Ijov, mira los documentos que tiene en sus manos. Niega al saber que tenía que empezar a leerlos. No podía seguir así, solo podía pensar en una hermosa castaña de ojos verdes. Su cervatillo lo estaba volviendo loco, necesita acción de la buena. Había pensado en llamar a dos chicas del club, pero se retractó al recordar lo que le pasó con Collette la noche anterior. Escucha la puerta.
—Adelante. —autoriza y la puerta se abre dejando ver a Maritza.
—Señor Lynx, el licenciado Heinz está aquí. —La sonrisa de Ijov se ensancha, al fin, no podía dejar de pensar en ese préstamo y en sus condiciones. Ya el contable había hecho el cheque, solo esperaba los términos y condiciones para entregárselo.
—Me extrañó que me llamaras. —comenta Cesar sentándose frente a su amigo y cliente.
—Cesar, necesito que redactes un acuerdo de p**o. —pide el pelinegro.
—¿Qué es lo que vas a poner en el acuerdo? —Ijov sonríe con malicia, para Cesar esa sonrisa solo eran problemas para su amigo. Lo conoce hace más de veinte años, sabe que nada bueno le está pasando por esa cabeza loca.
—A ver, cuéntame. —Ijov niega.
—Que te puedo decir, tiene que ser mía. —escupe suspirando, deseoso de poder tener ese cuerpo debajo de él, gritando, pidiendo que no se detenga hasta acabar bañados en sudor. La escena más sucia de su vida la ha imaginado con su rostro.
—¿En qué lío te estás metiendo? —pregunta su amigo.
—Ella necesita el dinero, yo deseo su cuerpo, no hay nada de malo que le de una cosa a cambio de otra.—Cesar arquea su ceja.
—¿Ella sabe lo que vas a pedir a cambio? ¿Está dispuesta a entregarse a ti por dinero? —Ijov niega.
—No y nadie lo propondrá así, ella me dijo que haría lo que pidiera por ese dinero, ella está desesperada y yo solo le voy a ayudar. —Cesar niega sabiendo que eso no acabará bien.
—Te conozco Ijov, tú no das un paso sin tener un plan. —Ijov se encoge de hombros.
—Le voy a dar seis meses para que me pague la deuda en su totalidad, si no cumple tendrá que hacer lo que yo le pida para pagar. —su sonrisa vuelve a asomarse en su rostro.
—Cuando sonríes de esa manera das miedo. —asegura su amigo.
—No es mi intención, solo no sé cómo voy a aguantar seis meses sin tocarla. —explica.
—¿Tanto te gusta? —Ijov asiente.
—La quiero como mi nueva sumisa, es perfecta, quiero su cuerpo, su voluntad, su alma, ella hace que desee tenerla. Con este cheque seré su dueño, de eso no me queda duda. —Cesar niega incrédulo por lo que su amigo dice. Lleva muchos años sin sesionar, pues se aburrió de sus sumisas y si desea volver a las tablas es porque algo le hizo esa chica.
—Tengo que conocerla, escucharte hablar de ella me da curiosidad. —habla el licenciado abriendo su laptop para redactar el documento que le pide su amigo.
—Ya la conocerás, viene en una hora para entregarle el cheque. —Ijov deja a su amigo hacer su trabajo tratando de hacer lo mismo.
💓💓💓
Llegó la hora para que Ishla fuera a buscar el jefe. Ijov no quería testigos más que su abogado. El cheque lo había pedido en blanco, él se encargaría de llenarlo. Envío a Maritza a su casa media hora antes de que la chica tuviera que ir. Nadie podía saber que pasaba allí.
Ijov escucha la puerta, mira a su amigo, aquién ya había imprimido el documento.
—Adelante. —Ishla escucha la potente voz del hombre y abre poco a poco más puerta. Estaba nerviosa, no sabía porqué Maritza no estaba para anunciarle, de solo pensar que estaría a solas con Ijov Lynx le pone los nervios de punta.
—Disculpe señor Lynx. —Cesar mira a la joven mujer, parecía una niña, es menuda, de piel blanca, una mirada tímida, su ropa le dejaba ver que era de procedencia humilde. Entendió porque su amigo estaba encaprichado con ella, pues detrás de esa fachada se esconde una hermosa joven. Su voz acaricia los oídos de quien la escucha.
En esa ocasión Ishla se había cambiado de ropa, pues iría directo al hospital, tenía una falda larga con una camisa de algodón cubriendo su cuerpo. Ijov la mira con intensidad, solo la había visto en el mono de trabajo. Se imaginó subiendo esa falda para hundirse entre sus pliegues. Ahogó un gemido. La presencia de Ishla no ayudaba a su cordura y mucho menos a su deseo de comerla entera.
—Te esperaba. —comenta Ijov sacando a Cesar de sus pensamientos— Él es el licenciado Heinz. —Ishla sonríe y asiente extendiendo su mano.
—Mucho gusto. —saluda regalándole una hermosa sonrisa a su amigo, gesto que no agradó nada a Ijov, no quería que esta le sonreirá a nadie que no sea él.
—Te aseguro que el gusto es mío. —César se levanta para estrechar la mano de la chica llevando el dorso de su mano a sus labios provocando la ira de Ijov, que en ese momento sintió como su sangre comenzaba a hervir calentando sus venas.
—¡Ya! —dice con voz potente e indomable haciendo que Ishla brinque del susto—. Está bueno de presentaciones, vamos a lo que vinimos. —Escupe tratando de controlar su ira.
—Bien, señorita Zainz, este es el acuerdo de p**o. Lea y rectifique que sea la cantidad acordada. Aquí está estipulado lo que él señor Lynx pide a cambio de su préstamo. Le dará seis meses para pagar la cantidad prestada, si el p**o no se hace para la fecha acordada él tiene derecho a pedir lo que sea de usted. —Ishla mira a Ijov quien se había sentado y entrelazado sus dedos sin quitar la mirada de la joven mujer.
Ishla tomó el documento y leyó con detenimiento.
—Si tienes alguna pregunta solo hazlas. Si no es así firma el acuerdo. —Interrumpe Ijov desesperado por que la mujer firme sin darle mucha vuelta.
Ella no sabe qué le estaba entregando su alma al diablo porque él se encargaría de que ella no pueda pagar esa deuda, él moverá cielo, mar y tierra por tenerla solo para él. Ishla firmó sin más, no tenía nada que perder, ¿Que podía querer ese hombre tan prepotente de ella cuando tiene una hermosa novia? De seguro pedirá que trabaje seis meses de gratis, o cosas relacionadas a la empresa. Su padre también había dicho que la ayudaría a pagar el préstamo, no tenía que preocuparse pues ella pagaría a tiempo. Firmó y el licenciado certificó la validez de ese documento.
Ijov se sentía ganador. Firmó el cheque frente a ella y lo entregó. Ishla sintió como su mirada se cristalizaba por la emoción de saber que en sus manos tenía la salvación de su hermana.
—Usted no sabe lo valioso que es este préstamo para mí, muchas gracias señor Lynx. —comenta Ishla guardando el cheque.
—No tienes que agradecer, esta es tu copia, sabes que si no pagas tienes que hacer lo que YO pida para retribuir el préstamo. —alega recalcando el yo en sus palabras. Ishla asiente con inocencia y sale de la oficina dejando a los dos hombres solos.
—Eres un cabrón, no le hagas daño, puede ser tu hermana menor. —dice César tomando asiento nuevamente.
—Pero no lo es, ademas, en mis planes no está hacerle daño, todo lo contrario, quiero darle tanto placer que nunca podrá sacarme de su mente. —explica Ijov complacido.
—Tú sabrás tu cuento, pero ella se ve tan …
—Lo sé, su inocencia es lo que me tiene loco de deseo, de seguro cuando la posea ya no la piense, pero mientras no sé cómo voy a aguantar. —enuncia Ijov pensando en las dos veces que se había tenido que masturbar ese día en la oficina para poder vaciar sus bolas. Su olor y sus quejidos a la hora de limpiar se repetían en su mente una y otra vez.
—Bien, yo me voy, cualquier cosa me das una llamada. —Ijov asiente.
—Recuerda el contrato de los rusos. Lorenzo va a ir a tu oficina para que le hagas unos movimientos, tratalo bien, me conviene que esté acá. —Cesar asiente recogiendo todo para marcharse, una vez Ijov se queda solo suspira.
Esa mujer lo va a volver un desquiciado si no avanza a poseerla. Llama a Steve Kolton, un reconocido detective para que indague en la vida de Ishla, encontrará algo para hacer que no pueda pagar, buscará la manera para tenerla solo para él.
Salió de su pensamiento cuando escuchó su móvil sonar.
—Bueno —contestó sin mirar. Sabía quién era. Ese móvil sólo lo usa para sus más oscuros secretos, la mafia china llegaría pronto con un pedido importante.
—En una hora nos estaremos reuniendo, tienes que tomar una decisión sobre el cargamento. —Ijov escucha con atención lo que le dicen y termina la llamada.
Sale a encontrarse con sus subordinados. El es el demonio que reina en las calles de San Francisco.