Se sentía muy húmedo y el olor que emanaba era a limpio y mi pene estaba como prisionero deseoso por escapar. Me tomé mi tiempo para jugar con sus pezones y mi lengua mientras que sostenía mi cabello, mis dedos daban vueltas en su clítoris y empecé a penetrarla delicadamente con mis dedos, sintiendo su himen en el fondo, parecía gustarle porque no dejaba de arrimarse a mí y abrir más sus piernas. Era un privilegio estar tan faltos de personal que no hubiese bibliotecaria y nadie parecía interesarse en cubrir horas extras en la biblioteca. Sentí que temblaba bajo mi cuerpo y besé sus labios de nuevo mientras volvía a acariciarla y penetrarla a la vez. Mi lengua jugó con la suya y terminó ganando, envolví sus labios cuando los gemidos causados por el orgasmo salieron de su boca, no quería qu