Mal día, mala semana, mal mes y mal año. El corazón de Bela estaba lleno de quejas y su mirada subió hacia el hombre culpable de sus lágrimas, su esposo debía hacerla feliz y colmarla de dicha, en el instante en que provocaba sus lágrimas fracasaba como esposo y ella era especialmente miserable – ¿por qué? – Ya te lo dije, no es recomendable – respondió Arturo con un gesto de fastidio. Bela se mordió el labio – lo hice muchas veces en el pasado. – ¿Tú? – preguntó Arturo dejando la pluma sobre la mesa – puedes asegurarme que fuiste tú y no alguna de tus primas. – ¿Ya no confías en mí? – Ya que lo pones de esa forma, no, no lo hago. Pesadas lágrimas bajaron por las mejillas de Bela, sabía que muchos matrimonios fracasaban, el compromiso requería trabajo y dedicación, era normal que la