—¡Ann se acaba de despertar!
—¡Primero iré a ver a tu hermana!
Después de decir eso, Julianna se cambió de ropa, se lavó la cara y las manos y usó desinfectante antes de caminar hacia la habitación de su hija.
—¡Ann, mamá ha vuelto!
—¡Mami!
Ann se tumbó en la cama y miró a Julianna con una sonrisa. Su pequeña cara era delgada, pero su sonrisa era brillante.
Desde que nació, padecía una cardiopatía congénita y anemia hemolítica. La función de producción de sangre de sus glóbulos blancos era deficiente, y tendría que recibir periódicamente el trasplante de nuevas células madre sanguíneas.
Durante los últimos tres años, Ann había estado tumbada en la cama, incapaz de mantenerse en pie. Tenía todo el cuerpo cubierto de heridas y cicatrices dejadas por los inyectores.
Los elevados honorarios médicos y los gastos del tratamiento de seguimiento hicieron que Julianna se aferrara.
Su mayor deseo era que su hija pudiera recuperarse algún día. Julianna esperaba poder ver a su hija de pie.
—Ann, ¿todavía te duele? —Julianna tiró de la delgada mano de su hija que estaba llena de agujeros de alfiler, ¡y le dolía el corazón!
Todos los días, cuando se enfrentaba a su hija, ¡se le llenaban los ojos de lágrimas!
—¡Ya no me duele! —Ann negó con la cabeza.
Cuando Julianna lo oyó, ¡casi se le saltan las lágrimas! Su hija acababa de someterse a una gran operación. ¿Cómo era posible que no sintiera ningún dolor?
—¡Mami, quiero comer chocolate! —suplicó Ann débilmente.
Durante los días posteriores a la operación, siempre sentía amargura en la boca. Tenía muchas ganas de comer algo dulce.
—Ann, mi buena chica. Acabas de tomar la medicina. ¡No puedes comer chocolate!
—¡Cuando te recuperes, mamá te comprará mucho chocolate!
Cuando Ann lo oyó, una mirada de expectación brilló en sus ojos. Asintió obedientemente. —¿Puedo echar un vistazo al chocolate?
—¡Sí, por supuesto!
¡Julianna metió un trozo de chocolate en la mano de su hija!
—No me lo comeré. Lo comeré cuando me ponga mejor.
Cuando Julianna oyó esto, ¡no pudo contener las lágrimas!
A Julianna no le preocupaba en absoluto que su hija se comiera el chocolate a escondidas, ¡porque su hija estaba tan enferma que no tenía fuerzas para nada! No podía comer por sí misma.
—¡Sí, Ann es la mejor chica!
—¡Megan, cuida de Ann! —Julianna no podía soportar mirar a su hija por más tiempo. Temía que le diera un ataque.
—No te preocupes... Cuidaré bien de Ann. —Megan Green miró a Julianna con preocupación—. ¡Señorita Reece, cuídese!
—¡Claro!
Julianna salió de la habitación de su hija y vio por casualidad a sus dos hijos husmeando en el ordenador.
—¿Qué estás haciendo?
—¡No, nada!
Alex y Bruce se sentaron junto al ordenador. Tras oír la voz de su madre, apagaron rápidamente el ordenador asustados.
Pasaban mucho tiempo con los ordenadores. Julianna estaba ocupada con el trabajo, y a veces estaba demasiado ocupada para detenerlos.
—No juegues demasiado tiempo. No es bueno para los ojos.
—¡Lo tengo, mami!
—¡Ve a lavarte las manos y prepárate para cenar!
—¡Vale! —Se escurrieron de sus sillas y corrieron al baño ¡mientras se reían!
—¡Hehe, ese chico malo definitivamente se sorprenderá cuando lo vea mañana!
—Calla, cállate. ¡Que no se entere mamá!
—¿Cómo se atreve a intimidar a mamá? Debemos mostrarle lo que tenemos...
Después de la comida.
Julianna leyó cuentos de hadas a los tres niños y, cuando éstos se durmieron, ¡siguió trabajando!
No cerró el ordenador hasta las tres y ¡ya estaba lista para irse a la cama!
En estos años, ¡solo dormía cuatro horas al día! La vida ajetreada y dura se apoderó de ella.
Al día siguiente.
—¡Ding!, ¡ding!, ¡ding!
Temprano por la mañana, antes de que Julianna se levantara, Glenn llamó.
—Hola, Glenn, aún es temprano. ¿Qué pasa?
—Julie, ¿has visto las noticias? —La voz profunda de Glenn sonó desde el otro lado de la línea.
—¿Qué noticias? —Julianna se frotó los ojos y ¡estaba confusa!
—Date prisa y comprueba Twitter. Comprueba los temas de tendencias.
Cuando Julianna oyó esto, ¡tuvo un mal presentimiento!
Hace seis años.
Había sufrido violencia cibernética. Eso casi la hizo tener una crisis nerviosa y suicidarse. Se preguntó si se trataba de ciberviolencia otra vez.
Julianna se estremeció y abrió rápidamente Twitter.
Los seis primeros temas de tendencias estaban relacionados con ella.
—La hija mayor de la familia Reece se lio con su cuñado hace seis años. Después de que la echaran de la familia Keaton, recurrió al Señor Hodson.
—La antigua rica número uno de Filadelfia luchó con su familia por la propiedad familiar. ¡Echó a su padre de la junta y monopolizó la propiedad familiar!
—La hija mayor de la familia Reece se quedó embarazada antes de casarse. El padre de los niños es un misterio...
Ocurrió de la noche a la mañana.
¡La noticia sobre ella se hizo viral!
Julianna leía una noticia con manos temblorosas. La gente se reía de ella y la maldecía. Algunos incluso le hicieron fotos terribles.
Seis años atrás, había sufrido una violencia cibernética que sacudió Filadelfia, ¡y las cosas parecían empeorar ahora!
—Oye, Julie, ¿estás escuchando?
Cuando Julianna leyó las noticias, ¡sintió como si hubiera caído en un pozo helado! La gente incluso puso su pasado sobre la mesa.
¡Ni siquiera se atrevió a leer las noticias!
—¡Julie, estaré allí pronto!
—Glenn...
—Julie, aguanta. No tengas miedo. ¡Espérame! —Después de que Glenn terminara de hablar, ¡tomó apresuradamente las llaves del coche y se preparó para bajar!