—La temperatura de Jung está bajando.— Lujan anunció tras quitar el termómetro de debajo de la axila del bebé. —Ropa, guardería, alimentos al mes y ahora la factura de la clínica, ashhhh, si pasa algo más tendremos que vender un riñón.— se levantó de la mesa dónde estaba sacando las cuentas para tomar un poco de agua. —Tener hijos es muy caro, eso lo sabíamos.— El ciervo lo siguió. —Pues, tener hijos y un negocio en expansión es demasiado.—suspiró cansado. —¿Y esas flores?— Lujan achinó los ojos al notar los hermosos lirios en un jarrón sobre la mesa. —Se hun las envió hoy y aún no le he dado las gracias, realmente me siento fatal y pues no quiero arruinar nuestra segunda cita con mi humor de asco, eso normalmente uno saca a flote después de estar casado.— él negó ya que tenía muchas