Caigo al suelo sin remedio, mis manos se llenan de fango, pero el agua del torrencial que cae del firmamento hacia la superficie de la tierra recorre mi piel hasta llegar a mis manos, descubriendo poco a poco las cicatrices y marcas que aquel lugar me ha ocasionado. Cada día en ese lugar fue una agonía y el respirar se ha convertido en una horrible pesadilla. Aún recuerdo esas noches en que desee morir, ya no quería seguir sufriendo, los golpes diarios, algunos injustificados y los trabajos forzados, eran tormentos que ya no estaba dispuesta a soportar. Mis lágrimas caen de mis mejillas hacia el suelo, se mezclan con el fango. Estaba preparada para morir, al fin de cuentas eso era lo que deseaba, ya no quería seguir sufriendo, por lo que la fecha establecida para mi muerte se había conve