Actualidad.
Me desperté con un olor muy particular, olor a hospital. Abrí mis ojos con pereza, hasta darme cuenta de que efectivamente estaba en uno. ¿Por qué no morí? Fue mi primera pregunta, creí haberlo hecho. Miré a mí alrededor y vi a Sam dormida en la silla de la habitación, lucía cansada y con ropa deportiva. Me moví un poco y sentí una punzada de dolor en el pecho, tantee con mi mano y tenía un vendaje en el pecho. ¿Acaso me habían operado? No entendía nada, me sentía aun adormecida, quizá usaron anestesia, pero me sentía somnolienta. Tenía muchos aparatos conectados a mí y vías pasándome algún suero o medicamento. Sam se removió en la silla y abrió sus ojos, al verme despierta me sonrió.
—¡Al fin despiertas bella durmiente!—saludó.
—Hola, ¿Por qué no me dejaste morir?—me quejé, me costaba respirar un poco.
—Para eso están las mejores amigas, ¿No?—preguntó divertida.
—Debiste dejarme morir, la vida es un asco, Sam—respondí en voz baja, no podía sentir mi garganta.
—Nada de eso, escritora Blue—respondió—, Aquí ninguna abandona a la otra, ¿Acaso pensabas que sería tan fácil deshacerte de mí?—divirtió y me reí de lado.
—¿Qué me pasó? ¿Por qué tengo un vendaje en el pecho?—pregunté con seriedad. Ella me dio una mirada de pena y en seguida sus ojos se llenaron de lágrimas.
—Olvidaba decirte que tus padres han venido estos días, han estado muy preocupados por ti—respondió evitando mi pregunta.
—Está bien, sé que no soy santa de devoción— respondí restándole importancia—, ¿Evitarás mi pregunta o me responderás?
—¿Quieres comer algo? ¿Agua?—preguntó evadiendo el tema y rodee mis ojos.
—¿Tan grave es? ¿Qué me usaron de donante?—pregunté con diversión para restar la tensión que se formó.
—Lucy…te operaron del corazón—respondió suavemente, alargando. Era algo malo efectivamente, por eso su reacción.—, El tomarte todas esas pastillas tan fuertes con vodka, afectaron un ventrículo de tu corazón. A pesar de que te traje a tiempo para hacerte un lavado de estómago, ya se estaba haciendo la reacción química dentro de ti.—sorbió por su nariz mientras más llanto venía, me sentía muy mal de verla así tan triste y sobretodo no poder abrazarla, pero a un peor ser yo la causante de sus lágrimas.—, Lucy, estabas por sufrir un infarto. Pero al lavar tu estomago fue interrumpido, por lo que solo dañó tu ventrículo.—terminó de explicar, eso no sonaba mal.
—¿Y por eso es la operación? ¿Me operaron del corazón?—pregunté confundida aun.
—Sí…desafortunadamente no tiene cura.—respondió echa un mar de lamentos y lágrimas, me dolía verla así. Pero sabía que había algo más, no podía estar así de mal solo por lo que sucedió.
—Dímelo todo, Sam—pedí en voz bajita, no podía levantar mucho la voz y tenía un nudo en mi garganta por verla así, tan vulnerable y sufriendo por mi culpa. A mí ya no me importaba lo que me sucediera, igual quise morir.
—Lucy…no, no puedo—dijo y se levantó como un resorte yéndose al baño. Suspire con resignación.
No podía culparla, era mi culpa que estuviese así. No quería imaginar lo duro que fue para ella, haberme encontrado como estaba. Haberme visto de esa manera y casi muerta, ahora que me habían operado, imaginaba cuan mal se sentía por mí. Pero yo no quería eso, no quería que sintiera pena por mí, ni lástima, fue mi elección, mi decisión. ¿Por qué fue en ese preciso momento? Podía haber llegado tarde como siempre lo hacía, pero justo ese día llegó temprano. Todo esto era por mí, porque ya no encuentro sentido a nada. Solo quiero desaparecer, no importa cómo ni cuándo, solo no quiero vivir más. El abismo logró apoderarse de mí, que difícil que es salir de él cuando ya decides hacerlo parte de ti. No quería seguir viviendo una vida llena de deudas, mentiras, engaños y extrañando a un ser que ya no está. ¿Tan difícil era entender eso? Simplemente no quería seguir aquí donde todo duele, no sé qué hay en el más allá. Pero estoy segura que no se sufre como aquí en este plano. Después de un rato muy largo la verdad, Sam salió del baño, respiro profundo y se sentó nuevamente en la silla. Había lavado su rostro y recogido su cabello, cruzo sus piernas y sabía que había tomado el valor para decirme lo que antes no pudo, la conocía.
—Bien, Lucy. Seré yo quien te lo diga, porque odiaría que lo hiciera alguien más—dijo suspirando—, Se cumplirá el fin de lo que intentaste…—alargó haciendo énfasis en el “lo que intestaste”. ¿Acaso iba a morir? Sonreí por más loco que parezca, pero fue mi respuesta y ella negó con su cabeza—, Lastimosamente sólo logré retrasar lo evidente, tú ventrículo derecho sufrió mucho, el daño es irreparable por lo que te resta a lo mucho ocho meses de vida…—contó y se volvió un mar de lágrimas nuevamente, me dolió mucho escuchar como su voz se quebró al decir “meses de vida”.
—¡Hey! No llores ni te lamente por mí, ¿Vale?—le sonreí y le di una palmada al lado de mi camilla para que se sentará aquí—, Sam, es lo que he querido últimamente. No te sientas mal, en serio, es la mejor noticia que pudiste haberme dado. Claro que ahora tengo tiempo, podría hacer tantas cosas.
—¡Te odio! ¿Por qué hiciste eso?—respondió mirándome mientras más lágrimas surcaban sus ojos—, ¡Lucy eres la mejor persona que conozco! Tienes un corazón tan enorme, bondadoso, cuidas de todos, eres exitosa, la mejor escritora que he conocido, escribes hermoso, tienes un talento nato.—continuó—, Sé que tu vida se derrumbó desde que ella…se fue, pero Lucy siempre hay una segunda oportunidad. Siempre hay más razones para continuar, ¿Te imaginas lo feliz que ella se sentiría de estar en la dedicatoria de todos tus libros? Imagínate lo grande que serás cuando sea publicado “En busca de un infinito”. ¡Serás la puta ama! ¿Por qué morir? ¿Por qué negarte a vivir la mejor experiencia de tu vida?—preguntó mientras seguía llorando, hacía pequeñas pausas para sorber por su nariz.
—Sam…todo lo que dices suena increíble, pero para vivir todas esas experiencias con amargura y tristeza. Prefiero no vivirlas. Espero que respetes mi decisión, le tememos a la muerte porque no sabemos lo que hay más allá. Pero sé que será mucho mejor que seguir viviendo este infierno emocional—respondí—, Sam, eres la mejor amiga que pudo cruzarse en mi camino, te amo como a una hermana. Eres grandiosa, mucho más que yo. Eso grábalo en tu cabecita, sé que tendrás el doble de éxito. ¿Me puedes prometer algo?
—Lo que sea, Lu—respondió, sin agregar nada más a lo anterior que le dije.
—Que disfrutarás conmigo cada minuto que me quedé—pedí.
—Hasta que tú cuerpo deje de enviar sangre a tu corazón—respondió con humor n***o, ya que eso es lo que sucedería, me reí y ella me siguió.
—Así te quiero ver siempre, sonriente—respondí—, Gracias Sam, sé que intentaste salvarme. También sé lo mucho que tuvo que afectarte todo esto, pero quiero que sepas que te quiero mucho, gracias por cuidarme y velar por mí siempre.
—No me lo agradezcas, sé que tú hubieses hecho lo mismo y hasta más por mí—respondió y me dio un pequeño abrazo—, ¿Qué harás durante todo este tiempo que te queda?—preguntó quedamente.
—Escribir una lista de deseos, imagínate tener ocho meses antes de morir. Suena digno de un libro, ¿No crees?—respondí.
—Eso suena desgarrador, ¿Un libro de la muerte de tu mejor amiga? No gracias, jamás lo compraría—divirtió.
—En realidad, escribiré los 31 deseos de Lucy Blue—respondí pensativa, ese nombre abarcó mi mente.
—¿Por qué 31?—preguntó curiosa.
—Fingiré que no me ofende tu pregunta, ¿Qué clase de mejor amiga no conoce el número favorito de la otra?—pregunté indignada y ella se rio encogiendo sus hombros.
—Mierda, cierto que tienes un profundo amor y obsesión por ese número—respondió.
—Así que eso haré, cumplir mis deseos antes de finalmente cumplir mi objetivo—respondí esperanzada, quizá intentar cumplirlos todos me mantuviera distraída de la larga espera, para finalmente cumplir mi cometido.
—Entonces cuenta conmigo, haré que cumplas cada uno—prometió