Mi mejor amiga Sandra arqueó una ceja cuando le conté lo que estaba pasando con mi matrimonio por contrato. —Tu vida no se va a acabar. Te casaras con un tipo por su dinero—le lancé una almohada, que ella esquivó. —No. Me iba a casar con él para salvar a mi madre—dije. Le había contado a Sandra la primera parte, pero no la segunda. Fue demasiado humillante. Ellas se encogió de hombros. —No hay nada de malo en casarse con un hombre por su dinero—dijo.—Yo lo haría. —Harías muchas cosas—dije. —Mierda, sí, lo haría. Además, tu vida actual de pobre no te está llevando a ninguna parte en tu carrera— hizo un gesto hacia la esquina de mi apartamento donde mi última creación languidecía, a medio terminar hasta que pudiera conseguir los fondos necesarios para comprar más arcilla. Había reali