Me despierto en la mañana con unas ganas tremendas de orinar. Abro un ojo primero y para mi sorpresa, un cuerpo grande y masculino se aferra al mío, bajo la enorme capa que nos cobija a ambos. Abro ambos ojos y me los froto con fuerza. El sol aún no ha salido por completo, y de la fogata no quedan más que cenizas. Thomas se encuentra a mi lado, con su brazo envolviéndome por la cintura, en una posición muy protectora. Lo observo y una sonrisa se me escapa. A diferencia de la cara dura que trae siempre, tiene una expresión relajada, casi angelical. A pesar de lo cómoda y calientita que encuentro bajo la manta, necesito ir al baño, así que, con mucho cuidado de no despertarlo, logro escaparme de su agarre y me levanto sigilosamente para ir a satisfacer mis necesidades en el bosque. Escuc