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1735 Words
La primavera había llegado y con ella, muy aparte de la colorida estación que los deleitaba de hermosos colores, a la vida de Min llegó la oportunidad de agrandar su negocio, de expandirse y aquello lo tenía muy feliz, nada destruiría su alegría de ver buenos frutos luego de tantos años de persistencia para convertir su pastelería, en una reconocida y confiable para los habitantes de la ciudad. —¡Esto está delicioso!— Min deleitó sus papilas con el dulce sabor de un mousse de chocolate, tal vez un postre sencillo para muchos pero si era preparado por las manos de Junmyeon se convertía en un postre hecho por los mismísimos dioses. —¿Lo crees? No lo sé, pienso que le falta un par de fresas para que no sea muy empalagoso y resalte. —¿Bromeas?— Min dio otra probadita y casi se desmaya por el delicioso sabor.— Eres un genio, ni siquiera yo, podría igualarte, ¡Aaa, eres genial!— saltó y abrazó a su amigo quién a pesar de sus palabras no estaba del todo convencido de sus habilidades. —Gracias pero un par de fre... —Oh, Dios, ¡Oh, Dios, allí está!— Min chilló tras ver ingresar por la puerta al cliente más apuesto que sus ojos hayan visto.—¡Junmyeon, cómo me veo! —Guapo pero a lo que te decía, qué te parece si... —Gracias, ten mi delantal.— se lo sacó rápidamente y se puso detrás de la caja listo para tomar la orden de aquel tan apuesto cliente que ya ha venido a comprar cuarenta veces, error, cuarenta y un veces con hoy día, su tan rutinario tiramisú. —Hola.— aquel cliente le saludó con una sonrisa amable la cual Min correspondió. —Un tiramisú, ¿Verdad?— trató de sonar lo más natural posible pero es que querer un acercamiento más amistoso con el contrario le estaba agobiando. —Parece que soy un tanto predecible.— él no dejaba de sonreír y más cuando su sonrisa se extendió hasta sus ojos. —Yo diría que eres confiable, has pedido el mismo tiramisú por cuarenta veces desde la primera vez que viniste a nuestra pastelería. —¿Los cuentas?— preguntó curioso ya que no todos los días se encontraba con una persona tan singular como Min quién mencionó las veces que había ido a su local. —Emm...así parece.— sonrió nervioso ya que él solito se había delatado.—¿Sabes? Tenemos una amplia variedad en el menú que estoy seguro te gustará.— trató de cambiar de tema para borrar el sonrojo que tenía en las mejillas. —En ese caso, sorpréndeme.— el joven dijo mientras no dejaba de mirar al más bajo, le parecía tierno. Min miró entre los múltiples postres, estaba concentrado y aquello se notaba en su ligero ceño fruncido, tenía que acertar ya que quería impresionar al hombre que tenía frente a él. —¡Éste!— se emocionó al encontrar el adecuado.— ¿Has probado la Panacota? —No pero podría convertirse en mi postre favorito si eres tú quién me lo recomienda.— es oficial, Min estaba a punto de desmayarse, él sentía sus mejillas arder pero ahora no podía hacer nada para ocultarlo, entonces se dio la vuelta para servir la Panacota.— ¿Cómo es que no tienes uno de esos trajes blancos dónde pones tu nombre para saber el tuyo? — Soy Min.— sonrió poniendo el postre en su recipiente respectivo antes de ponerlo en una bolsa. —Yo, Se hun.— ambos se sonrieron aunque nunca borraron la sonrisa de sus labios antes de estrechar sus manos. —Este postre es delicioso, te va a encantar. —Estoy seguro que superará al tiramisú.— ambos rieron.— Tengo que irme pero...— Se hun sacó una tarjeta de su saco para entregárselo.— Sería grandioso si un día de éstos salimos a dar una vuelta y platicar un poco. —Eso estaría bien.— Min quería gritar, revolcarse de la emoción pero se contuvo ya que eso sería extraño. —Entonces, estamos hablando.— se despidió con calidez antes de salir. Min se dio la vuelta hacia su amigo Junmyeon quién llegó justo a tiempo para presenciar el momento de su amigo.—¿Ya se fue?—preguntó. —Espera un momento, está subiendo a su auto.— Min se mordió el labio.— Listo, se fue. —¡Aaaaa! ¡Lo viste, él me dio su tarjeta y tiene un auto, aaaaaaa!— abrazó a su amigo y se puso a gritar sin darse cuenta de las miradas sorprendidas de sus clientes a los cuales les pidió disculpas avergonzado. Por otro lado... —Atentos señores que el partido está por finalizar y quiero que las personas no se pierdan de nada.— el director de cámaras dijo efusivo.—Listo la cámara 7, a mi señal.— esperó un momento viendo la pantalla tratando de encontrar el momento adecuado.— ¡Ahora!— la cámara 7 enfocó justo cuando el jugador dio el pase respectivo.— Quiero que pongan los porcentajes en la pantalla y ¡Cámara ocho acércate!... entra la dos, número seis atento.— esperó para dar la señal.—¡Ahora!— Lujan no le hizo caso.—¡¿Qué pasó con el seis?!— el jefe de Lujan lo miró estresado dentro de la sala de control. —Espera, Kang logrará esquivar a Lee y...—presionó el botón que da la orden a los camarógrafos para enfocar justo el momento en el que se anotó la canasta ganadora. —Buena decisión, Han.— el ciervo chocó las palmas con sus compañeros ya que si su jefe estaba feliz pues él también lo estaría ya que aquello significaba un paso más cerca para quitarle el puesto. :::¥::: —Hola...—Min se encontraba en la bañera relajándose luego de un largo día de trabajo por lo que decidió llamar al apuesto hombre de nombre Se hun. —Hola, soy el Doctor Oh Se hun, en estos momento no puedo contestar pero con gusto responderé a su mensaje.— Min dejó caer los hombros ya que creía que el hombre había contestado pero no fue así, sin embargo, escuchar su voz grabada le animó a dejarle un mensaje. —Hola Se hun, soy Min el de la pastelería, sé que es muy pronto y no es que esté desesperado, no, nada de eso pero quería...—justo en ese momento ingresó una llamada al teléfono de Min.—Upss, una llamada entrante.— dijo para contestar un tanto a regañadientes la llamada reciente.—¿Bueno? —¿Habla, Kim Min?— la voz de un hombre se escuchó del otro lado de la línea. —Sí.— Min se sentó ya que aquello era inusual. —Ha ocurrido un accidente.— Min abrió los ojos enormemente sintiendo su corazón acelerarse, estaba por responder cuando una loca idea cruzó por su cabeza. —¡Lujan eso no es gracioso!— gritó furioso porque estaba seguro de que era ese ciervo que le estaba jugando una broma. —Soy el oficial Woo, por favor acérquese a la estación de policías del distrito de Jongno—gu.— Min empezó a temblar ya que si le llamaban a él, sólo significaba que algún m*****o de su familia o sus amigos habían sufrido algún accidente. Él no dijo nada y de inmediato salió de la bañera, se vistió veloz y condujo hacia aquella estación rogando para que todo sea un malentendido o nada grave, él corrió y preguntó a la de informaciones sobre el oficial Woo, ella lo llevó hacia el mencionado y para ese entonces Min ya tenía los ojos cristalinos, llenos de lágrimas.—¿Qué sucedió?— preguntó angustiado. El hombre lo miró y suspiró antes de llevarlo hacia un lugar más apartado dentro del pasillo.—Los policías que llegaron al lugar encontraron su nombre como el número uno en la marcación rápida de uno de los celulares que no sufrió daño, ¿Es usted algún familiar de la pareja Kim? —¿K—Kim?— sus lágrimas bajaban a montones, eran incontrolables. —Kim Jon gin y por lo que supimos su esposo Do Kyung. —¡Oh, mi dios!— él dio un grito de dolor, no podía creerlo, su pecho le dolía.— ¡¿Cómo están ellos?! ¡¿Dónde están?! —Ellos... lamentablemente fallecieron al instante, los médicos no pudieron hacer nada, el auto en el que iban se volcó desde un precipicio tras tratar de esquivar un auto, lo lamento.— —¡Nooo!— él no podía controlarse, el dolor que sentía era enorme, lloraba a más no poder, el oficial trató de tranquilizarlo pero Min tan sólo seguía sujetando su pecho, era muy doloroso, sus amigos ya no volverían, sus amigos se habían ido para siempre, ellos se habían ido, Min no encontraba consuelo pero en medio del llanto se acordó de Jung.— E—ellos tenían un bebé, ¿Él también iba en el auto? —No, él estaba en casa con una niña y los oficiales lo han llevado al S.P.I por ahora, él está bien. —¿S.P.I?— Min poco a poco se fue tranquilizando al pensar en el bebé. —Servicio de protección infantil, ellos se encargan de casos como éste, sobre niños... huérfanos.— el oficial se sintió mal diciéndolo pero tenía que seguir con el procedimiento. Min una vez más se puso a llorar, todo era muy injusto, absolutamente todo lo era. Lujan ingresó a la estación tan rápido como pudo tras recibir la llamada de Min quién le dijo que sus amigos habían tenido un accidente, desde lejos visualizó a Min quién estaba secando sus lágrimas, fue allí cuando Lujan se dio cuenta que nada había sido un simple accidente, caminó hacia el más bajo con un pesar en el pecho. —Min.— llamó y éste ni bien lo vio caminó hacia él para abrazarlo tratando de hallar en sus brazos consuelo. —Ellos ya no están con nosotros, Lujan, se han ido para siempre.— el más alto escuchó lo que temía, él derramó una lágrima antes de rodear a Min con sus brazos.    
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