Cada vez que Tristán viajaba era problemático, sabía que la ubicación de Marjory estaba a salvo y que no había forma de que pudieran seguirlo una vez que ingresaba a los túneles desde el sótano de la mansión del Duque. Ni siquiera sus hombres más cercanos conocían su paradero, pero, de todas formas, estaba preocupado. – ¿Te estoy interrumpiendo? – preguntó Arturo Bastián con un aire petulante. Tristán levantó la vista ligeramente y lanzó los documentos sobre el escritorio – no estoy familiarizado, lo investigaré. – ¿Cuándo? Cada día que pasaba en la capital era un peligro inminente para Marjory, no confiaba en Barbara Quiral ni en la Condesa y tenía miedo de que alguna de ellas la lastimara, Tristán debía regresar al antiguo templo para protegerla – cuándo pueda hacerlo – respondió se