No podía respirar, no podía pensar. Las manos de Aiden estaban sobre mí, y el corsé ceñido a mi cintura hacía imposible sacar aire. Vi estrellas mientras medio quitaba, medio rasgaba el vestido de novia de mi cuerpo, revelando mis pechos desnudos y mis bragas empapadas. Su boca caliente descendió sobre mi garganta, sus dientes afilados en mi yugular. Por un momento salvaje, privado de oxígeno, me pregunté si me había casado con un vampiro secreto y ahora iba a devorar mi carne virgen. Excepto que yo no era virgen. Bueno, a excepción de mi culo, ya juzgar por la forma en que sus manos lo estaban masajeando, estaba bastante interesado en asegurarse de que no permaneciera virginal allí por mucho tiempo. El pensamiento aterrizó en mi cerebro como un meteorito, enviando ondas de choque a travé