Ishla llegó más temprano que de costumbre a la empresa donde se encuentran las oficinas de Ijov Linx. Se puso el mono de trabajo y subió rápido a las oficinas de presidencia, tenía que hacer todo temprano y dejarlo todo pulcro, necesitaba hablar con él amargado de su jefe antes de irse. Cuando llegó no había nadie, aún Maritza no había llegado. Comenzó por el baño de Ijov dejando todo reluciente. De su bolsillo sacó el atomizador para darle su toque femenino al baño, luego pasó al área del escritorio y muebles que simulan una pequeña sala. Allí quitó el polvo y pasó un paño aromatizado todo. Todo estaba quedando impecable cuando de pronto la puerta de la oficina se abre.
La mirada de Ishla e Ijov se encuentran, el hombre que estaba con un genio de mil demonios porque no había podido pegar el ojo en toda la noche la mira con intensidad, mientras ella lo mira con temor haciendo que este se excite de solo verla.
—¿Qué haces aquí? —pregunta Ijov irritado.
—Señor Linx, yo … disculpe … es que yo … —tartamudea sin decir una oración coherente.
—Termina y lárgate. —Escupe de mal humor entrando al baño para poder resolver el problema entre sus piernas.
Ishla siguió con su trabajo sin saber que él hombre la estaba mirando desde el baño mientras manipula su extensión de carne por los sonidos que hacía la chica al quitar una pequeña mancha. El aroma que lo tranquiliza llega a sus fosas nasales y cierra sus ojos entregándose al placer de una gran corrida.
—¡Agrr! —gruñe Ijov escurriendo su simiente en el lavabo. Una vez limpio salió del baño encontrando a Ishla cabizbaja esperándolo frente a su escritorio, con sus manos en la espalda. La escena era digna de una sesión de sadomasoquismo. Gimió para sus adentro al sentir la necesidad de amarrarla y regalarle a su cuerpo tanto placer que no pueda más.
—Te dije que te marcharas. —dice al verla de esa manera. Por su mente le paso el hecho de hacerla su sumisa, hace mucho no tiene una, las mujeres con las que había sesionado ya no lo excitaban al punto de querer sesionar a diario, pero la inocencia de la mirada de Ishla lo lleva a desearla cada segundo. Sólo imaginar su piel del color carmesí lo pone mal.
—Señor, necesito hablar con usted. —manifiesta con voz suave. Ijov se sienta para cubrir su nueva erección con su escritorio. Imaginarla como sumisa no ayudaba a su cordura.
—Habla y lárgate. —Escupe tratando de no sonar excitado. Su presencia lo estaba matando.
—Señor necesito un préstamo. —dice sin darle mucho rodeo, en sí ya tener que pedirlo era un problema para ella, imaginar o practicar un discurso era aún peor. La risa estruendosa de Ijov hace que Ishla enfrente su candente mirada.
—¿Estas de broma? —Ishla niega.
—Mi hermana, señor, mi hermana tiene que ser operada y no tiene seguro, necesito cubrir la deuda. —explica Ishla.
—¿Qué ganaría yo si te doy ese préstamo? —pregunta teniendo muchas respuestas en su mente. Ishla lo mira con temor sin saber qué contestar.
—Yo hago lo que me pida, prometo pagarle la cantidad que pida. —dice desesperada.
—¿Bien, de cuánto estamos hablando? —pregunta Ijov con una idea de lo que quiere.
—Veinte mil dólares.—musitó avergonzada.
—¿Sabes lo que me estás pidiendo? —Ishla asiente, sabe que ese es prácticamente más de la mitad de su sueldo en un año, pero su hermana lo valía, no podía dejar a Esteban y Desiree sin madre. Su padre no era bueno para nada y mucho menos para hacerse cargo de sus hijos.
—Bien, si te doy lo que me pides tienes que aceptar mis condiciones. —Ishal frunce su ceño.
—¿De qué condiciones habla? —pregunta.
—Tu misma lo dijiste, harás lo que te pida, me darás lo que pida. —Ishla en su inocencia asiente.
—Sí, señor. —Ijov sonríe satisfecho.
—Bien, esta tarde antes que te vayas, sube para que te lleves el cheque y firmes el convenio de p**o con mis condiciones. —la mirada de Ishla se ilumina, podrá salvar a su hermana con su operación.
—Gracias señor Linx, no sabe cuánto se lo agradezco. —Ijov niega.
—No agradezcas aún, nos vemos esta tarde con mi notario para que firmes. —Ishla asiente y sin que Ijov lo ordene toma sus cosas y sale de la oficina.
Ijov mira la puerta por donde salió la chica negando. —¿Qué me estás haciendo, pequeño cervatillo? —susurra tocando el bulto en sus pantalones.
💓💓💓
Ishla terminó de limpiar las oficinas, bajó a la covacha para buscar su celular en su bolso. Estaba muy contenta, su padre no tendría que sacrificar su jubilación para pagar la operación.
—Papá, el señor Lynx aceptó darme préstamo. —cuenta en cuanto su padre contesta. Estaba que no cabía de la emoción, nunca pensó que el hombre aceptara pero lo intentó por su hermana y sus sobrinos quienes no tienen culpa del engendro del mal que Emmie escogió para padre de ellos. Su hermana no se lo decía a nadie, pero Ishla estaba segura que la pasaba mal con ese hombre. Emmie no terminó de estudiar apenas se graduó de la escuela secundaria cuando se fue a vivir con Ángel. Un parásito de la sociedad, ella no sabe en qué trabaja, solo sabe que siempre duerme hasta tarde y maneja camionetas último modelo, a su hermana siempre la ve montada en autobuses con sus hijos mientras él se pasea por la ciudad, apenas le da para cubrir los gastos del mes. Ishla ve todo desde la distancia, sabe que con su hermana nada está bien, pero no dice nada.
—No sabes cuánto me alegro, yo te voy a ayudar a pagar la deuda, no te preocupes. —asegura el hombre.
—Gracias padre, nos vemos cuando salga, no voy a ir a la universidad para poder llevar el cheque al hospital. —explica la chica feliz y tranquila sabiendo que se podrá hacer la intervención. Con esa cantidad cubre también el tratamiento.
—Bien, voy a llamar a tu madre para darle la buena nueva. —terminan la llamada e Ishla comienza a preparar todo para subir a buscar el anhelado cheque que ayudará a la operación de su hermana.
Ishla se sentía rebosante de alegría, no sabía cuales eran las condiciones de su dilatada pero de seguro podrá cumplirlas, así tuviera que buscar un trabajo extra para cubrir el porciento que el hombre imponga. Solo espera que le de al menos dos años para poder cumplir con el p**o y no tenga que trabajar solo para pagarlo. Al menos con dos años puede acoplarse para ahorrarlo, pues aunque su padre le dijo que la iba a ayudar ella no quiere que se siga sacrificando, ella cumpliría con el tiempo que él establezca. Se terminó de arreglar y preparó todo para subir a la oficina de Ijov a recoger el cheque.