Las celebraciones aquí en el castillo son siempre extensas, por eso, no me sorprende que, luego de haber salido de la catedral y de haber contraído nupcias, aún nos encontremos en la fiesta, a pesar de que ya es de noche. Los invitados festejan al son de los músicos, quienes no han cesado de tocar, los niños y adultos bailan en el gran salón, y yo, junto a George, contemplo desde la mesa el bienestar que todos experimentan. Siempre creí que casarse sería algo atemorizante, pero en realidad, me siento feliz. –Lord Graham, ¿es que piensa quedarse toda la noche con nosotros en lugar de ir a conocer a su esposa? – George bromea conmigo en todo grave. –Creo que está sobra la pregunta, su majestad, pero Allison está tan feliz, que no quisiera arruinar su diversión todavía – digo mirándola