Capítulo 8

625 Words
Narra Rafael.   Estoy dándome una ducha, Dios mío. Apenas conozco a esa mujer y ya me trae loco. Nunca me sentí de esta manera, siempre tardó en sentirme atraído hacia una mujer y ahora es tan distinto. Poniéndome como loco, mojo mi cara, buscando que el agua fría apague el fuego que siento por dentro pero no lo hace, es como si en vez de agua, le tiro gasolina al fuego y se expande. Salgo del baño con una toalla envolviendo mi cintura y veo a Regina mirando las fotos que tengo ahí en la mesa de luz, me acerco hacia ella sin que se de cuenta. Envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y la acercó más a mi pecho, puedo sentir como su corazón late tan rápido como el mío. –Me tienes como un loco.–Le hablo al oído. Con mis manos, acaricio su cuerpo, mis manos van de su estómago a sus senos, amasandolos con ambas manos. Deja escapar un gemido y echa la cabeza hacia atrás. Da media vuelta, nos miramos con intensidad y me acerco para darle un beso, nuestros labios están cerca, rozó mis labios con los de ella, se que ella está en duda si hacerlo o no, poniendo resistencia pero yo la quiero ahora. La beso con pasión y ella lo responde con mucho gusto, Sus labios son tan dulces, apetitosos, me está volviendo loco. Siento sus manos en mi pecho y siento que mi piel me está quemando. La tomó entre mis brazos y envuelve mi cintura con sus piernas. Acaricio sus muslos y luego mis manos van a su trasero. Separa sus labios de los míos y acaricio su mejilla, mirándome con sus bellísimos ojos negros. La llevo a la cama del hotel y ella se baja, me mira con deseo y sus manos van a mi toalla, deja la toalla en el piso y me mira de arriba abajo, mordiendo sus labios. No aguante más y atacó su cuello, chupando cada centímetro de su piel expuesta. Su piel es tan suave, le sacó su camisa mojada y la dejó en el suelo. Voy a su brasier y se lo quito, me dedicó en chupar sus senos y jugar con sus pezones.Suspira y la acuesto en la cama. Sólo me queda sacarle los pantalones y sus bragas, necesito verla desnuda y hacerla mia. La doy vuelta y depósito besos en su espalda, la siento temblar y me encanta, se está volviendo loca con sólo tocarla, quiero que este como yo estoy por ella con sólo mirarla. Bajo el cierre de su falda y se lo sacó, la doy vuelta y ella me mira con desesperación, está excitada, le sacó su braga y me acuesto encima de ella. Recorro cada centímetro de su piel con mi mirada y por todos los santos, es perfecta. Introduzco dos dedos en su entrada y siento sus manos en mi espalda. Muevo mis dedos y ella se muerde los labios, reprimiendo sus gemidos. –No te muerdas los labios bebé, quiero escucharte. Saco mis dedos y me acomodo entre sus piernas, beso sus labios y nos quedamos sin aire. Entró en ella y abre los labios, dejando escapar un gemido, haciendo que yo me ponga más duro. Empiezo con mis embestidas, entrando y saliendo lentamente, siento sus manos acariciando mi espalda y beso sus labios, se está volviendo una droga para mi. Mis embestidas se vuelven más rápidas y duras, no paramos de gemir y empezamos a gritar. Siento sus uñas clavando mi espalda, siento sus paredes apretar mi pene y no quiero que se termine, me siento en el séptimo cielo y se que ella también. Nuestros gritos retumba en la habitación y llegamos al clímax, me derrumbó sobre ella y nos quedamos ahí, recuperando el aire.
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