidad es bastante listo - Me le quedo viendo fijo a esos ojos tan azules hasta que debemos movernos a un lado cuando las puertas se abren para permitir que las personas pasen, una pena, pero internamente estoy bastante optimista cuando en lugar de alejarse, el desconocido rubio se queda junto a mi, entonces recuerdo que estoy hecha un desastre, acomodo mis lentes y con una mano echo mi cabello hacia atrás, soplo el mechón que se me corrió a mi cara y bajo la vista a mis pechos, suelto un suspiro al ver que casi muestro el sostén, esto definitivamente es algo que aprobaría Rachel y desaprobaría cualquier otra persona de mi familia. Recuerdo que el ojiazul estaba cerca de mi, por lo que subo la mirada encontrándome con el misterioso rubio viendo hacia otro lado sonrojado, definitivamente ya no puedo seguir sumándole puntos, este hombre ya se convirtió en mi más grande amor de metro, me ha arruinado para todo aquel hombre guapo que pueda conseguirme en el transporte publico, adiós al fantasear de camino a cualquier lado con cualquier otro. - Disculpa ¿me puedes sostener esto? Por favor - le pregunto pasándole las carpetas con cuidado de que no se caigan de nuevo, eso sería aún más penoso e incómodo de recoger que antes si tomo en cuenta que en la estación que acabamos de pasar parece entró media ciudad. Miro alrededor y al ver que nadie me ve, o por lo menos no fijamente, empiezo a desabrochar mi camisa lo más disimulada que puedo. - Eh... mmm... ¿Qué estás haciendo? - pregunta bastante nervioso y sonrojado, por lo que suelto una risita, es bastante extraño para mi ver un hombre de su tamaño siendo tímido, me causa una linda sensación de curiosidad. Con un pequeño gesto lo hago guardar silencio y agilizo mi trabajo sin dejar de tener cuidado, tampoco quiero que crea algo equivocado, que sea mi más grande crush de metro no quiere decir que pueda ver que guardo debajo de la camisa. Termino con el último botón para empezar a abrocharlos rápidamente como se debe, porque por estar apurada al cambiarme me salte un botón cuando me cambiaba antes de salir de casa, y por eso todos los demás estaban mal, vergonzoso. - Me arreglo para que mis niños no se rían al verme y la directora no me regañe, ya estoy grande para esas cosas  - término con el último y le quito con delicadeza las carpetas, le dedicó una gran sonrisa y veo en mi reloj que tengo cinco minutos para llegar, pero por suerte ya estamos llegando a la estación en donde me bajo. - Un placer haber chocado contigo, soy Rose Montgomery - le extiendo la mano, él la estrecha y con una pequeña y hermosa sonrisa se presenta. - Ethan Stephen, un gusto. - me quedo unos momentos más apreciando su rostro, además de belleza física, y cabe aclarar que es mucha, sus ojos son fáciles de leer, sus grandes ojos azules que brindan una confianza y tranquilidad que si yo tuviese un poco más de sentido común ignoraría, pero como mis hermanos dicen, soy una imprudente de mierda, por lo que no me molestaría conocerlo. Sin embargo, no es eso lo que más me llama la atención, sino que detrás de toda esa imagen de gran hombre fuerte parece haber escondido un niño asustado. - Espero verte otra vez, que tengas un lindo día - me tomo el atrevimiento de acercarme y darle un beso en la mejilla que lo deja sorprendido y después de una gran sonrisa salgo del vagón e intento caminar medianamente rápido cuidando de no hacer otro desastre, pero una cosa no abandona mi mente en todo el trayecto hasta mi aula de clases. Ethan Stephen es un hombre tan perfecto a la vista que debe tener algún defecto algo grande, y yo quiero saberlo.
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