Álvaro Duarte Me desperté temprano, Juliana aún estaba dormida. Me bañé y me arreglé para bajar a desayunar. Prefería por mucho vivir en casa de Andrés que en la de Evaristo, pero tenía que aguantarme. Baje las escaleras. En el comedor ya estaban desayunando Evaristo y su mujer. —Buenos días —saludé. —Buenos días —respondieron en unisonó. —¿Y Juliana, no desayunará? —preguntó patricia mientras limpiaba su boca con la servilleta. —Sigue durmiendo. —Quien como ella —dijo Patricia en forma de burla, la ignore. Una de las empleadas domésticas me sirvió jugo de naranja y unos huevos con frijoles en salsa. Tenia mucha hambre el día anterior no había comido nada tal vez por eso también estaba de mal humor. Me sentía mal por haber descargado mi enojo en Juliana lo peor de todo es que ella