Onceavo deseo.
Muchas veces pensamos y me incluyó que cuando perdemos a alguien cercano a nosotros, podemos aun sentir su presencia en algún lugar, cada mañana que me sentaba a desayunar, podía jurar que sentía a tía fallecida junto a mí, disfrutando una taza de café, a veces la sentía en su lado favorito del sofá, otras veces percibía su característico olor y aunque a muchos eso pudiese causarles un escalofrió o el susto de su vida, yo lo asimile y adapte a mis días. De esa manera podía sentirla conmigo siempre y no echarla tanto de menos, cada vez pesaba menos su ausencia y estaba segura que ella donde quiera que este, se encontraba feliz por todo lo que estaba haciendo por mí y por ella.
Habíamos regresado del gran crucero, todo había estado bien en lo que cabe, recibí muchas amenazas por parte de Wanda, esperaba y ya no tuviéramos que encontrárnosla de nuevo, me daba un poco de mala espina todo ese rollo de ex psicópata, sin pensarlo mucho, Ron me sugirió venir a vivir conmigo, de esa forma podría estar al pendiente la mayoría de tiempo, la verdad no lo dude ni por un segundo. Y para ser sincera, ha sido una experiencia increíble, verlo a diario ha llenado mucho la soledad que sentía en el departamento, además que estar cerca suyo es simplemente fantástico, ha cuidado de mi desde la cosa más mínima posible, hasta la mayor cuando tengo mis recaídas. Ron es esa clase de hombre que solía recrear en mis relatos o los que leía en esas novelas tan románticas y empalagosas juveniles, me sentía dentro de una historia o película de amor, donde yo era la típica joven que necesitaba atención y ayuda terapéutica, que, por excelencia, claro que lo era.
Ron se había ido hace pocas horas a su oficina en la revista, mientras yo luego de batallar mucho, me había levantado a tomar café, el timbre sonó y me levante de la silla confundida, no esperaba a nadie, claramente. Al llegar a la puerta por inercia coloque el pestillo con la cadenita, con miedo a que fuera Eric, al dejar entre abierta la puerta, observe una caja, no había nadie, solo un paquete, sorprendida y desconcertada, saque el pestillo y abrí la puerta, no alcance a ver a nadie dejarlo, quizá era de algún seguidor de mis deseos o algo por el estilo, tome la caja cuadrada con un gran moño color rojo y la sostuve en mis manos, asegurándome de que no fuera nada extraño, el olor que desprendía era desagradable, un tanto inquieta lo coloque sobre la isla de la cocina y tomando valor lo abrí, retirando la tapa de la caja de cartón, mis ojos se abrieron como platos y mi corazón se agito, infle mucho mi pecho y sentí fallar mi respiración, busque mi inhalador rápidamente y lo use, dentro de la caja había un gato blanco muerto, el pobre animal había sido ahorcado con un alambre, que cosa tan macabra, a su lado había un sobre, con un tanto de asco y miedo lo abrí, era una nota.
“Sorpresa, Lucita. Espero que te guste eso de las advertencias futuristas, porque, así como este precioso gato, terminaras tú, te quiere, W”.
Un escalofrió me recorrió de cabeza a pies, trague saliva con dificultad y sentía nuevamente la sensación de ahogo, no podía ser cierto, ¿Cómo es posible que alguien este tan mal de la cabeza como para matar a un animalito inocente? Fuera de eso, enviarlo en una caja, que clase de locura era esta. Angustiada le envié una foto a Ron, pero luego eliminé el mensaje, no quería agobiarlo con esto, ni que pensara que le temía a su ex. Aunque claramente si le tenia miedo y mucho, opte por llamar a Sam. Marque su número y al cuarto pitido contesto.
—¿Qué hay escritora Blue? —contesto como si nada.
—¡Sam! ¿Dónde estás? Necesito que vengas a mi departamento con urgencia. —le pedí, pude escuchar movimiento y ruido desde la línea.
—Justo estaba saliendo de la oficina para el almuerzo. ¿Qué ocurre, Lu? Me asustas.
—Ven, te invito el almuerzo, pero ven, por favor. —respondo y ella acepta, colgándome.
Mientras llegaba, me propuse cocinar algo, así cumplía con mi invitación y también me distraía un poco de lo que había ocurrido, después de casi una hora, escuché el ruido de unas llaves y la puerta se abrió, dejando ver a mi mejor amiga.
— ¿Qué onda? —pregunta entrando, deja tirada la llave que le di y se acerca al mesón.
—Míralo tu misma—respondo, señalándole la caja, me mira confundida sin entender y cuando lo hace da un brinco. Me mira horrorizada.
—¿Qué carajos? ¿Eso te lo envió la loca? —me pregunta refiriéndose a Wanda, asiento, cuando regrese del viaje en crucero con Ron, había visto a Sam un par de veces y claro que le había contado todo lo sucedido, tanto bueno, como malo. —, ¿Y? ¿Ya la denunciaste? Lu, no me gusta nada esto, es muy peligrosa y no deberías confiarte.
—¿Tu crees? Se que esto es algo muy sociópata de su parte, pero, quizás es indefensa y solo busca matarme de un susto—respondo, intentando defenderla.
—¿Es enserio? ¡Ni de chiste! No la conoces y puede tener precedentes y antecedentes policiales, no dejare que te arriesgues o pongas en peligro. Me encargare como tu abogada de poner medidas cautelares—respondió, Sam, siempre ha sido un tanto sobreprotectora, yo lo veía como algo terrorífico, pero quizá lo hacía con la intención de causarme terror psicológico.
—Está bien, hazlo, quizás tengas razón y estoy siendo poco precavida. —respondo aceptando, ella asiente y hace un par de llamadas.
Decidió quedarse conmigo por el resto de la tarde, había cancelado sus reuniones, la llame exagerada, pero luego entendería que no lo fue ni un poquito. Se preocupaba por mi como nadie y era por eso que la amaba tanto como si fuese una hermana. Pedimos comida china para la cena, conversamos toda la tarde y hablamos de uno que otro chico con el que había estado saliendo en este tiempo, me pregunto por cómo iba todo con Ron, hasta que esté finalmente llego, lo invitamos a comer con nosotras, conversamos un poco y luego Sam le pidió que viera la caja, para después decirle como procedería y porque no me había dejado sola alegando a que estaba en peligro.
—¿Qué? ¡Cariño porque no me has llamado! Hubiese venido en seguida, conozco a Wanda, esto es solo el comienzo…—alargo y sentí pánico, si Ron lo decía con tanta certeza es porque ya lo había vivido antes. —, Esto no puede estar sucediéndome otra vez, no puedo creerlo. Lo siento Lu, por mi culpa estas en el ojo de una neurótica.
—¡Hey! No te culpes por eso, no es tu culpa que ella tenga problemas mentales, tranquilo, ¿sí? —le pedí, abrazándolo, estaba muy angustiado y acelerado, se calmó luego de un rato. Sam le había explicado todo lo que había agilizado en un par de horas, tenia algunos contactos en la fiscalía lo que aceleraría el proceso.
—Ahora lo importante creo que es no dejar sola a Lu. —comento Sam, lo sentí un poco exagerado. ¿Acaso iban a ponerme guardaespaldas? —, De esa forma creo que seria menos posible que la ataque, ¿Qué opinas, Ron?
—Estoy de acuerdo, Wanda es muy minuciosa, no le haría daño habiendo testigos. —un temblor paso por mi cuerpo al escucharlo, ¿Minuciosa? ¿Testigos? ¿Acaso era una criminal tan peligrosa? Por un momento no escuche nada de lo que hablaban entre ellos, solo repetía en mi cabeza todo lo sucedido y dicho por Ron. —, Gracias Samantha, por cuidar y proteger tanto a Lu.
—¿Gracias? Ja novato, llevo haciéndolo por años, pero veo que quieres superarme en eso—divierte ella y sonrió, tengo mucha suerte de tenerlos a ambos. —, Agradezco al universo por ponerte en el camino de Lucy, hace rato que necesitaba y merecía a alguien como tú, solo no lo arruines o te romperé los huesos. —finalizo con una sonrisa irónica típica de ella, me reí con ganas, Sam siendo Sam.
Pasamos un rato mas compartiendo los tres, abrimos una botella de vino y conversamos de todo un poco, Ron hizo énfasis en cómo me cuidarían y yo solo los observaba sintiéndome inútil. Después de unas horas Sam se marchó. Al siguiente día, desperté y hice el desayuno como de costumbre, Ron hacia café, comimos juntos y luego se reportó como enfermo en su trabajo, le agradecía que se preocupara tanto por mí, pero no me gustaba que mintiera y mucho menos que faltara a sus obligaciones. Como sabia que igual no me haría caso le dijese lo que le dijese, opte por no refutarle. Luego de pensar que haríamos, se me ocurrió cumplir otro deseo de mi lista. Se lo comente y le pareció una gran idea para distraernos de todo esto.
Así que, luego de unas horas nos encontrábamos camino al lugar donde todo sucedería, una pista de aterrizaje, donde un helicóptero no muy grande aguardaba por nosotros, al subir nos colocaron una especie de audífonos para evitar el ruido que, hacia las hélices, nos aseguraron en los asientos y comenzamos a despejar, claramente la sensación era muy distinta a la de estar en un avión, esta se sentía con mas adrenalina, puesto que solo íbamos el piloto, Ron y yo. Tres personas en un aparato volador, sin querer le había enterrado las uñas en su mano, pero él seguía sosteniendo mi mano con fuerza, sabia que le temía a las alturas, pero este deseo siempre lo tuve, quería verlo todo desde lo más alto y admirar a la gran ciudad de New York, los edificios altísimos se veían tan cerquita que parecía una fantasía, tomamos muchas fotos increíbles, que sin duda serian todo un éxito en el documental. Luego de que el vuelo culminara, al llegar a la pista, sentí algo extraño en mi estómago, lo que mi abuela llamaría un mal presentimiento. Ignorando esa señal, tome de la mano a Ron y bajamos del helicóptero, subimos al auto y regresamos a la ciudad, quisimos ir por unos tragos a un bonito bar que habían aperturado recién, donde pasamos un momento ameno, bailamos, tomamos cocteles y disfrutamos del resto de la noche. Al salir habíamos pedido un taxi, puesto que los dos estábamos lo suficientemente ebrios como para conducir. Nos encontrábamos en la vereda frente al bar, cuando una camioneta negra se parqueo delante nuestro, no le hicimos caso porque no era nuestro taxi, unos hombres se bajaron y golpearon a Ron, me tomaron a la fuerza y por mas que forcejee, patalee y grite, nadie nos ayudó, Ron había sido noqueado y yo capturada. Colocaron una bolsa negra en mi cabeza y me subieron a la camioneta, manejaban con mucha prisa y sentí como ataban mis manos y pies. ¿Qué era esto? ¿Quién podría querer secuestrarme? No podía parar de llorar, me sentía desesperada y muy asustada. Por largos minutos que parecieron horas, no nos detuvimos, seguían conduciendo lo que me dio a entender que estábamos saliendo de la ciudad. ¿A dónde querían llevarme? ¿Qué me harían? Sentía mucho pánico, comencé a sentirme ahogada y con terror de vivir un ataque respiratorio nuevamente, hice los ejercicios de respiración que me había mandado el doctor, intentando calmarme y casi que, no lográndolo, lo conseguí. El auto se detuvo y mi respiración volvió agitarse, tenia mucho miedo de lo que querían hacerme, sentí las manos de los mismos hombres que me subieron a la fuerza tomarme y bajarme del auto, como no podía caminar gracias a las ataduras, me cargaron, intente zafarme de su agarre y librarme de ellos, pero fue imposible, eran muy fuertes y muchos al parecer.
Pude sentir movimiento forzado, estábamos subiendo escaleras, podía sentirlo. Después de un rato me tiraron al suelo, me dolió, pero aun así no me queje, permanecí en silencio, quitaron la bolsa negra de mis ojos y observe a mi alrededor, estaba en una habitación, sobre una alfombra roja, había una cama, un velador, una ventana cerrada, un armario y dos puertas más, sentía que ya había estado aquí antes, pude ver a mis secuestradores, eran hombres temerarios, sentí otro escalofrió y todo empeoró, cuando ellos se fueron y la puerta se cerró con fuerza. Me habían dejado sola, atada aun de manos y pies, intente levantarme y buscar algo con lo que pudiera romper las cuerdas, pero en el velador no había nada. Todo parecía estar vacío, la habitación tenia un deje, como de abandonada por algunos años. Tenia la corazonada de ya haber estado antes en este lugar, pero por mas que intentaba recordar, no podía hacerlo. ¿Cuál era el objetivo de mis secuestradores? ¿Acaso querían enloquecerme? ¿Abusar de mí? ¿matarme? ¿Vender mis órganos? ¡No entendía nada! Si querían secuestrarme para pedir una recompensa, no tendrían frutos, a mis padres no les interesaba dar un dólar por mí. Estaba asustada, la puerta se abrió y por ella entraron dos figuras que reconocí al instante. Wanda y… ¿Eric? ¿Qué carajos hacían esos dos juntos? ¿En serio? ¿Mi ex y la ex de Ron? ¿Acaso estaban confabulados? Sentí mas que pánico, el terror se apodero de mi y estuve a punto de sufrir un ataque respiratorio nuevamente.
—¿Sorprendida? Ah que no esperabas vernos juntos. —inquiere con diversión Wanda, niego con mi cabeza y se acerca a mí. —, ¿Asustada? Porque deberías estarlo…—alarga con una sonrisa siniestra, Eric, me mira con ternura y eso solo empeora el escenario, su falsa ternura me da más pánico que las palabras de Wanda.
—¿Por qué tan asustada, mi amor? Si tu sabes que yo seria incapaz de hacerte daño. —inquirió Eric, acercándose a mí y tomándome de la barbilla, intente sacudirme de su agarre, pero presiono más. —, ¿Arisca? ¿Otra vez? ¡Basta! ¿Acaso quieres que me ponga brusco contigo? —volvió a inquirir con falsa molestia, negué y sonrío maquiavélicamente —, Así me gusta, cuando te portas bien luces tan linda, mi Lucy.
—¿Qué quieren de mí? ¡Déjenme ir! ¡Por favor! —suplique, ambos se miraron entre sí, para luego estallar en carcajadas.
—¿Dejarte ir? Pero si recién comenzara lo divertido. —respondió Eric, trague saliva. —, Te dije que eras mía para siempre, Lu. No puedes escapar de mí, de tu dueño.
—¡No eres mi dueño! ¿Acaso estas loco? ¡No soy un objeto para pertenecerte! —exclamo en un bramido, su rostro se endurece.
—¡Cállate! Me perteneces y siempre lo harás. —dijo apretando mi rostro en sus manos. —, ¿Dónde esta tu Ron cuando lo necesitas?