Capitulos 3 El día después.

1552 Words
Daniel. . . La cabeza me dolió horrores, apenas podía abrir los ojos, sentía que me pesaban. Los recuerdos de la noche anterior llegan a mí. Ella se veía muy hermosa, y tenía que hacerme a la idea que desde ese día en adelante tenía que unir mí vida a ella. Me bebí unas cuantas copas para enfrentar mí realidad, para adquirir lo que me pertenecía, tenía que fingir sentar cabeza, estaba seguro que mí padre iba a darme parte de la empresa al principio cuando me casara, y el niño lo iba a ver más adelante, quizás llegue a un acuerdo con Isabel. Siempre supe que Isabel era mí prometida, ella era mí mejor amiga antes, cuando éramos pequeños, bien lo mencionó anoche, pero después hizo algo que tiró todo por la borda, incluso nuestra amistad. Mí celular suena, sin parar y atiendo la llamada, del otro lado de la línea escucho a una muy enfadada Yesica insultándome y exigiendo explicaciones, me da mucha pena que piense que se las daré. Nunca entendió nada, nunca entendió que solo me divertía con ella. Corto la llamada porque su voz chillona hace que me duela más la cabeza. Tapo la cabeza con una almohada, y trato de seguir durmiendo es fin de semana y puedo descansar un poco más. Pero mí sueño es interrumpido por otro llamado. —¡Estas en todas las noticias! —es mí mejor amigo Franco —. Lo tenías bien guardado, con razón no dejabas que nadie se le acerque. Isabel era tu prometida. Cómo lo tomó Yesica, me enteré que la dejaste y ahora entiendo el porqué. —Está como loca exigiendo explicaciones, yo le había aclarado desde entrada que lo nuestro era temporal. Después de contarle todos los detalles a Franco trate de seguir durmiendo pero ya iba hacer imposible. Me di una ducha, sentía que mí cuerpo hedía a alcohol, escucho que llaman a la puerta de la habitación e indico que estoy en el baño, sigo con mí labor cuando siento unas manos rodear mí abdomen desnudo, tomo esas manos y las levanto hacia arriba. —Te dije mil veces que no entres a mí cuarto sin avisar —yesica se encontraba desnuda, las gotas recorrian su cuerpo muy bien formado, ella es hermosa, y tiene una figura envidiable, me tenté, pero ahora estaba comprometido o eso tenía que hacerle creer a la gente, y sabía que Yesica iba a divulgar lo nuestro a cuatro voces, y no podía permitir eso. Si había cortado con ella era porque era un peligro y no podía mantener nada en secreto. —Estuve pensando y creo que nos debemos una despedida —manifestó soltándose de mí agarre y pasando sus manos por mí abdomen llegando un poco más abajo —. Solo quiero una última vez con vos —trata de besarme pero me aparto, no iba a bajar la guardia. —Lo siento mucho pero no va a poder ser —salí del baño dejándola sola en la ducha, envolví la cintura con una toalla, tomé mí ropa y salí de allí. Está mujer hacía que la cabeza doliera más. —Dániel —grita furiosa — no me vas a dejar así. Te exijo que regreses —siguió gritando. Llamé a seguridad y pedí que la escoltaran hasta a fuera de la propiedad, que le restrinjan la entrada, y que si la veían cerca llamarán a la policía. La prensa podía estar acechando la casa e inventar cualquier romance. Las palabras de mí padre habían sido claras, nada de escándalo, y Yésica era todo eso y más. Llega al comedor donde solo se encontraba mí hermano desayunando, con caras de pocos amigos y leyendo algo en su tablet. Le pedí a una chica del servicio que me trajera el desayuno, a mí cuerpo lo cuidaba mucho, quería seguir teniendo las atenciones de todas las chicas de la universidad, era un hombre comprometido, no castrado. Yogurt y fruta pedí y fue a buscarlo. Con mí hermano Dante cuando éramos pequeños nos llevábamos bien, pero de a poco comenzamos a alejarnos, él al principio trataba de hablar conmigo intentando controlar mí vida, diciéndome que debía hacer, cómo debía comportarme, y la ropa que debía usar. Eso no me molestó tanto puesto que era mí época adolescente rebelde, incluso más que ahora, lo que no aguantaba de él además de su fingida sumisión, era el desprecio a nuestro madre, ella se desvivía por él y solo recibía humillaciones. —Y mamá y papá dónde se fueron —le pregunté. —Hola buenos días, yo estoy bien, como amaneciste hoy hermanito —odio que me llame así, lo hacía para sentirse superior. —Estás desayunado payasos, bien por ti hermanito —a él tampoco le agradaba que me refiera a él de esa manera. —Flor de espectáculo diste anoche —manifestó sin siquiera mirarme, seguía con sus ojos puestos en su tablet, odiaba que la gente no me mirara cuando hablaban conmigo. —Las estrellas solemos brillar hermanito —me burlé de él. —La verdad te felicito, siempre fuiste un gran actor. Fingir amar a Isabel cuando siempre le hiciste la vida imposible. Solo me da mucha pena esa niña, ser tu prometida, seguro será la mujer más infeliz de este mundo —espetó molesto. —Lo mismo que Naomi, tu prometida hermanito desde que supo con quién se iba a casar se la ve malhumorada, amargada y triste, seguro que sabe de tu problema viril —quiero sacarlo de sus cabales. El dejó furioso la tablet en la mesa y se acercó a mí amenazante. —Solo espero que te funcione para engendrar a un heredero. De lo contrario todos sabrán lo inútil que eres —Dante me tomó de la solapa de la camisa y me levanto enojado de la silla haciendo un gran desparramó en la mesa, aproveché que me estaba sujetando y le di una trompada en la mandíbula haciendo que me soltará, escupió sangre, se acerca de nuevo y me dio un golpe tirándome hacia atrás, comenzamos a repartirnos golpes sin que nadie pudiera detenernos, escuchaba a las sirvientas gritar e ir de aquí para allá. Cuando estábamos solos con Dante terminabamos a los golpes. Sentí que nos separaban, terminamos golpeados y con la ropa toda rota. —Basta —se escuchó la voz de mí padre furioso tras semejante espectáculo —. Siempre terminan así, no pueden hablar como personas civilizadas —gritó —. Los dos vayan a cambiarse para almorzar —ordenó. Me dirigí a mí habitación a regañadientes, todo por ese idiota, tuve que darme un baño nuevamente pero esta vez frío para que no aparezcan moretones, el idiota me había partido el labio. Mientras me estaba cambiando escuché unos golpes en la puerta, sabía de quién se trataba era la única que realmente se preocupaba y se acercaba a ver cómo estábamos. —¿Cómo estás? —pregunto preocupada acariciándome la cabeza. —Bien mamá, solo son unos rasguños —manifiesto para tranquilizarla. —Dániel, me habías prometido que no iba a haber ningún tipo de problemas con tu hermano, que no ibas a pelear. —Él comenzó mamá, yo solo me defendí. Empezó a provocarme y hablar de mí compromiso. A mí no me interesa hablar de él, no me interesa él en realidad. —Por favor solo te pido que te controles. Quiero que estemos en paz. —Está bien, me esforzaré —me dio un beso en la mejilla. —Gracias hijo por complacerme —sonrió —. No tuvimos tiempo de hablar de tu compromiso. —No sé de qué querés hablar. —Sé de tu enamoramiento por Isabel —comencé a toser sin poder parar. —Eso pasó cuando éramos unos niños —le recuerdo —. Yo no siento nada por ella más que odio. No sé qué te hizo pensar eso —articule confundido. —No sé —se encoge de hombros —, ¿será el hecho que quieras casarte tan pronto, o el hecho que nunca dejaste que ningún hombre se le acercara?. —No entiendo de qué hablas. Lo único que siento por ella es desprecio —manifiesto seguro. —Voy a pretender que te creo. Solo te pido que tu orgullo no nuble tu buen juicio y por venganza la hagas sufrir. Su padre nos pidió que la cuides mucho, y yo le aseguré que tu la cuidaras cómo lo haces con tu vida. Mí mamá se levanta de la cama y se dirige a la puerta. —¿Vas a ir a hablar con Dante? —le pregunto. —Recién vengo de allí —dice triste —, pero no quiso siquiera escucharme. Gracias por hacerlo tú —sonríe para consolarme pero la que necesita ser consolada es ella, se gira sobre sus talones para salir de mí habitación. —Ma —la llamó y ella solo gira la cabeza —, no le hagas caso, te quiere pero no sabe cómo demostrarlo —le mentí, porque en realidad no sabía si mí hermano quería a nuestra madre. Ella aunque me sonrió, sé que quería llorar. Sus palabras seguían rondando en mí cabeza. Cuidar y proteger a Isabel, la chica que una vez rompió mí corazón.
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