Estamos un rato más sentadas en la sala, en completo silencio, hasta que me dan ganas de levantarme e ir a la cocina por algo de comer porque empiezo a sentir dolor en la boca del estómago. Me quito la cobija y apenas me levanto siento que todo me da vueltas y caigo sobre el sofá. Conny se para asustada a verme. - Andrea, no más… ya llevas mucho estando mal. Nos vamos para la clínica y así me toque llevarte a rastras lo voy a hacer – dice decidida. - No quiero ir – digo caprichosa. - Pues de malas… te alistas y nos vamos – está seria. Ambas somos tercas y cuando nos empecinamos en algo, es difícil hacernos cambiar de opinión, pero esta vez debo admitir, aunque no me guste, que ella tiene razón. No es normal que venga sintiéndome mal ya varios días. No te