–¿Con que esas tenemos, ah? – me pregunto en voz alta mientras la veo cabalgar a todo galope. Contrario a lo que ella podría pensar, que eso es algo que me molesta, en verdad, lo que hace es excitarme y mucho. Me encanta cuando se pone en plan salvaje y deja ver ese carácter tan fuerte que tiene que me hace desearla aún más. Me subo de un salto sobre Zeus y salgo corriendo tras ella, para ponerme a su lado. La alcanzo con facilidad, porque la caravana no marcha tan rápido como podría hacerlo un jinete. –Lady Graham, ¿quiere usted cabalgar a mi lado un rato? – la invito con gesto serio para hablemos ella y yo solos, apartados de los ojos curiosos que contemplan la escena. –No, gracias, milord, estoy muy bien aquí junto a Mary hablando de cosas de mujeres – ni siquiera me mira, la muy
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