Siento mi espalda chocar contra una pared, dolió un poco, pero también sentí como su mano amortiguó mi cabeza para que no se golpeara con la misma intensidad.
Me separo de sus labios buscando algo de oxígeno, pero entonces me sorprende tomando nuevamente mi rostro y asaltando mi boca. Otra vez.
Él es exigente, también dominante, pero yo nunca me he caracterizado por ser sumisa, así que halo un poco su cabello, separando su boca de la mía, y comienzo a dejar algunas mordidas en su cuello.
– Mierda – me separa de su cuello, vuelve a tomar mi cara entre sus manos, pero en lugar de comenzar otra batalla, simplemente me lame los labios y se aleja de mi cuerpo – Desnúdate para mí.
Me quedo mirándolo fijamente a los ojos, estudiando cada uno de sus movimientos. Como se aleja completamente de
