Marquesado Felian (2)

1950 Words
Tristán regresó a la capital y fue directamente a la mansión del Duque Daigo. En la entrada no descubrió algo extraño, no vio personas observando por más de diez segundos ni alguien que estuviera fuera de lugar. Que no pudiera verlos, no significaba que no estaban ahí. El interior de la mansión era muy oscuro y la cantidad de sirvientes era de un dígito, todos hombres y mujeres mayores, fieles al Duque. Todo el primer piso estaba lleno de habitaciones con costales de tierra. Meses atrás, cuando el rey Diaval todavía ocupaba el trono de Barbaros, el Duque Daigo recibió la visita de la condesa Sheridan e inició la remodelación de los túneles que pasaban bajo la ciudad. Durante el terremoto muchos sectores sufrieron derrumbes, hubo que abrir una entrada desde la mansión del Duque antes de iniciar las reparaciones y fue un trabajo de meses. Pero una vez terminado, era posible bajar del sótano de la mansión del Duque y desde ahí llegar al templo y salir de la ciudad a una vieja posada en una aldea vecina, todo sin que ojo alguno lo viera dejar la mansión. – Señor, ¿desea comer antes de irse? – le preguntó Mateo, mayordomo de la mansión. Tristán sabía que estaría caminando por horas – algo ligero. Durante su viaje visitó a Patrick Silas y al Marques James Oslo, entró a la tienda Luna Creciente, visitó el templo e hizo unas diez paradas en tiendas de diferentes rubros. Sabía que lo estaban vigilando y con esa acción, el rey Diaval marcaría a los dos hombres como enemigos y pondría vigilancia en todas las tiendas a las que él entró, de esa forma los hombres que vigilaban tendrían que dividirse. La cantidad de objetivos y la falta de información lo llevarían a la frustración y cometería más errores. Comió muy tranquilamente e inició su viaje hacia la casa donde estaba alojada Marjory. ***** Después de la visita del Barón Sigfred, Patrick se dedicó de lleno a los documentos de reconstrucción de la capilla, por el tamaño y las especificaciones descubrió que el templo quería una construcción más grande que albergara a más personas. Sus dedos golpearon la mesa mientras leía, salió de la habitación y ubicó al mayordomo – señor tre..., bre... – Tredon, señor. – Cierto, lo lamento, no soy bueno con los nombres. El mayordomo le sonrió – la señora me lo comentó, puede llamarme ¡Tío!, si le resulta más cómodo. – ¿La señora? – se distrajo – ah, los documentos de la capilla, faltan hojas. Se inclinó para mirar – no es así, eso es todo lo que tenemos. – Faltan los reportes de agua bendita y los recursos que ha estado enviado el templo en estos veinte años. – No hay reportes porque el templo no ha enviado recursos. Patrick se sintió confundido, durante su servicio estuvo un mes en cada departamento, asistió a misas, limpió pisos, ordenó libros, bautizó niños, sanó enfermos y archivó documentos por horas, sabía que el Marquesado Felian recibía dinero y agua bendita desde hace años. Se humedeció los labios – ¿con quién más puedo hablar? – Con el señor Loan, el asistente financiero del Marqués. – Quiero verlo. El mayordomo asintió – a primera hora mañana estará aquí y señor Silas, perdón que lo comente, pero sí no hay una capilla, ¿qué le hace pensar que el templo enviaría ayuda? No quiso responder. ***** La vieja capilla era una pila de rocas apiladas con plantas creciendo sobre ellas, más que reconstruirla, Patrick quería aconsejar que lo dejaran como un monumento y construyeran la nueva capilla a un costado, había mucho terreno, casi toda la colina. Un carruaje se detuvo en el sendero y él comenzó a bajar para reunirse con el señor Loan, asesor financiero del Marquesado. Un hombre de cabello castaño oscuro, canas en el área de las patillas y un traje azul – señor Silas – lo saludó – un placer conocerlo. En verdad le fallaba el protocolo, estiró la mano y la estrechó con fuerza. – ¿En qué puedo ayudarlo? – dijo el asesor Loan con las manos en la espalda. – Tengo – dudó – tengo los documentos de la capilla y no encuentro los registros del agua bendita o el dinero que se envió desde la capital. El asesor Loan asintió – si, es porque estos son los documentos de la capilla, tendrá que hablar con el administrador del viñedo. – ¿Qué viñedo? – El viñedo Sol naciente – sonrió – verá, el Marqués está obsesionado con la joyería, cada año organiza concursos para reclutar a nuevos artesanos, quiere ser el principal distribuidor de joyas y diamantes del continente, pero en mi opinión, el secreto del éxito es la diversificación, agricultura, ganadería, minería, pesca, artesanías, textiles, somos autosustentables, muy pocos territorios en Undra pueden presumir de serlo. Patrick sintió que estaba hablando con su hermana, el asesor Loan dijo mucho y jamás respondió su pregunta – ¿por qué tengo que hablar con el administrador del viñedo? – Ah, porque él se encarga del agua bendita. De nuevo, no comprendió lo que pasaba – ¿por qué? El asesor enarcó las cejas – bueno, él recibe el agua bendita, la reparten en el viñedo, señor Silas, ¿cuál es su duda? No tenía una duda, tenía muchas, intentó tranquilizarse y miró al asesor – ¿para qué usa el viñedo el agua bendita? – Para el sistema de riego – respondía cada pregunta con confusión, porque para él se trataba de un tema muy obvio que hasta un niño pequeño podría comprender. – ¡Ustedes usan el agua bendita que corresponde a los hospitales, orfanatos y refugios, para regar plantas! – Patrick no podía creerlo – el templo envía el agua para tratar enfermedades, ayudar a los más necesitados, ¿cómo puede siquiera bromear sobre eso? La expresión del asesor se volvió dura – creo que no lo está entendiendo señor Silas, el supremo sacerdote envía el agua bendita al viñedo y nosotros le pagamos, le garantizo que es un negocio legítimo. – Está prohibido vender el agua bendita. – Dígaselo a su supremo sacerdote. La tez de Patrick se volvió pálida y su presión bajó, era un sanador, pero esa no era su especialidad, no podía hacer algo aparte de intentar tranquilizarse, las hojas en sus manos se sintieron pesadas y tuvo que dar la vuelta. Su estómago se revolvió y vomitó sobre la hierba. Viendo su reacción visceral, el asesor Loan se mantuvo calmado y le dio un pañuelo que no esperaba tomar de vuelta – en una semana llegará el cargamento de este año, puede estar presente sí tiene dudas y señor Silas – llamó a su chofer y de su equipaje le llevaron una botella de vidrio – esta es la marca del marquesado, ¿la ha visto antes? La botella de cristal verduzco tenía el emblema de un gran sol saliendo desde detrás de las montañas, Patrick enarcó la mirada, reconocía ese símbolo, lo vio muchas veces en la oficina del supremo sacerdote, dentro de una vitrina en la parte de atrás, era la reserva personal del supremo sacerdote. ***** Tatiana caminó hacia la puerta de la habitación y tocó tres veces antes de usar la llave y entrar muy lentamente – hola – atinó a decir antes de entrar y encontrar las cortinas cerradas, la cama estaba tendida y Patrick dormía en el sillón, tras un largo suspiro corrió las cortinas para que la luz entrara y descubrió que sobre la mesa había una botella de vino, se sentó en el sillón y se aclaró la garganta – Patrick – llamó con un hilo de voz y viendo que no funcionaba le empujó el hombro. Sus ojos se abrieron súbitamente. – No quise entrar – se disculpó Tatiana de inmediato – no quisiste cenar ni desayunar y mi tío estaba muy preocupado, sí no quieres comer puedo traer fruta. Patrick se sentó y terminó de despeinar su cabello – bajaré a comer. – No es necesario, te lo traerán aquí. – No, bajaré. Tatiana se mordió la parte interna del labio y asintió antes de dejar la habitación algo asustada, tenía miedo de que él se enojara con ella por entrar sin permiso, pero de nuevo, soñó despierta, lo que Patrick sentía por ella no llegaba al enfado, para él. Tatiana no existía. Se limpió las lágrimas y se odió por ser tan llorona – bajará, sirve la comida. El mayordomo se lamentó – como ordene. La mesa era muy grande para tener solo tres sillas y lo notó hasta ese día porque era la primera vez que bajaba al comedor. Tatiana se levantó – por costumbre la cabecera de la mesa se reserva para el Marqués, aunque él no esté – señaló la silla vacía a su lado – nosotros nos sentamos a su lado. Las dos sillas encontradas eran sus lugares, Patrick lo entendió y se sentó, la comida siempre era de su gusto, no porque tuviera gustos definidos, en el templo la regla era de austeridad, por eso siempre fue delgado. Sonrió de forma burlona al pensar en la palabra ¡austeridad!, siempre miró al supremo sacerdote aumentar tallas de estómago y nunca lo relacionó con las raciones escuálidas que les daban. – ¿Sucede algo? – le preguntó Tatiana. – No, todo está bien – todo siempre estaba bien, así les enseñó el templo y él aprendió bien la lección. Comió en silencio. En secreto, Tatiana se sintió un poco feliz, si se permitía soñar un poco, ellos casi parecían una pareja casada, de todas formas, muy pocos matrimonios alcanzaban la felicidad, fue ella quien se equivocó al esperar otra cosa. Esos pequeños momentos eran valiosos. ***** Días después Patrick se reunió con el asesor Loan, en el viñedo, no porque dudara de sus palabras, sino porque necesitaba verlo con sus propios ojos. Desde un piso alto en el edificio miró una carreta común y sin el emblema del templo detenerse en la entrada de servicio, el asesor Loan comerció la compra de un pesado barril que fue transportado con mucho cuidado y tras el intercambio el hombre que conducía la carreta se marchó. Patrick no pudo ver su rostro por la gorra que lo cubría, pero sí pudo ver que fue un intercambio comercial de una gran bolsa de oro y una caja con doce botellas de vino. El destino del agua era el sistema de riego del viñedo, el agua por la que muchos darían sus vidas sería usada para fertilizar las plantas y darle al vino una mejor calidad, más tarde se vendería como una cosecha especial a un precio muy alto. El asesor Loan subió a la habitación – ¿algo más? La parte más graciosa, fue que nadie intentó ocultárselo, el asesor Loan fue honesto porque todos lo sabían y lo trataban como un hecho, nada que debiera ocultarse, el agua bendita era para los viñedos, nunca para un anciano enfermo que ya no beneficiaba a la sociedad ni para un niño huérfano y desnutrido. – El año pasado – dijo Patrick mientras miraba desde el balcón los sembradíos – ¿llegó el mismo cargamento? – Cada año sin falta. El año anterior algo salió mal con el depósito de agua y la bendición falló, el templo tuvo que abrir sus bodegas para cubrir la cuota y por falta de recursos muchos lugares fueron borrados de la lista. Patrick lo sabía perfectamente porque fue él quien tuvo que decirle a su tío Erick Terran y a su primo Cristopher que no podían enviar agua a su provincia.
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