Después de la ceremonia (2)

1302 Words
El castillo de Tiara en el pasado tuvo mucha luz, cada mañana y tarde varias personas entraban a buscar una audiencia con el rey Diaval y las visitas mantenían cada puerta abierta. Al final del día, no había un solo sirviente que no hablara sobre la costumbre del rey de vagar por los pasillos acompañado de la sanadora de Undra. El sol siempre brillaba y todas las flores de los jardines florecían gracias a la reliquia de purificación. Era así cada día en el castillo de Tiara. Después de la ceremonia de Purificación y al momento en el que el carruaje llegó, el Marqués Quiral tuvo que ir a abrir la puerta – majestad, llegamos. Irse era su mejor movimiento, mientras él estuviera en la capital de Undra, la Condesa Sheridan y el General Sigfred sabrían que estaban bajo vigilancia y no correrían riesgos. Debía ponerla a salvo. – Majestad, los vigías mantendrán posiciones, sobre los otros asuntos. – Cierra la ventana. – ¿Qué ventana? – Todas. Había mucha luz a su alrededor, lo estaba cegando. Bajo su orden, el castillo se volvió un lugar silencioso y cubierto de tinieblas. Sentado en el gran salón, Alexis sacó un cuchillo y enterró la punta en la palma de su mano. Nada. La hoja afilada no pudo atravesar la piel. ***** Un mes después de la ceremonia, seguían sin noticias. Una mujer no podía desaparecer de la faz de la tierra, pero ella lo hizo. La mansión del Duque Daigo fue sellada meses atrás, ni siquiera el Archiduque Enebra podía entrar, ocurría lo mismo con la mansión del Barón Sigfred y la del Conde Sheridan. Tres lugares donde Marjory podría ser retenida y lo más probable era que los tres fueran un engaño. Levantó una daga apuntándola a la puerta. – Hermano, soy yo – se quejó Lamus – traje la comida. – No tengo hambre. – Lo sé, es para mí – dijo y se sentó sobre el suelo junto a Alexis – liebre, ¿la recuerdas?, Marjory dijo que era muy sabrosa y luego descubrí que ni siquiera la probó. Alexis se cubrió el rostro con las manos, no quería recordar la cena que dejaron sin tocar – cállate. Lamus frunció los labios – oye, sé que te sientes horrible, pero no la vas a encontrar aquí lamentándote. – Te dije que te callaras. – ¿O si no qué? Alexis se levantó y sujetó el cuello de la camisa de Lamus, pero solo presionó la tela con fuerza sin llegar a dañarlo sintiéndose más frustrado. La habitación era muy oscura, la única luz provenía de las rendijas entre las cortinas, Alexis se dejó caer de nuevo recargado sobre una columna. – No debí dejarla ir. – Así es, debiste encerrarla en una habitación oscura y prohibirle todo contacto con su familia y amigos. En esa ocasión sí lo golpeó y Lamus cayó al suelo, desde ahí podía ver a su amigo con el puño cerrado y los dientes apretados. Escupió sangre – arruinaste mi comida – y levantó la bandeja salvando los trozos de carne que no cayeron al suelo. Alexis sintió que quería aplastar algo con las manos – él la tiene, el hombre que la golpeaba y la secuestró, ÉL LA TIENE. – ¿Y llorando la vas a recuperar? Las manos de Alexis se apretaban – quiero destrozarlo todo hasta encontrarla. – Lo sabemos, pero no podemos. Tiara se recuperaba de una guerra, no había recursos ni hombres para enfrentarse a Undra y Alexis lo sabía, iniciar una guerra y perderla era peor que no iniciarla. Lo que quería hacer, entrar a cada casa de Undra y destrozarlas desde los cimientos hasta encontrar a Marjory no era posible, solo podía quedarse ahí sin saber si la estaban lastimando, o torturando. Las lágrimas que bajaban por sus mejillas eran de rabia. Lamus tragó saliva – si quieres encontrarla, tienes que ser más inteligente que ellos. Alexis se llevó la mano al rostro tallando sus lágrimas – ¿y qué pasa si no la encuentro? Nunca pudo descubrir de qué forma murieron las anteriores Santas y jamás pensó que ella desaparecería de esa forma. Finalmente la alcanzó y la perdió. Lamus mantuvo la vista fija sobre su comida – tengo muchas viejas heridas, así que siempre me mantuve lejos de ella, tú la conociste mejor, si estuviera encerrada, ¿qué haría? – Mirar por la ventana y escuchar a los pájaros – respondió evocando la imagen de Marjory recargada sobre el marco de la ventana, mirando el cielo, pensando en el clima o escuchando el ruido de un lobo cuando se acomodaba afuera de su puerta. – Suena poco interesante para mi gusto, supongo que a algunos les funciona – se levantó – notaste que no dijiste, ¡dejaría de comer y se encerraría para llorar!, si ella no haría algo tan infantil – golpeó el pecho de Alexis con su puño sin usar fuerza – ¿por qué tú sí? Alexis no respondió. – Piensa con la cabeza, no con el corazón, si Marjory descubriera que estás aquí hundiéndote en tu miseria mientras ella sufre, ¿qué tan molesta estaría? Muy molesta, casi podía escuchar su voz diciéndole que en algún momento debía madurar, o tal vez frunciría el ceño y cruzaría los brazos, ella lo hacía mucho y sin darse cuenta. – Ella diría, ¡madura! – se cubrió el rostro para no llorar. Lamus enarcó la mirada – la necesitan viva, tienes que concentrarte en eso porque es lo más importante, ellos la necesitan viva y en el templo – puso la mano sobre el hombro de Alexis – en un año, durante la ceremonia de purificación, ella estará ahí y tenemos que estar listos – miró su comida en el suelo – y eso incluye comer. Sus palabras le recordaron que apenas y estuvo comiendo la última semana, pero si se sirvió mucho vino, prueba de ello eran las diez botellas regadas en el suelo ***** El día en que un carruaje de Undra llegó al castillo de Tiara con personal enviado por la Marquesa Morgana, el aspecto del castillo era muy diferente. Y tras un año desde el ascenso del rey, se formó un nuevo consejo, los asuntos que antes eran tratados por Alexis, se volvieron el trabajo de doce hombres y mujeres elegidos de entre las familias Katar, Celes, Brea y Quiral. El rey que se dejaba ver en fiestas se volvió ajeno y a puertas cerradas había una sola cosa que le importaba. Barón Tristán Sigfred. Conde y Condesa Sheridan. Duque Daigo. Supremo sacerdote Edmund. Duquesa Isabela Sheridan de Bastián. La lista fue subiendo, cada persona tendría una sombra hasta que Marjory apareciera. En once meses, durante la siguiente ceremonia de purificación, estarían listos para recuperarla. ***** Después de una larga semana, el General Brea bajó de su caballo y estiró los músculos, en retrospectiva, fue mala idea jamás buscar a la sanadora para que reparara el dolor en su rodilla. – General, el rey Genos lo recibirá. Él asintió y le dio una palmada a su caballo – hizo un gran trabajo – le dolía el trasero de tanto estar montado – ve que descanse – dijo y caminó hacia el castillo. En esos meses el territorio de Barbaros se recuperaba a grandes pasos, la vegetación aumentaba y eso llamaba a los lobos y a las parvadas de pájaros que ahora llenaban el cielo. – Es por aquí – lo dejaron pasar. El rey Genos sonrió al verlo – general, me sorprendió que no enviaran una carta, es bueno verlo por aquí. El General miro hacia atrás al asistente y el rey movió el brazo indicándole que debía irse. – ¿Qué necesita el rey Diaval? – preguntó el rey Genos.  
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