Me voy a casar. La frase que todavía no termino de asumir, porque, si bien es cierto que, en algún punto de mi niñez soñé con este día, nunca pensé que sería de esta manera y bajo estas condiciones. He pasado de ser una campesina de Frankfur, una pequeña aldea de Londres, dueña de una posada raquítica, que apenas producía para subsistir, que acaba de ser calcinada, sin familia, aunque con el anhelo de tener una algún día, para convertirme en la prometida de Lord Thomas Graham, un tipo que conozco desde hace menos de un mes, y que me promete seguridad, villas y castillas, placer, pero no amor. La verdad es que es mucho para digerir y a mi mente le cuesta mucho asumirlo. Han pasado demasiados eventos en un lapso de un día, por lo que tengo mucho en que pensar. Como para añadir también el t