XIV. El rompecabezas sigue incompleto

3753 Words
El lunes por la mañana me levanté a las cinco de la mañana, me siento reborracha, me he acostumbrado a mis siete horas de sueño, hoy solo he dormido cinco, me acosté retarde hablando con Carolina, y cómo no hacerlo con tanto que ha pasado, hace tres años ella salió de Tunja para Bogotá y el año pasado se casó a escondidas con Julio, definitivamente no es cosa que puedas adelantar en tan solo una noche… Pero hoy me acostaré temprano en contra de mis deseos, así que para evitar accidentes una vez que me he tomado dos pocillos de café y he aprovechado el agua fría de la ducha, a pesar de todo, ya me empiezo a acostumbrar al agua helada que cae de la ducha de invitados, tengo que acordarme de decirle a Carolina que es bueno que ponga un calentador, y cómo voy a vivir acá los próximos seis meses, lo mejor será que yo ponga al menos la mitad. Al cabo de un rato de entrar al auto pongo mi GPS con la dirección de Vanesa, caliento el auto un momento porque según Julio, a estas horas no hacerlo es dañar el motor, ya he dejado todas mis compras y mis cosas en el apartamento en mi habitación, me he acomodado mejor y me siento casi como en casa, incluso más consentida porque Carolina está tan pendiente de mí que siento que Amanda la hubiera poseído a distancia ja ja; la he estado molestando con eso estos días, pero también he recordado todo lo que me río con ella, Carolina siempre fue la más divertida de las cuatro, por eso era tan difícil de llevarse bien entre ella y Amanda o con Solangie, que es la más tímida de todas. Quizás más tarde me acuerde y le escriba a Solangie, a ver que me cuenta, aunque no creo que la vea en los próximos seis meses mínimo. Al llegar a la casa de Vanesa conduciendo lento, me doy cuenta que guiándome con el GPS, llego en cinco minutos y es sólo seguir la línea recta entre barrios sin necesidad de salir a la vía principal, luego de que se sube al auto, me saluda con su habitual y radiante sonrisa, y entonces arrancamos a toda velocidad rumbo a la casa de Nariño, apenas son las cinco y cuarto cuando estamos saliendo, a esta hora no nos coge ningún trancón, pero pongo el GPS para buscar rutas alternativas y no llegar por la carrera decima que según Vanesa es mejor evitar, ya que es una de las más peligrosas en cuanto a delincuencia común se trata. Al cabo de unos cuarenta minutos hemos llegado, cogimos por la suba hasta la cien, luego la séptima y subimos a la circunvalar y ahí llegamos muy rápido sin ponerme a dar tantas vueltas, creo que le voy a enseñar ésta ruta al coronel, en realidad es bastante efectiva. Al llegar no nos permiten la entrada antes de seis, ya que aunque soy la jefe, tengo un jefe más y es el general, así que si quiero entrar, me tocaría pedirle permiso y no quiero realmente hacer algo si no es necesario, entonces reviso el reloj y me doy cuenta que faltan sólo cinco minutos, decidimos esperar con Vanesa en el auto, no me voy a poner a gestionar cinco minutos, pero entonces mientras esperamos vemos pasar una moto a gran velocidad por nuestro lado, no soy de ponerle mucha atención a las cosas, pero con lo que ha estado ocurriendo últimamente, creo que es mejor estar alerta. Al terminar los cinco minutos me abren la puerta y me dejan entrar, pero me hacen anotarme en una minuta como constancia que he entrado antes del cambio de guardia. Luego de parquear donde me indican, me bajo con mi asistente y caminamos despacio hasta la oficina, entonces aprovecho para preguntarle si los registros de las cámaras y los teléfonos los revisa el general, a lo que me responde que no, entonces como si lo hubiera invocado por medio de magia, allí está él entrando detrás de nosotras. Entramos tratando de ignorarlo y seguimos hasta la oficina, la abrimos con las llaves de Vanesa, entramos y como sospecho algo grande, le pido a Vanesa que me copie todos los registros de las cámaras y los teléfonos de la oficina de las tres últimas semanas y me los guarde en una USB, esa es mi primera orden urgente, y la segunda que no le diga nada a nadie de mi petición, ni siquiera al general; ella asiente con su cabeza y al cabo de media hora ella está entregándome la usb y el general atraviesa la puerta de mi oficina. -        Buenos días teniente, sargento; veo que madrugaron el día de hoy, eso está muy bien, y sin embargo me pregunto con cierta curiosidad el motivo, espero no estén tramando algo raro. -        Buenos días mi general –Le respondo – No, no hay ningún motivo por el cual se preocupe, simplemente es que la sargento Lopez vive cerca de mí y como hoy tengo pico y placa, decidimos llegar antes para evitar cualquier inconveniente, usted sabe, antes que nada somos la policía y hacemos cumplir la ley, pero sobre todo la cumplimos nosotros mismos, ¿No es verdad? -        Si teniente es correcto. –Nos mira con un deje de desconfianza, pero nosotras no le decimos nada más, a los segundos Vanesa reacciona y le responde. -        Si mi general, acá que llegamos temprano y aprovechamos para adelantar lo que habíamos dejado pendiente la semana pasada con el viaje a Tunja del coronel, usted sabe que como fue de un momento a otro, quedaron cosas pendientes. El general ya se iba a ir cuando al oír eso, se devuelve y le dice: -        De verdad sargento López, y que asuntos quedaron pendientes, ¿Por qué no aprovechó el viernes cuando vino el coronel? -        Ah, mi general, es que con el alboroto de todo lo que está pasando, lo de recibir el reporte por la muerte de la senadora, lo de la salida la próxima semana del presidente fuera del país a Argentina, y cosas así, hay tanto que firmar y controlar que… -        ¿Por qué no me pasa eso a mí? Pásemelo por favor, yo lo reviso, ah y de paso, por orden presidencial, necesito que me recupere los registros telefónicos y de cámaras de seguridad del último mes, y una vez que me los entregue, por favor elimínelos de los registros definitivamente. -        Sí señor, ya mismo se los paso, aunque la mayoría ya lo revisó la teniente, sólo nos queda coordinar lo de la seguridad perimetral de esta semana y lo de la cumbre de presidentes. -        De eso me encargo yo, déjemelo a mí -        Sí señor. Cuándo se retira el general me pregunta en un susurro a Vanesa: -        Disculpe jefe, pero ¿No le puede usted pasar los registros que le acabé de pasar?, Digo para no hacer doble trabajo. Entonces le respondo: -        Vanesa, ¿De qué me está hablando? – Le abro los ojos lo más que puedo y subo el labio inferior como preguntándole: ¿En qué habíamos quedado?, ella solo asiente con la cabeza y va a salir pero la detengo- Espera, por favor dime, ¿Qué es eso de la cumbre de presidentes? -        Ah jefe, deme un segundo ya le explico, voy a sacar lo del general y ya le cuento. -        Bueno listo, vaya y haga eso rápido, luego vuelve lo más pronto posible por favor. -        Si señora. Ella sale de la oficina y se sienta en su puesto que es el primero a la izquierda de la puerta de mi oficina, la diferencia entre su puesto y el mío básicamente es un metro cuadrado más y la división improvisada de madera y vidrio esmerilado que genera la oficina en la que me encuentro, incluyendo su puerta. Me pongo a revisar lo que me entregó Vanesa y después de revisar unos segundos el material y encontrar cuál es la cámara de vigilancia que monitorea el área de seguridad me pongo a revisar en detalle y recuerdo los días en los que desde acá llamaron a Laso, justo esos días estuvo el general acá, un escalofrío recorre mi cuerpo y entonces lo veo, entrando a la sala de juntas, coge el teléfono, marca el número y luego habla solo unos minutos en una, luego en la siguiente fecha, marca de nuevo, pero cada vez se demora menos, en la última semana no hay nada. Sin perder tiempo busco enviárselos a Víctor, pero son muy pesados, así que no sé cómo enviarlos, busco rápido en internet y me doy cuenta que convirtiéndolos en otro formato, puedo disminuir el tamaño, así que descargo un programa para convertir audios y videos y luego intento convertirlos, una de las opciones me permite dejarlos tan ligeros que podría enviar todos los videos en un solo correo, pero cuando reviso el resultado, pierde tanta resolución que no parece ser el general, luego realizo lo mismo con los audios y los marco a cada uno con la fecha y el número de la cámara, luego uno a uno cada video y cada audio se los envío a Víctor, luego me levanto despacio y cuando me voy a acercar a Vanesa, veo que el general también viene hacia nosotras, sin embargo no me amilano y me inclino sobre el escritorio y la silla de Vanesa de manera que le pueda hablar bajito, luego le pregunto a Vanesa si le falta mucho y me dice que ya terminó hace rato, pero al general lo hace esperar porque le parece curioso que ambos hayamos pedido lo mismo, el mismo día. -        No te lo puedo explicar ahora Vanesa, pero es algo que me encargó el coronel. –Sé que no es correcto usar así la confianza entre Vanesa y el coronel, pero estoy segura que él lo aceptaría. El general llega hasta el puesto de Vanesa y me dice: -        Teniente, por favor no distraiga a la sargento de lo que le pedí, por favor usted comience a revisar el protocolo de seguridad perimetral de ésta semana. -        Sí señor, ya mismo me encargo de eso. Me incorporo y me dirijo a mi oficina, entro y cierro la puerta, entonces puedo escuchar que en un tono bajo el general le dice a Vanesa -        No le explique nada de esto a la teniente, no es asunto de ella, y por favor concéntrese para que me entregue eso lo antes posible. -        Si señor Aunque el general trate de ocultarse, acabo de descubrir que fue él quien llamo a Laso, y no solo eso, fue quien lo chantajeó con tomar a su familia y de esa manera obligarlo a traicionarme, ahora surge un nuevo interrogante y es, ¿Cuál es el motivo que tiene el general para tomar a un efectivo de los míos, y obligarlo a disparar?, Además en las siguientes le garantizaba protegerlo a él y a su familia no solo económicamente sino también de la parte legal si aceptaba, supongo que por eso los sacó del país, y finalmente lo amenazaba con destruir su imagen y carrera de no hacerle caso y tratar de denunciarlo con otras instancias. Es un maldito, lo acorraló tanto que no pudo tomar otra opción, al final estoy segura que si le pregunto lo negará todo, o dirá que le dio opciones. Ahora comprendo por qué Laso me traicionó, por qué disparó, he establecido el motivo real de Laso, sigue sin resolverse quien marcó a la senadora para que el misil fuera dirigido a ella exclusivamente pero la hipótesis más segura es que lo haya hecho el coronel, sin embargo, tomando en cuenta que él me dijo que no y suponiendo que fuera honesto, solo queda una persona y es hacia donde está apuntando todo… Horas más tarde me golpea en la puerta Vanesa, abre solo un poco y mete la cabeza y me dice: -        Jefe, ¿Vamos a ver lo del pico y placa de su auto? -        Si por supuesto. Bloqueo mi equipo, recojo mi bolso y salgo de la oficina con Vanesa, dejé la puerta cerrada por si alguno quiere pasarse de curioso, el general no se da cuenta porque está en la sala de reuniones, y luego caminamos alrededor del palacio, luego dos cuadras más y llegamos a la alcaldía, allí me piden obviamente identificación que presento y de igual hace Vanesa, ella me acompaña como mi asistente y es quién se encarga de dar la información a todo el que nos pregunta. Media hora, varias personas y tres oficinas después tengo en mis manos un documento que me autoriza para circular sin restricción por Bogotá, eso es algo positivo, en definitiva una preocupación menos. Vamos de regreso al palacio y por la calle que da a la plaza de Bolívar, veo al mismo hombre que me disparó a mí y al coronel en la carretera; yo lo vi, pero él a mí no, o eso espero, pues lo vi de lejos y el parecía entretenido en una llamada telefónica, o quizás eso fingió. Cómo sea, agarro la muñeca de Vanesa y salgo corriendo en dirección del palacio, al llegar con el primer guardia volteo a mirar para atrás y no veo a nadie que nos haya seguido, entonces presento mi identificación y cruzo la primera valla de seguridad con Vanesa, entonces ella me pregunta: -        ¿Está bien jefe? -        Si, si, Vanesa, ¿Por qué la pregunta? -        Bueno, me hizo correr y está pálida como una vela, ¿A quién vio? Caminamos unos metros y cuando me aseguro que no va a escucharnos el primer guardia detengo a Vanesa del brazo y le cuento: -        Escúchame Vanesa, no quiero involucrarte en problemas que no son tuyos, pero…-Respiro y miro de nuevo para atrás. – El coronel me dijo que tengo que confiar en mi equipo y tu eres parte de mi equipo en éste momento, así, que, voy a confiar en ti…-Mi pecho sube y baja a toda velocidad, mis nervios están de punta, entonces lo suelto todo- Prométeme por favor no hablar de esto con nadie más. -        Jefe me preocupa mucho, no se ve bien, y la verdad le digo que si en algo la puedo ayudar, no es sino que me diga, espero que de verdad no me traiga tantos problemas, o quizás si me cuenta, le pueda dar una solución… -        Vanesa, por favor, promételo. -        De acuerdo jefe, lo prometo. -        Dilo bien, por favor. -        Jefe, le prometo no hablar con nadie ni informarlo de ninguna manera, lo que sea que me quiera confiar. -        De acuerdo Vanesa, escúchame, Tú sabes que la semana pasada murió la senadora Camargo, ¿Verdad? -        Si señora, al parecer fueron dos de los nuestros, pero como están muertos ante los medios se dijo que fue un extranjero de la cual no hemos podido capturar y el caso ya está archiva… -Se detiene al ver mi cara y mi cabeza moviéndose de lado a lado lentamente. -        Escucha Vanesa, eso pasó en Tunja, bajo mi vigilancia, -Ella abre la boca y se la tapa con ambas manos- Si, pero eso no es lo peor, lo peor es que no fueron los dos fallecidos, bueno, ellos si tuvieron que ver, pero fue uno de mis hombres, tiene orden de captura, pero no lo van a encontrar, está fuera del país, por cierto el coronel me dijo que arregle el pasaporte, tendré que hacerlo mañana, en fin, el punto es que parece que hubo alguien más involucrado, alguien con mucho poder, al principio pensé que era el coronel, pero ahora lo sé, y sé que no fue el, a él solo lo estaban inculpando, pero ya sé quien es el responsable. -        ¿Quién es? -        No me interrumpas, quizás sea mejor que no lo sepas aún, el asunto es que como yo estaba avanzando bastante, han querido evitar que sepa la verdad, así que el viernes enviaron un asesino a callarme. -        No -        Si Vanesa, ese es el asunto ahora, en la carretera nos atacó al coronel y a mí, pero el coronel evitó que nos matara y creo… Creo que lo vi en la otra cuadra. -        ¿En serio? ¿Dónde? -        Vanesa, al otro lado girando, lo ví cuando veníamos de la alcaldía. -        Mierda…Disculpe jefe. -        Está bien, el asunto es que normalmente no me acobardo y podría detenerlo si no supiera que es a mí a quien busca, entonces si me le acerco, quizás le hago las cosas más fáciles, no lo sé, a nosotras nos entrenan para todo, pero no se sabe qué hacer en estos momentos, sin embargo yo no soy de esconderme y correr a menos que no vea otra alternativa, y lo he estado pensando y no doy…-Respiro de nuevo, mis ojos tienen lágrimas a punto de salir, pero me las aguanto, no puedo permitir que me vean llorar y menos una subalterna. -        De acuerdo jefe, da susto no lo niego, pero nosotras somos dos policías, saque su arma y vamos a hacerle frente. -        Si, lo lamento, nunca se sabe cómo vamos a reaccionar frente a una amenaza, y a veces reacciono bien, otras no tanto. -        Bueno vamos. Nos devolvemos y el guardia nos mira raro, cada una saca su arma y con disimulo para no llamar la atención de los civiles nos acercamos a la esquina, contamos tres y saltamos a la calle, apuntamos nuestras armas, pero allí, no hay nadie, bueno si hay personas subiendo y bajando que nos miran como si estuviéramos locas por apuntar nuestras armas a ninguna parte, pero no está el hombre de la moto, me pregunto si estará dejándose ver para luego atacarme como lo dijo el coronel, o si sólo habrá sido casualidad que yo lo viera y el a mí no…o si al igual que todo lo que tiene que ver con lo de la anciana, los sueños y visiones…¿Será que me estoy volviendo loca? Guardamos las armas y nos devolvemos despacio al palacio, cuando el guardia nos da la entrada nos pregunta qué sucedió que vio sospechoso toda la escena y nos siguió con la mirada. Le expliqué que habíamos pensado que había un robo en la cuadra, pero al parecer solo eran dos amigos jugando, que no es algo que se vea habitualmente en Tunja y por eso sobre-reaccioné. Él sonríe y me dice: -        Si mi teniente, afortunadamente en ésta zona lo más violento que se ve es cuando hay marchas y protestas, que lanzan molotovs contra nosotros y luego llega el esmad a contra atacar con sus gases y granadas, pero robos como tal no se ven, porque o lo hacen muy disimulado o simplemente no se arriesgan, aunque no lo crea, somos bastantes prestando seguridad al sector, je je. -        Gracias soldado, le agradezco su información y su atención, a la próxima le avisaremos primero a ustedes para no hacer el ridículo. –Le digo poniendo una de mis sonrisas coquetas, sé que funciona porque él también me sonrió y casi me guiña un ojo. Volvemos al palacio y veo que mi documento está un poco arrugado sé que fue por el susto del asesino, lo tenía en la mano y sin querer lo agarré más duro. Entramos en la oficina, abro la puerta de la oficina y lo guardo en medio de unos libros que están una biblioteca improvisada, espero a que se aplane un poco. Una hora después al salir a almorzar, le pido a Vanesa abusando un poco de su buena voluntad que me indique dónde poder almorzar, ella me dice que el palacio tiene una cafetería donde todos los funcionarios van a almorzar y llevan su almuerzo, pero con gusto me acompañará a buscar una cafetería dónde van los que no llevan, eso último lo dijo en un tono de regaño que me acordó a mis amigas, sino es porque es mi subalterna, me hubiera puesto a empujarla con el hombro para que no me regañara, pero de igual me agrada darme cuenta que ya me tiene confianza y eso es bueno. El resto de la tarde me la paso analizando otros hechos, me pregunto la razón de que el coronel tenga libros en una biblioteca en su oficina, reconozco que si fuera mía, sería lo último que tendría, eso de embobarme como Amanda, no es lo mío. Reviso título por título y me doy cuenta que si bien es cierto algunos son los clásicos de todo militar como el “arte de la guerra”, o “guerra en el golfo”, también hay varios de literatura y para sorpresa mía encuentro un libro completamente romántico, se lo oí mencionar a Amanda una vez y la regañé por creer que esas historias eran ciertas, así que le tomo una foto y se la envío al coronel con la pregunta adicional: -        ¿”Orgullo y prejuicio” coronel? Ja ja ja. Ja ja ya me imagino la cara cuando lo vea, entonces por mi cabeza se me cruza la idea de que quizás sienta que le coqueteo y quiero borrarlo, pero es demasiado tarde, no sólo lo ha visto sino que ya me está contestando, entonces llega su respuesta: -        Si teniente, es de mi hija, recuerda que le dije que tengo dos hijos, una es niña y el otro es niño, me lo prestó para que lo leyera porque dice que así quizás la entienda un poco más, puede leerlo si lo necesita. No sé qué contestarle pero siento el calor en mi rostro, me quedo muda así que él vuelve a escribirme -        Notará que a veces le queda un rato libre para hacer cosas como leer, pero en su caso, no perdería el tiempo, recuerde que entre más se demore en terminar lo que empezó, más tiempo se queda allá, y por cierto, léalo y me lo cuenta como parte del informe al regresar. ¿Eso fue un regaño? ¿O fue un coqueteo? Por Dios, lo que me faltaba, que me pongan a leer libros para amas de casa… Sin embargo, mirándolo bien, quizás si lo lea tenga algo que discutir con Amanda que no sea mi vida, así que me lo pondré de tarea mañana.
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