Lo que quedaba de jornada paso con tranquilidad, sin ningún otro percance, sin embargo, Amberlie no podía evitar sentirse ansiosa e inquieta. Mientras atendía clientes se le iba la mente y llegaba a dar el cambio incorrecto, algunos clientes se lo señalaron tranquilamente, pero otros fueron bastantes groseros, y aunque esa no era su intención, no podía evitar pensar en la enorme deuda en la que se había metido. Aunque no le habían dicho la cantidad, sabia que las pinturas estaban valoradas en 30K aproximadamente.
Fácilmente sus deudas podrían estar rosando los 60k dólares, entre el banco, prestamistas, y otras cosas en las que se había metido su padre, y ahora sumándole 30K de la pintura, debería unos 90k.
No le alcanzaría la vida para pagar eso, inclusive con sus 3 empleos, le sería muy difícil, eso sumándole los intereses que se agregan cada día de retraso.
Un chasquido de dedos muy cerca de su rostro le hizo salir de sus pensamientos, fijo la vista enfrente y no evitar jadear cuando vio el chico que la Galería.
—Te estuve llamando desde hace un rato —le dijo calmadamente— ¿Estas bien?
Amberlie asintió seguidamente y carraspeo.
—Si, si, disculpa, ¿Qué va a ordenar?
—No planeaba ordenar nada, Caleb me dijo que trabajas aquí. Eres Amberlie, ¿verdad?
No puede ser, ya le habían averiguado la vida entera.
—Si, ¿Cómo sabe? —Se atrevió a preguntar.
—Cuando Caleb me conto que trabajas aquí cuando el sitio en la web, y salía tu perfil entre los empleados. Amberlie Collins, tienes 28 años y trabajas aquí desde hace 2 año. Entusiasta y muy servicial. Según tu perfil en la página.
Amberlie apretó laos labios, ella no estaba enterada sobre que habían publicado su perfil en la web del establecimiento, de seguro era obra de Carlo, pero no tenía caso enojarse, lo mas seguro es que lleva mucho tiempo allí.
Amberlie asintió dándole la razón.
—¿Cómo descubrieron que trabajo aquí? —Pregunto con cautela.
—Ah, solo fue coincidencia, Caleb quería café y vino aquí —Dijo el chico sin tomarle importancia.
Amberlie asintió y no dijo nada más, el chico la miro fijamente y noto evidente nerviosismo de Amberlie. No pudo evitar sentir lastima por ella, aunque el fuera 6 años menor, sabia simpatizar con las personas, y Amberlie lucia como el tipo de persona que le seria imposible pagar por la pintura.
Aunque él era pintor detrás de esa obra maestra, como dicen en la televisión, realmente no le importaba que estuviese arruinada, podía volver a hacerla. De hecho, no pudo evitar reírse cuando vio las patas del perro en la pintura.
—¿Sabes qué? —Amberlie le miro atenta —Dame un Frappe de vainilla.
Amberlie asintió y empezó a preparárselo.
—¿Tienes estudios, Amberlie? —Se atrevió a preguntar el chico.
Amberlie se sorprendió ante la pregunta, pero no iba a negarse a dar esa información, ella sin apartar la vista del Frappe que preparaba, le respondió.
—Si, termine mi carrera y mi maestría —Dijo con calma.
El chico se sorprendió, ¿Por qué trabaja en un Café como ese? Pero no le importo saber eso. Tal vez ella seria la indicada para el trabajo.
Amberlie se volteo con el Frappe ya listo en sus manos y lo puso sobre el mostrador.
—¿De cual universidad? —Pregunta el chico.
—Universidad A —Dijo Amberlie confundida.
El chico asintió, esa era una buena universidad, pero es privada, y cuantas unos cuantos miles poder terminar y hacer tu maestría allí.
—Aun no me eh presentado, mi nombre es Elliot, me gustaría hablar contigo mas a detalle. ¿Qué tal si vienes al Club Unio esta noche? Y así te hablamos mejor, estoy seguro que te interesara.
Sin más, Elliot tomo su Frappe y se fue, dejando a Amberlie con la palabra en la boca. ¿Exactamente para que hacia esas preguntas? Además, el Club Unio es donde trabaja, claro que debía estar allí, ¿Cómo hablarían mejor en un Club nocturno?
Amberlie negó con la cabeza, de todas formas, debía ir allí, no perdía en nada en hablar con el durante su descanso de 15 minutos.
Amberlie procedió a limpiar lo que había usado para preparar el Frappe, cuando una voz le hizo voltear.
—¿Ahora coqueteas con los clientes? —Pregunto Carlo con el ceño fruncido.
Amberlie suspiro, sabiendo bien lo que venía. Carlo creía que tenia derecho sobre Amberlie de muchas maneras. El creía que le había hecho un favor al contratarla allí, y aunque no estaba equivocado, ya que Amberlie había solicitado trabajo en tantos lugares y la habían rechazado, Amberlie no le iba a permitir ese trato.
—Solo eran conocidos —Dice Amberlie limpiando los utensilios.
Carlo hizo un sonido de queja e iba seguirle discutiendo, pero la puerta se abrió indicando un nuevo cliente.
—Atiende tu —Le dice Amberlie pasando a su lado.
Su jornada ya había terminado, por lo que mientras el atendía al cliente ella se cambiaria y se iría, sin que el pudiera decirle algo más. Una vez dentro del vestidor, se quito la camiseta y tomo sus cosas, marcho su salida y salió del lugar sin dirigirle una mirada a Carlo.
Fue hasta la parada de autobuses, esta vez no podía tomar el metro, ya que no le quedaría nada cerca, y tendría bajar a tomar un bus, y seria doble gasto, por lo que prefería tomar el bus directamente. Cuando el bus llego las personas empezaron a subirse y arranco, mientras avanzaba, Amberlie noto que la noche estaba llegando. Por suerte, esta vez no tendría que correr hasta el Club, ya que iba en buen tiempo.
Al llegar el bus se bajó, y se preparó mentalmente para tratar con borrachos.