Capítulo 2

1958 Words
- Terminé, señorita Rose - levantó la vista de mi cuaderno de anotaciones y veo como una linda niña rubia con coletas me extiende la hoja, con una gran sonrisa la recibo. - Gracias lindura, puedes sentarte y esperar que suene la campana, ya vamos a salir al receso - veo de reojo la pequeña evaluación y me contengo de suspirar de alivio al ver que puedo entender casi todo. - Profe, yo también terminé - se levanta Marcos, un lindo niño castaño, me extiende la hoja y me muestra sus hoyuelos y la falta de uno de sus dientes, es adorable. - Gracias Marcos, puedes sentarte, y no hables tan alto - veo como el niño sigue parado al frente de mi y algunas risitas se escuchan detrás de él. - Mmm profesora yo dibuje algo para usted - volteo la hoja y noto un corazón grande con mi nombre adentro de él, suelto una risita e intento no morir de ternura cuando veo sus mejillas rojas, es tan malditamente tierno que quiero llevarlo a mi casa y comerlo. - Gracias lindura, es hermoso - me pongo de pie y beso su coronilla para después mandarlo a sentar con un leve empujón en su espalda, veo como nada más faltan unos cuatro niños y camino hacia ellos para ayudarlos un poco hasta que suene el timbre de descanso. - Amaría que mis niños se porten muy bien, ¿lo harían por mi? - les hablo mientras bajamos las escaleras para llegar al patio, en donde se encuentran los otros niños de la escuela, ellos afirman que lo harán y se sientan en su sección, algunos en grupitos de hasta cinco niños, con una sonrisa veo como ellos hablan y comparten entre si, pero la sonrisa cambia a una triste cuando veo a Louis sacar únicamente una manzana y sentarse en una banca lejana sin nadie que lo acompañe, con un suspiro camino hacia él y agrando mi sonrisa, ya he notado que le molesta cuando tengo una expresión triste, es un tierno que se preocupa por mí. - ¿Puedo comer con usted, guapo caballero? - le pregunto una vez llego a su lado haciendo un acento que ni se de donde salió, solo recuerdo haberlo escuchado en algún momento de Romeo, él suelta una risita y logró ver como se sonroja, es una ternura y me hace inmensamente feliz haberle quitado la tristeza de sus ojos. - Sí puede sentarse, profesora - dice y me muestra su sonrisa, en donde falta uno de los dientes delanteros, sus ojitos de un castaño similar al mío otra vez muestran tristeza y cuando mi vista hace un rápido recorrido por él puedo ver algunas lastimaduras en sus manitos. - Muchas gracias señorito, es muy amable - me siento a su lado y le doy vistazos a mis demás niños para después volver a enfocar mi atención a Louis, es un niño extremadamente dulce que esta metido en una casa con una madre abusadora y sin siquiera una figura paterna, yo he podido sacarle esa información después de una larga charla y poder ganarme su confianza al cien por ciento, cosa que me costó un poco. Lo hable con la directora sin tantos detalles y ella mando a protección infantil a la casa del niño, lastimosamente, además de abusiva es inteligente, la muy víbora es abogada y al parecer dicta un curso intensivo para convencer a las personas, porque no encontraron evidencia necesaria para apartarla del niño, y después de eso Louis faltó casi dos semanas después de un fuerte "resfrío" casi voy a su casa a golpearla pero mi hermana me detuvo, aunque después nuestros hermanos nos detuvieron a las dos cuando le conté el porqué quería matarla, de igual forma no se salvo de la casa llena de huevo y pañales sucios, valió la pena el asco inicial al lanzarlos después de ver su cara, infantil, pero tenia que desahogarme de alguna manera mientras pensamos en que podemos hacer. - Profesora ¿por qué no tiene merienda? - pregunta después de unos momentos en silencio, con una sonrisa acarició su cabello y beso su frente. - No tengo hambre cariño - sus ojitos parecen brillar y me contengo de abrazarlo, aunque ya me he admitido a mi misma que él es mi favorito, me abstengo de hacer esa clase de demostraciones de cariño al frente de los demás niños, no me gustaría que lo tratarán mal por la preferencia. - Profesora ¿hoy también me llevará a mi casa? ¿podremos comer helado en el camino? - se inclina hacia mi para hablar un poco más bajo, es obvio que no hago eso con todos, Louis es un caso especial y él lo sabe, por lo que sabiamente también mantiene nuestro escapes en secreto, es un niño muy inteligente, si por mí fuese lo adopto, pero la maldita de su madre no da el brazo a torcer, entonces, cada tanto tiempo me lo robo un rato y hago que se divierta como un niño de su edad debería. - Por supuesto, pero no podremos tardar tanto - él asiente y el tema acaba ahí. *** - Maldición Rachel, no puedo creer que deje a Louis con la zorra de su madre más temprano por esto - digo entre jadeos mientras doblamos una esquina, casi me alegro al pensar que faltan solo dos cuadras para llegar a la entrada de mi edificio y acabar con esta tortura. - Deja de quejarte, y con respecto a esa arpía, Raphael ya esta trabajando en el caso junto con Dom tenemos el caso más que ganado, ella quedará tras las rejas y Louis será un Montgomery, quizás además de cambiarle el apellido también debas ponerle un segundo nombre con la R, ya sabes, para que sea oficialmente uno de nosotros, tranquila, me asegurare de conseguirle uno bonito - envidio como ella puede verse como si acabase de comenzar o fuese una modelo haciendo alguna p********a para una marca deportista mientras yo parezco foca con problemas pulmonares, maldita Rachel y sus ejercicios. - Deja de hablar, yo sé que Raph aplastara a esa maldita en tribunales, solo debo esperar tres meses más, y él finamente será Louis Rick Montgomery, solo desearía no tener que esperar tanto, me aterra que pueda pasarle en ese tiempo - digo con dificultad, en serio intento esforzarme, más cuando no solo ella y mamá me molestan con que estoy un poquito llenita, yo sé que estoy un poco pasadita, pero mierda, no nací para hacer ejercicio, lo hice para comer y ser feliz. - Iugh, ese nombre es horrible, Rose, Rick no combina para nada con Louis, pero no te preocupes, por nada del mundo dejaré que ese niño pasé el resto de su vida con un nombre tan malsonante, empezaré a buscar opciones - sin necesidad de verla sé que tiene una mueca de desagrado, ella a veces es tan estúpidamente pija y odiosa que no se como hacemos para soportarla. - Eres una imbécil, espero lo sepas, Dominik debe ser una especie de santo por soportarte - replico con el poco aliento que me queda con el fin de molestarla, algo que claramente no logro, si algo es ella es astuta y egocéntrica. - Dominik fue un rey en su vida pasada, y uno grandioso, por eso fue bendecido con convertirse en mi otra mitad en esta vida - me detengo poco a poco cuando empiezo a ver mi edificio. - Querrás decir que fue un tirano y por eso tiene que soportarte - me rio un poco cuando sé que conseguí molestarla gracias al empujón que casi me envía al suelo. - Eres molesta, ya metete a tu chiquero, mi amorcito y mis bebecitos me están esperando en casa - me toma un poco del cabello y me da un jalón algo fuerte, por lo que le mando un manotazo. - Le diré a mamá que eres una perra conmigo, te castigará - le digo con burla, cosa que la hace rodar los ojos. - Yo le diré que mientes, como siempre, ya sabes que me cree más a mi - nos detenemos en la puerta del edificio nos frenamos, su auto está estacionado al frente, un lindo Audi blanco, extravagante y llamativo, tal cual como ella. - Me aseguraré de decirlo llorando y al frente de papá, a ver a quien le va a creer - abre los ojos como platos como una exagerada mueca de susto, sacándome una carcajada. - Si si, eres bonita, ya no te molesto, y debes dejar de chantajearme con eso, no seas chismosa - nos despedimos a lo lejos para evitarnos lo desagradable que seria compartir sudor y cada quien toma su camino. Cuando entro al ascensor, todo el cansancio vuelve a hacerse presente y más pesado, por lo que apenas se cierran las puertas me dejo caer, mierda, hacer ejercicio es una mala idea, mejor seré gordita por siempre, una gordita feliz. - ¿Estás bien? - una voz extrañamente familiar me llama la atención, levanto la vista y esta choca con unos ojos azulados que ya he visto antes, me avergüenzo de inmediato al imaginarme las fachas que llevo, pero se me pasa casi de inmediato, aunque no deja de molestarme el hecho que dos de dos veces que lo he visto soy un desastre hecha un asco. - Ethan, hola ¿Qué haces por aquí? Es primera vez que te veo en el edificio ¿me estas siguiendo? - bromeo un poco mientras me pongo de pie con su ayuda y sacudo mis pants deportivos, le doy una ojeada a los botones y satisfecha de doy cuenta que ya esta marcado el ocho, mi piso. - Vivo aquí desde hace una semana, me sorprende verte, en este tiempo tampoco me había cruzado contigo. - pasa su mano por su nuca y luce un poco nervioso, me encanta, es una ternura y al mismo tiempo varonil y delicioso a la vista, estoy segura que si frunciera el ceño se viera intimidante, es impresionante como puedo conseguirle tantos adjetivos opuestos a ese rostro tan hermoso. - Oh, llegué el domingo en la noche, estuve toda la semana pasada afuera ¿te ha gustado el edificio? - pregunto solo para seguir la conversación, él tiene algo que me empuja a conocerlo en sus otras facetas. El ascensor suena indicando que llego a mi piso, doy un paso afuera y antes de despedirme él sale conmigo - Oh, somos vecinos - él me muestra una pequeña sonrisa y juntos caminamos hacia las dos puertas del fondo, una al frente de la otra, vaya casualidad. - Sí, al parecer lo somos - me dedica una sonrisa encantadora - El lugar me parece cómodo y agradable, me gusta.  Sacamos las llaves casi al mismo tiempo, abro la puerta pero no entro. - Pues me alegro, si necesitas cualquier cosa no dudes en decirme  - le muestro una gran sonrisa, él también abre la puerta de su casa pero no entra, solo me ve unos segundos con una tímida sonrisa. - No quisiera molestar. - No seas tonto, estaré encantada de ayudarte, después de todo somos vecinos - él asiente después de pensarlo un poco, le doy otra sonrisa y no lo abrazo porque lo más probable es que lo mate con el olor que cargo, Rachel moriría de risa al verme coqueteando con un hombre tan guapo con las pintas que llevo, luego probablemente me regañaría y diría que moriré sola si sigo así. - De acuerdo, hasta mañana. - Hasta mañana, vecino - le doy otra sonrisa y termino de entrar a la habitación, vaya vueltas que da la vida.
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