Capítulo 3

1341 Words
Amberlie corría lo más rápido que sus pies le permitían, debía llegar a casa de los Sres. Jonhson, bañar a Boby e irse corriendo, solo tenia 45 minutos, a pesar de que nunca había llegado tarde a uno solo de sus trabajos, y lo mas probable es que su jefe le diría que no se preocupara, no quería deberle nada a nadie. Al llegar a la casa toco la puerta, y fue el Sr. Jhonson, por suerte, quien le abrió, Amberlie se disculpó por el estado en el que estaba Boby, y el Señor le dejo pasar que le diera un baño. Aunque no iba a ser un baño como el que le daban en su Spa para perros, al menos le quitaría la suciedad, y ella podría irse sin escuchar quejas por parte de la Señora. Una vez terminado el baño, tomo una toalla y seco su cuerpo, checo la hora, e hizo una expresión de susto al ver que solo tenia 15 minutos para llegar a su trabajo, había tardado cerca de 30 minutos bañando a Boby. Sin más, salió corriendo de la casa, en dirección a la estación de metro, donde espero el tren, y una vez llego, se subió, Amberlie movía el pie con impaciencia, preguntando si en 10 minutos el tren seria capaz de llegar a su destino, por suerte su trabajo quedaba justo enfrente de la estación donde debía bajar. Cuando el tren se detuvo en la estación correcta y las puertas automáticas se abrieron ella fue la primera en cruzar, y subió corriendo las escaleras, para posteriormente salir de la estación, giro a la derecha y camino unos cuentos pasos hacia lo establecimientos, al poner el pie dentro de la tienda, suspiro de alivio. Había llegado a tiempo, con 3 minutos de sobra, para ser específicos. Camino hasta el mostrador, donde con un movimiento de cabeza saludo a Jake, el chico que ahora debía salir de turno para ella reemplazarlo. Paso hasta el área de solo empleados y empezó a cambiarse de ropa, lo primero que se quito fue el suéter e inmediatamente tomo su camisa de trabajo, se la puso y cuando iba bajando la camisa por el área de los pechos, escucho la puerta abrirse, en un movimiento rápido bajo la camisa y miro hacia la puerta, creyendo que había sido Jake quien había entrado, pero ese pensamiento esfumo su mente al instante, Jake siempre esperaba que ella saliera para el entrar y cambiarse. Siendo sinceros Amberlie hubiese preferido que Jake abriera la puerta, pero quien había abierto la puerta era Carlo, su jefe, quien al verla solo sonrió. Él no se disculpó por entrar sin tocar la puerta, Amberlie sabía muy bien que lo había hecho intencional. —Buenas, Amber —Le saludo Carlo, como si hubiese intentando verla. Aparte, él era el único que la llamaba Amber, ya que a ella no le gusta que corten su nombre, pero a pesar de que ella se lo decía, el seguía haciéndolo, creyendo que tenía algún derecho de hacerlo. Carlo era un acosador de primera, Amberlie solo llevaba dos años trabajando, y en ese tiempo había tenido mas de 9 compañeras diferentes, que se fueron gracias al acoso de Carlo, ellas le decían a Amberlie que también se fuera, pero ella no podía darse el lujo de renunciar, muy pocas veces encuentras un trabajo cerca de casa, y que pague bien. Amberlie no tenía la posibilidad de renunciar, al menos no, por ahora. Gracias al dueño del establecimiento fue que Jake consiguió trabajo allí, ya que él se había cansado de que las chicas que contrataba Carlo se iban en poco tiempo. Amberlie tampoco podía darse el lujo de hablar con el dueño, ya que al final podría ser ella quien se fuera. —Hola — Saludo Amberlie secamente, sin mirarle. Dejo sus cosas en su casillero, salió sin voltear a mirarle, pero pudo enchuchar suspiro de su parte, no fue un suspiro de cansancio, o algo así, mas bien, era un suspiro lleno de egocentrismo. Camino al mostrador donde Jake le esperaba, por suerte no había clientes en el momento, por lo que cambiaron de lugar de una vez. En los días de semana no era muy recurrente el lugar, normalmente llevaba 1 o 2 clientes cada hora, y ese día no había sido la excepción. Luego de unas cuantas horas y cerca de la hora de cierre, Amberlie escucho la campanilla del local sonar, indicando un nuevo cliente. Amberlie levanto la mirada y sus ojos se agrandaron producto de la sorpresa al ver al hombre de nombre Caleb entrar al local, este al verla, levanto una ceja e hizo una mueca de disgusto. Por otro lado, Amberlie intentaba sonreír como debía hacer con cada cliente. Normalmente le devolvían la sonrisa, pero este hombre definitivamente no lo haría. Por un momento, Amberlie se tensó, lo más seguro es que él estuvo buscándola para hacerle pagar la pintura, pero eso no tendría sentido. Ella le había dejado su numero para que la contacte. Además, no había dejado nada más como para que el encontrar su lugar de trabajo, —Bienvenido, ¿Qué le puedo servir? Caleb solo hizo un sonido con la garganta, y busco entre los bolsillos de su chaqueta hasta encontrar el papel que Amberlie le había dado horas atrás con su número, lo agarro y lo dejo sobre el mostrados, para luego decir: —Parece que tu jugarreta no salió como querías —Dijo Caleb con burla, Amberlie no entendía a que se referia— No te vas a librar de pagar esa pintura, especialmente ahora que se tu lugar de trabajo. Como pudo, Amberlie dijo: —No entiendo a que se refiere — Dijo preocupada de haberle ofendido. Amberlie no era de tenerle miedo a personas, pero él se veía como si con solo un chasquido de dedos podría acabar con su vida entera, por lo que prefería preguntar que ocurría antes de decir algo más que podría malinterpretarse. Caleb rodo lo ojos, posiblemente cabreado por el jueguito de la chica, él no tenía tiempo para estas tonterías. —¿Creíste que no me daría cuenta que ese no es tu número de celular? — Dice Caleb harto de la situación. —No, ese es mi numero —Dijo rápidamente. Su memoria jamás le había fallado, y no lo haría con su propio número de celular. Amberlie tomo el papel, y frunció el ceño, era el número correcto. —Lo siento, pero esta correcto — Dijo, sin saber que mas aportar a esta conversación. Caleb suspiro, y tomo su celular, marco el numero y lo puso en altavoz para que ambos escucharan a la voz decir: “El numero al que a marcado, no existe, o no se encuentra disponible” Amberlie miro el celular y frunció el ceño, ¿porque había escrito un 6? —¿Ves? —Dijo Caleb, convencido de que la equivocada era ella. —¿Por qué escribió un 6? —Pregunto Amberlie mirándole fijamente. Caleb fruncio el ceño y miro la hoja. —Alli hay un 6 —Señalo con su dedo. —eso es un ocho —dijo Amberlie sin mirar la hoja. Caleb frunció el ceño, y volví a marcar el número, solo que reemplazo el 6 por el 8, llevo el celular a su oído, y finalmente escucho el tono de llamada. Amberlie, por otro lado, siento su celular vibrar, lo tomo y contesto la llamada. —¿Hola? —Dijo Amberlie. —Hola…—Respondió Caleb —Supongo que es usted —Dijo Amberlie con un poco de burla. Caleb apretó los labios y maldijo antes semejante tontería, pero e<a pesar de su error, eso no haría que él se disculpara. —Dame un café n***o —Dice Caleb guardando su celular. Amberlie asintió, y procedió a preparar el café. Al entregárselo, se lo arrebato y salió a paso rápido del lugar, como si no quisiera seguir allí. Por primera vez, en un tiempo, Amberlie se carcajeo. 
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