San Francisco, California
La puerta se abre y la sonrisa del hombre que esperaba el momento con muchas ansias se ensancha. Ijov Lynx le hace señas para que pase y cierre la puerta. Este camina hasta ella para rodearla como un lobo al acecho. La desea desde hace tanto que ya perdió la cuenta de las veces que ha gritado su nombre mientras poseía otros cuerpos. hace mucho se dio cuenta que solo puede disfrutar del acto si su pensamiento lo lleva a ella, la mujer que en ese momento tiene a su merced.
Ijov se acerca a Ishla para inhalar su perfume haciendo que esta se estremezca de temor. Su mirada oscura y dilatada se encuentra con la de la joven mujer haciendo que ella cierre sus ojos para poder enfrentar sus miedos. Pues a pesar de todo Ijov es un hombre imponente y ella no puede permitirse desearlo, aunque todo en el hombre grita sensualidad, su porte, su ropa a la medida, su aroma, su caminar.
Ishla no entiende porqué su jefe la llamó, solo sabe que ese hombre le aterra y excita por partes iguales. Es tan guapo, pero a la misma vez tan aterrador.
Ijov sonríe satisfecho al ver las reacciones de su cuerpo al acercarse a ella. La chica es tan predecible, tiembla como un adorable cervatillo enfrentado a su depredador. El hombre acaricia su brazo descubierto disfrutando de su resistencia. Ella es una mujer de carácter fuerte y él se encargará de hacerla sumisa, aceptando entregarle su voluntad. Ella es suya desde el momento en que autorizó el cheque que lo llevaría a disfrutar de su cuerpo.
La respiración de Ishla se hizo errante mientras Ijov disfrutaba de su cercanía. Ella no era del tipo de chicas que él está acostumbrado, ella es todo lo contrario, pero aún así estaba empecinado en llevarla a un rincón de esa oficina para hundirse en ella. Es una atracción tan diferente que ni él puede descifrarlo, solo se deja llevar por sus instintos de cazador. Siente su bulto latir en sus pantalones, la desea, necesita saciar su sed de pasión desenfrenada. Despeja su cuello para comenzar a dejar húmedos besos. Ishla siente que sus piernas en cualquier momento se desvanecen.
—Se… se… ñor Lynx —tartamudea Ishla moviéndose un poco para evitar el roce.
—Desnúdate. —ordenó el hombre con su voz gruesa carcasa de pasion. La mujer lo mira sorprendida haciendo que este ría fuerte—. Ya el plazo de tiempo para pagar el préstamo ha terminado mi pequeño cervatillo, es tiempo de cumplir con tu palabra. —concluye pasando su brazo por la diminuta cintura de la mujer quien jadeó al sentir su erección rozar por sus nalgas descaradamente.
Ijov hace que enfrente su mirada encontrando dos lunas verdes llenas de lágrimas. El cuerpo ignoto de la mujer se estremece con la cercanía del prepotente y sensual hombre. Ijov quitó los espejuelos de ella para acariciar su rostro—. Eres hermosa sin estas cosas. —Ishla cierra sus ojos ante su toque, se encontraba inerte, pues este estaba apresando su voluntad sin que ella así lo desee.
Ijov al ver que ella no se mueve ni dice nada sigue hablando. Quería todo de ella, pero no lo quería así, por eso pensó en una mejor entrega.
—¿Quieres saldar tu deuda aquí y ahora … — señala el mueble a su lado—. O aceptas ir a un encuentro más ideal en un hotel? —cuestiona bajando su dedo índice por su cuello hasta el valle de los senos por encima de la holgada vestimenta de la chica que lo mira atemorizada. Ijov no sabe qué le excita más, saber que ella le teme o su rubor de inocencia.
—Yo … —Ishla baja su mirada—. Por favor señor Lynx, deme un poco más de tiempo, prometo que voy a pagar. —pide, pero Ijov niega.
—Ya el plazo venció preciosa, no hay más tiempo, ahora es mi turno de recibir mi recompensa, es tu palabra la que está en juego. Me pagas o vas a la cárcel. —explica seguro, ya se había acabado el plazo que le dio para devolverle el dinero. Ella no tiene idea de lo que se ha resistido para no cogerla en cualquier lugar de la empresa—. Piénsalo. —Ishla pasa saliva al escuchar su voz determinada.
—No, no puedo ir a la cárcel. —susurra con su mirada agachada. Su familia la necesita en este momento. No puede dejarlos sin sustento y mucho menos pagar por un abogado para defender lo indefendible. Ella siempre pensó en apelar por un plazo, no imaginó que este haría este tipo de proposición.
—Eso pensé, pero voy a ser compasivo. Te voy a dar una sola oportunidad Ishla, o ¿deseas que te diga cervatillo asustado? —inquiere con sorna. Ishla no podía hablar, su voz desapareció al tenerlo tan cerca. Sus nervios lo hacían presa de este. Trataba de articular palabras coherentes para ayudarse pero nada funcionaba.
Ijov busca un lápiz y papel, anota el nombre de uno de sus hoteles y el número de habitación—. Te espero en mi hotel a las veintiuna horas. Si no llegas a la hora acordada, llegará la policía a tu casa. La bola está en tu cancha, hermosa, toma la decisión que más te convenga. Yo ya tomé la mía. —Explica e Ishla asiente sin levantar la vista. Estaba al borde del llanto, no deseaba entregarle lo más valioso que ella tenía a un hombre como Ijov Lynx. Al menos tenía unas horas para prepararse mentalmente y buscar la manera de persuadirlo, si nada funciona no le quedará más remedio que hacerlo, pues no puede ir a la cárcel, no por eso.
—Está bien, señor Lynx. —dice al fin la mujer de apenas veintiún años.
Ijov sonrió complacido, estaba duro, pero esperaría para disfrutarla mejor en una cama, la haría delirar su nombre más de una vez. La quería recorrer con calma, deseaba deleitarse con cada rincón de su cuerpo.
Ishla salió de la oficina de su jefe para bajar a su covacha, donde se dio permiso para llorar. No podía decir a su familia lo que pasaba. Miró sus ahorros, pero apenas llegaba a un tercio del préstamo que este le dio para la operación y tratamiento de su hermana. Suspiro resignada, no bastaba con trabajar hasta horas extras, no alcanzará la cantidad así pasen mil años. Pues entre los gastos de la casa, la familia, y la universidad se va todo y es muy poco lo que puede guardar.
💓💓💓
Ijov la vio salir y volvió a su escritorio para llamar a su secretaria.
—Maritza, ven a mi oficina. —La mujer de grandes caderas y cabello n***o entra a la oficina de su apuesto jefe.
—¿Para qué soy buena? —pregunta la pelinegra buscando la atención del hombre de ojos y cabello negros.
—Voy a salir, puede que no llegue temprano a mi casa, ni tendré el móvil encendido. Si alguien te llama para preguntarte sobre mi paradero le dices que estoy en una reunión importante y tengo que apagar mi teléfono celular. —explica con detenimiento mientras que su secretaria asiente.
—¿En dónde le digo que está? —Ijov la mira serio. No puede haber nadie más tonto y descerebrado que su secretaria.
—No te he dicho que le vas a decir dónde voy a estar, solo quiero que no me molesten. Estaré muy ocupado. —explica Ijov imaginándose entre las piernas de la insípida empleada de servicio que tanto desea. Escuchándola suplicar que no se detenga. La mujer asiente tomando notas.
—¿Y si es la señorita Collette? —Ijov respira profundo para no matarla con sus propias manos.
—En especial si te llama Collette. —grita comenzando a enfadarse, la secretaria asiente y sale de inmediato de la oficina, su jefe era un hombre muy apuesto, pero también muy peligroso.
Ijov deja caer su espalda hacia el espaldar de su silla y sonríe victorioso, seis meses ha esperado para tener a su cervatillo asustado en la cama, solo espera que haya valido la pena la espera.