Capítulo 5

1736 Words
Jennifer, muy estaba nerviosa y a la vez emocionada; no sabía cuál de las dos emociones era la más dominante, pero no le importaba. La habían contratado. Había estado negociando los términos con los abogados de Henry Smith, algo que le dijeron que debía hacer, y el propio Henry, la había llamado para decirle que se mostrara exigente, que lo esperaba de alguien que se estaba sometiendo a un proceso tan importante para él. Así que había intentado establecer algunos términos. Era difícil pensar en algo cuando los abogados estaban empeñados en darle todo lo que quería. Solicitó a Henry un espacio que le fncionara como una biblioteca para poder estudiar y redactar su trabajo de investigación y por supuesto Henry no objeto su solicitud y fue provista de una amplia habitación, con muchos libros, un sistema de computación de alta gama, un escritorio, una silla que se veia muy cómoda, un gran ventanal, donde la mucha luz natural y una decoración muy moderna. —Señorita Wood, que tipo de vehículo desea. Preguntó uno de los abogados. —Cualquiera, estaría bien. —Necesitamos, que sea más específica. Para ella no fue fácil. Le proporcionarno un catálogo para que viera varios modelos. Escogió varios, pero los abogados no estuvieron de acuerdo, entonces volvió a mirar las fotos y dijo: —Este es. Dijo señalando la foto. Se refería a un Kia Soul, blanco. Tenía la sensación de que todo aquello era protocolo, dos guardaespaldas y un chófer, y una asignación mensual tan generosa que se preguntó qué demonios iba a hacer con ella. No iba a tener que pagar alquiler durante los siguientes nueve meses es decir, si conseguía concebir aquel mes. Ya había acudido al hospital cinco veces y la habían inseminado durante la ovulación. Esperaba, aunque también tenía miedo, que funcionara. Haciendo una mueca, Gabriela, salió del dormitorio seguida de seis hombres fornidos que embalaban las pertenencias de Jennifer. —Están locos. Jennifer rio. —Gaby, me alegro de que no te hayas tomado a mal todo esto. Gabriela, sonrió. —Siempre has sido ambiciosa, y esto es exactamente lo que querías. Es ideal. Con lo que te van a pagar y con la pensión mensual, puedes comprarte una buena casa, digna de una reina. Jennifer rió y sacudió la cabeza. —Henry, es una calidad de persona; sólo quiere lo mejor para todo. Sus ojos se desorbitaron cuando se dio cuenta de lo que acababa de decir. —Y tú eres lo mejor, Jennifer. Jennifer, sonrió y se sonrojó. —Para nada. Aún no me creo que no sea un sueño. Quiero decir, fíjate en todo lo que ofrece. Es súper generoso, y, seamos sinceras... podría haber elegido a alguien mucho mejor que a una chica regordeta de Cambridge, para gestar a su hijo. —No eres ninguna gorda, eres una mujer sexy. A los hombres le encanta eso. —Quiero decir que podía haber elegido a una modelo de pasarela. —Pero no quería una modelo. Quería inteligencia. Ese hombre quiere tus genes, Jennifer. Esté hombre sabe que la belleza es algo superficial y se acaba. Es un precio muy pequeño para lo que obtiene a cambio. Jennifer, avanzó por el pasillo del hospital y vio a los médicos y los abuelos de Henry, que tenían más bien aspecto más de guardaespaldas; colocándose a ambos lados de ella, la condujeron a una oficina en la planta baja, una espaciosa habitación que parecía más una suite de lujo que una clínica. Se detuvo de golpe al contemplar un rostro familiar en el asiento frente al escritorio del Doctor. Henry, se levantó, se giró con elegancia, se atusó el traje y le sonrió. —Hola, Jennifer. ¿Cómo te encuentras?. Jennifer, se quedó sin aliento. Era la primera vez que lo veía desde la entrevista, y su presencia le golpeó con toda su fuerza. Era real, y estaba allí, y a ella la habían inseminado con el esperma de aquel hombre. Le dio un vuelco el corazón y su vientre se retorció con una sensación que parecía ser... excitación. —Muy bien, gracias. ¿Y Usted?. Él volvió a sonreír, y el corazón de Jennifer, comenzó a latir velozmente. No había sido tan encantador el día de la entrevista; se había mostrado casi inaccesible, y no estaba segura de que le gustara aquel cambio de actitud. Ya se estaba excitando estúpidamente por el hecho de tener su esperma inyectado en su v****a. —Emocionado, y un tanto nervioso. Supongo que igual que tú. Añadió. —Sí, claro, lo mismo.—Exclamó ella con una horrorizada risa. Henry sonrió. Era adorable, y con su blusa roja y falda negra que revelaba sus piernas, parecía más una estudiante de secundaria que una intelectual. Henry, esperó a que se acomodara en la silla de al lado, y fijó su mirada en el Doctor, que estaba hablando por teléfono. No estaba acostumbrado a tanta espera. Quería las cosas hechas y las quería ya. El Doctor estaba tardando demasiado, y aquello no era algo por lo que quisiera esperar. Captó un movimiento a su derecha y miró a Jennifer, que se estaba restregando las manos. —¿Estás bien?. —Sí, sólo que…estoy un poco nerviosa— dijo, con una sonrisa agitada. —No, te pongas nerviosa. Todo va a salir bien. Jennifer, suspiró y lo miró a los ojos, un poco desconcertada por su proximidad. Vas a vivir con él. Vas a vivir con él, así que tienes que acostumbrarte. —¿Qué pasa si esto no funciona?. Henry, la observó. No esperaba que fuera tan sincera, y tenía el corazón acelerado a mil por mil, cuando intentó disipar sus temores confiándoselos a él . —Tu nerviosismo, se debe. ¿ A qué no estés embarazada?. —Sí.—susurró ella. —No me siento distinta, no creo que esté... —Lo volvemos a intentar el próximo mes y él próximo hasta que quedes embarazada. No te preocupes por eso. Jennifer,frunció la frente. —¿No tienes prisa para que quede embarazada?. —Sí, pero sé que estas necesitan su tiempo. Y con estresarnos no consiguimos nada Jennifer. Estoy seguro de que si tardas a quedarte embarazada, será por algo. Jennifer, lo miró extrañada, incapaz de apartar sus ojos de él. Oh, no. Por favor, no seas tan real, tan auténtico. Quería que se mostrara distante y metódico, porque empezaba a pensar en su estancia en su casa como unas vacaciones durante las cuales no se esperaría que conversara demasiado con él, sino que simplemente estaría allí, comiendo sano y haciendo un poco de ejercicio mientras él esperaba que tuviera el bebé. El doctor tosió y ambos se volvieron a mirarlo. Jennifer, apretó sus manos, y Henry, dirigió su mirada hacia aquellas manos en su regazo. Se sintió furioso consigo mismo; aquella joven estaba muy estresada y él era la causa. Le hubiera gustado consolarla de alguna forma, pero la única manera en que sabía consolar a una mujer era comprándole diamantes y pieles caras. Por alguna razón, no era que Jennifer, fuera el tipo de mujer con quien funcionaban ese tipo de consuel. —Los informes están en camino. Tardarán unos minutos. Dijo el doctor. Henry, suspiró con impaciencia y Jennifer, se recostó en su asiento, incómoda, nerviosa y tal vez avergonzada. Aún quedaba un día para que le viniera el período, pero le habían hecho un análisis de sangre y ahora estaban allí esperando a averiguar si estaba embarazada, ¿Si o No?. Ni en sus más locos pensamientos, se había imaginado estar en una situación como en la que se encontraba, en la que estuviera esperando los resultados de un embarazo, cosa que jamás paso por su cabeza, estaba: sentada con dos extraños, y dos guardaespaldas al fondo de la consulta, mientras esperaba. Era como una película, una película de suspenso. La voz de Henry la saco de sus pensamientos. —¿La empresa de mudanza, ya recogió todas tus pertenencias?. Jennifer, se giró ante aquel intento de conversación superficial. No le pegaba. Había imaginado que era de otra forma. —Sí, recogido y lo han llevado todo a tu casa . Henry por supuesto ya lo sabía. Conocía todos los detalles del desarrollo de aquel proyecto, pero se alegraba de que hablara con él en lugar de dejarse abrumar completamente por la ansiedad. —La espera me está poniendo muy nerviosa.—admitió tímidamente, sonrojándose. A Henry, no le interesaba su estado de ánimo. Sólo quería su útero y un óvulo. —No, te creas a mi también. Aquello la hizo reír.-Bueno, pues... El Doctor abrió médico su computadora portátil y se inclinó hacia adelante. Jennifer,se quedó paralizada y notó la tensión que se expandía desde su izquierda, donde Henry, estaban sentado. El desconocido que podía haberla dejado embarazada. —No, me esperaba que estuvieras embarazada tan pronto. —El Doctor alzó la mirada para verla a los ojos. —Felicitaciones. Está usted en la dulce espera. Jennifer, abrió mucho los ojos que pensaba que se iban a salír y tragó grueso; con el corazón a millon y la cabeza dándole vueltas, apenas podía sentir sus manos. —¿Esta seguro?- murmuró, y escuchó la risa de Henry. —Por supuesto que estoy seguro. Y es muy raro que funcione a la primera inseminación, pero gracias a Dios funcionó. Henry, desvió la mirada hacia Jennifer y le sonrió a contemplando su rostro. —Es cierto, lo que está pasando. Le dijo ella. El momento era extrañamente íntimo, gratificante y aterrador. —Así es. Respondió él, sacudiendo la cabeza. Jennifer, se acarició la parte inferior del abdomen de forma inconsciente, pero los ojos de Henry se posaron también en el vientre de ella. Le falló la sonrisa, y su corazón martilleó de emoción por la incontrolable necesidad de hacer lo propio. Pero no podía permitírselo. Resultaría extraño. Inapropiado. Cuando miró de nuevo al hermoso rostro en forma de corazón de la mujer que iba a dar un bebé, le dio un vuelco el corazón. De pronto, tuvo la sensación de que aquello no iba a ser solamente un proyecto independiente de nueve meses de duración. El torbellino de sentimientos protectores y posesividad que sentía hacia aquella mujer que llevaba en su interior a su hijo, hizo que se apoderara de él la necesidad de cuidar de ella. Era una actitud cariñosa, que no podía convertirse amor......
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