Olev se puso de rodillas a la cama y la coloqué en cuatro patas, su culo saltó y no pensé en nada más que nalguearla, Olivia se abrió a la boca de su hermana y esta asaltó su empapado coño con la boca, poco me importó el condón, sabía que eran tipas sanas. Sucias y pervertidas como el maldito infierno, pero sanas. Así que penetré de una estocada a Olev y seguí con un veloz ritmo dandole con fuerza mientras dejaba marcas en su cadera, espalda, y sobretodo en su culo. —Olivia, ponte bajo tu hermana— ordené con los dientes apretados, la mencionada pestañeó, parecía no querer abandonar su placer, pero Olev se arqueó para que Olivia se metiera debajo de ella y cuando sus clítoris hicieron contacto debido a mis estocadas, sus gemidos eran salvajes y mi mirada se perdía en sus bocas uniéndose.