Jennifer, al día siguiente se despertó, pero no sé levantó de la cama, abrazo la almohada, recordando todos lo que pasó en la noche anterior. Todavía sentía la sensación de Henry sobre ella, con la cara entre sus piernas, las manos sobre su piel, su lengua so sus pezones y recordando cada detalle. Cerró los ojos con fuerza y apretó con más fuerza la almohada. Y pensó " ¿Por Dios, que fue lo hice?. ¿En qué rayos estaba pensando?. Esto nunca debió suceder, se repetía cada momento, pero todo fue tan rico. Se frotó los labios y sintió en el vientre una oleada de excitación. Aún estaban hinchados como consecuencia de sus devastadores besos. Empezó a jadear en cuestión de segundos, deseando más. Anhelaba su boca en su cuerpo, sus dedos dentro de ella, y su enorme espada penetrándola. Aquello no había sucedido. Y por una parte, se alegraba. Se alegraba de que alguien hubiera llamado a la puerta, por el motivo que desconocía, fue lo que los obligó a parar esa locura. Desde anoche, lo había vuelto a ver después de que se fuera a "hacer unas llamadas". ¿Que llamadas tan urgentes sería?. La curiosidad también salió a relucir. Henry, se vistió, salió de la habitación y no regresó a la habitación donde se estaba proyectándose la película, cuando ella subió a su habitación, la luz estaba apagada demostrando que la habitación estaba vacía y ella entró a su habitación y esperando que él llegara se quedó dormida. Y como sí fuera poco, era dia sábado y ambos estaban en casa, y tendrían que fingir demencia "Que no había pasado nada". Jennifer, se baño, se vestio con un vestido color azul, que hacía que resaltará más el azul de sus ojos y bajo hasta el jardín. Necesitaba aire fresco y tratar de poner en orden sus pensamientos. Cuando escucho una voz detrás de ella.
—Hermosa mañana. El inesperado y alegre comentario hizo que se volteara de una forma automática. Henry, la miraba con una sonrisa. Y Jennifer, se tomó un momento antes de conjurar la suya propia.—¿Has dormido bien? Así que vamos a ignorar completamente lo que pasó. Vamos a actuar normal.
—Si, muy gracias. Gracias a Dios. Dijo, sonriendo.
—¿Te gustaría ir al Centro Comercial?
—¿Al Centro Comercial?
—Si, al Centro Comercial a hacer unas compras. —Necesito algunas cosas. Y he pensado que tú también podrías necesitar algo y así te distraes.
—Ah. Ya. Estaba sorprendida, se sentía rara con esa invitación y que Henry ignorara todo lo que pasó esa noche anterior. Nada más de tenerlo cerca ya se sentía humeda. Pero si él quería ignorar lo que pasó, ella le seguiría el juego. Ella se había enamorado de ese hombre tenía que admitirlo y el sólo la veía como la mujer que tendría a su hijo, por una compensación económica. Era de locos verse obligado a actuar de aquella manera. Se suponía que debía estar entre sus brazos, donde pertenecía, con su hijo. Pero estaba demasiado lejos, más emocional que físicamente. Observó las manos de Jennifer, sobre su vientre. Le excitaba verla acariciar a su hijo de aquella manera.
—¡Henry!- Exclamó Jennifer con los ojos desorbitados agarrándose el vientre. El corazón le dio un vuelco y su nivel de adrenalina se disparó. Se acercó a ella en cuestión de milésimas de segundo.
—¿Qué te ocurre? ¿Que tienes?
—Henry, el bebé se movió, lo acabo de sentir.
—Voy a llamar al médico. La tomó por los brazos.
—Ven, siéntate.
Ella, le tomó sus manos y las colocó en su vientre.
—El bebé se mueve, se mueve Henry.
Henry, se detuvo, contemplando su radiante sonrisa. Le brillaban los ojos y estaba muy emocionadoa esperó, con el corazón en un puño, respirando calladamente. Sintió el más minúsculo de los golpes procedente del interior de su barriga.
—Si, Jennifer- rió con incredulidad, poniéndose de rodillas y presionando la mejilla contra su vientre. Jennifer, se estaba riendo, y él le hizo un gesto para que permaneciera inmóvil al sentirlo de nuevo.
—Por Díos. Contempló su vientre desnudo como si estuviera hecho de magia.
—Es increíble.
—Muy impresionante. Ella sonrió, pero su expresión desfalleció al percibir la incomparable emoción que reflejaba su apuesto rostro. Por su bebé. Por su bebé. ¿Por qué se emocionaba ella? Por su bebé. Se giró y Henry alejó su mano. Ella se dió cuenta y le dolió, para disimular dijo.
—Con tú permiso, voy para el baño. Enseguida Henry, se puso en pie lentamente, ella sintió su mirando en la espalda, sintiendo una mezcla de deleite y agonía. Había advertido la reveladora expresión de su bello rostro. Y también había sido testigo de la bofetada de realidad. Pero no podía hacer nada para ayudarla, y aquella impotencia le provocaba un profundo dolor.
Jennifer se encerró en su habitación y apoyó la espalda contra la puerta. Al contemplar su reflejo en el espejo, vio el miedo y la emoción que distorsionaban sus facciones. El bebé que tanto la emocionaba era de Henry. Sólo le pertenecía a él. Suyo. Solamente suyo. Yo no tengo nada que ver con él. No es mío. Y entonces se derrumbó. Tapándose los labios con la mano, abrió el grifo para esconder el sonido de su desgarrador llanto. —Pero es mitad mío—dijo sollozando. Se suponía que era capaz de enfrentarse a aquello. No debía sentirse así. ¿Cómo iba a entregarle el bebé después de verlo, de oler su fragancia? El bebé que era suyo y de Henry, del hombre del cuál ella se había enamorado. Lo quería con toda su alma, como nada que hubiese querido en toda su vida. Era auténtico y amable, y se había acostumbrado a preocuparse por ella. Se había acostumbrado a tener un compañero, a tener a alguien cerca en caso de necesitarlo. Se secó las lágrimas con furia. Había pasado demasiado tiempo. Se le hincharía la nariz y Henry, se daría cuenta que había estado llorando. Su vida se había vuelto un verdadero desastre. Porque nunca pensó llegar a enamorarse de aquella manera. Se decía "Recuerda que eres un vientre alquilado ". Sólo eres un instrumento para darle un hijo a Henry Smith a cambió de una fuerte suma de dinero.