XIX. Buscando fantasmas

3530 Words
Nos movemos relativamente rápido pues la hora pico ha pasado, estamos bastante lejos del hospital pues lo llevaron a uno cercano a la bodega dónde casi muere, nos identificamos como policías en la recepción y nos indican que en el momento se encuentra en cuidados intensivos, sólo se ha autorizado el acceso a los policías que venían custodiando la ambulancia, pero no dentro de la habitación, ahí solo pueden ingresar los médicos y las enfermeras. Entonces nos dirigimos hasta la puerta de la habitación de cuidados intensivos y encontramos a los hombres de Manuel haciendo guardia. - Hola jefe, ¿Qué sucede?, acá todo está normal, no ha sucedido nada raro. - Hola Flores, no está pasando nada raro, lo que pasa es que el hombre que está adentro puede tener información importante, pero sha nos dijo la enfermera que no podemos todavía preguntarle nada, así que tenemos que cuidarlo porque al parecer según la comandante Durand, en cualquier momento pueden intentar rematarlo. - ¿Cómo, así están las cosas? - Si Flores, es por eso importante que estén preparados, ¿Quién ha entrado a la habitación?- Le pregunto. - Pues comandante Durand, hasta ahora sólo el doctor Acosta, es el que lo ha atendido desde que shegamos y dos enfermeras, de eshas no me sé el nombre… - Flores por favor préste más atención, no podemos permitir que el subteniente Laso muera - ¿Quién? - El hombre en la habitación, es subteniente de la policía de Colombia. - ¿Cómo? –El mira a Manuel buscando una explicación, pero el inspector se limita a asentir. - Es muy largo de explicar ahora Flores, voy a pedir autorización para revisar la habitación…-Camino hacia la recepción y después de discutir un poco con la jefe de enfermeras, acepta que ingrese sola. Ingreso a la habitación y reviso por todo lado, Laso está acostado con tubos por todo lado, incluso en la garganta, está inconsciente y tiene un morado en la frente, supongo que también se golpeó en la caída a pesar de haber caído sobre Jazz; más allá de eso, no parece que haya nada raro en la habitación, estamos en un tercer piso, pero desde las ventanas se ve más alto, supongo que deben haber una o dos plantas de parqueaderos subterráneos, los cuales no se ven desde el frente, luego a unos quince o veinte metros se ven unas jardineras, y una plazoleta con banquitas y una fuente. Luego de revisar la habitación y el baño de la misma, salgo convencida que no hay nada raro que pueda alterar la recuperación de Laso, así que una vez que salgo la jefe de enfermeras me dice con un tono bastante molesto: - Ustedes pueden ser muy buenos como policías, pero nosotros sabemos lo que hacemos también. Quiero decir algo pero antes de que le pueda responder, ella se cierra la puerta, se gira y se va. Nos despedimos de los muchachos que quedan allí, no deberíamos dejarlos solos pero cada minuto cuenta, son alrededor de las ocho y media de la noche, entonces le pregunto al inspector: - Manuel, ¿Qué sucedió con la vigilancia del edificio donde se encontraron Jazz y el tipo alto? - No he vuelto a preguntar pero, sha te digo. De nuevo toma su teléfono y llama a Gómez, después de un momento no parece haber nada nuevo, así que le digo a Manuel que vayamos a ese lugar, él acepta, pero antes de que lleguemos a la recepción vemos al tipo alto hablando con la jefe de enfermeras, lo sabía, él viene a terminar su trabajo. Manuel quiere retenerme para que escuchemos con atención que es lo que quiere, pero yo estoy decidida a encararlo, así que me suelto mi brazo de la mano del inspector y me acerco a la recepción mientras digo en voz alta y llevo mi mano a mi arma alistándola para dispararle en cualquier momento: - Señor, ¿Dónde está la familia de Laso? Él me mira con una mezcla de fascinación pero a la vez de sorpresa, se limita a contestar mientras se aleja y lleva su mano hacia atrás de su espalda: - Teniente Dugand, “c'est une belle surprise” quiego decig, es una sogpesa aggadable encontagla acá, desafogtunadamente, debo guetigagme pues tengo cosas pend. - Le entendí muy bien la primera vez, pero suba las manos por favor y nadie saldrá herido, y dígame, ¿Dónde está la familia de Laso? - Buenoooo, ese asunto es “impogtant” pego, no puedo decigtelo. –Se va acercando a la salida de emergencia mientras camina para atrás, a pesar que ha levantado sus manos dado que le estoy apuntando, siento que Manuel viene detrás pero no me volteo a confirmar. - ¡Deténgase o disparo! - Je je, kego que no está siendo consciente de lo que dice, pues no kego que vaya a dispagag aquí - Si es preciso lo haré, no me rete. –A pesar de estár siendo amenazado con un arma de fuego sonríe, ha llegado a la puerta de emergencia, he ido caminando con él, tiene razón, no estoy autorizada a dispararle así nomás, pero no veo de otra. Entonces en un arranque de locura se gira y se lanza sobre el seguro de la puerta, la abre y se mete por las escaleras de emergencia, corro y lo sigo escaleras abajo, escucho como va saltando, para su tamaño es bastante ágil, lo sigo como puedo hasta el parqueadero donde lo pierdo de vista. - No le sirve de nada esconderse señor, tarde o temprano lo encontraré. –Apunto con mi arma hacia el frente y los lados, pero sólo veo filas y filas de autos estacionados, no dice nada así que continúo- ¿Por qué mató a los suboficiales en Tunja? ¿Acaso no le habían prestado bien el servicio garantizando el hueco de seguridad? Un error evidentemente innecesario… Persiste el silencio, en ese momento suena un timbre, el ascensor se abre, giro de manera automática y sale Manuel del ascensor, entonces una sombra corre por la otra fila a mi izquierda, voy a seguirla pero llega al borde del parqueadero y salta la barda que está apenas a la altura de la cintura, me acerco y veo que de alguna forma ya está corriendo por la planta de abajo, debe practicar parkour. Pienso si debo seguirlo así que voy a saltar la barda yo también pero las manos de Manuel me toman por la cintura y me evitan saltar trayéndome de vuelta al parqueadero contra mi voluntad. - ¿Te volviste loca? - Loco tú, que no me dejas atraparlo, ¿Por qué me detuviste? - Te ibas a matar Marion. - No sabes de lo que soy capaz Manuel - ¿Qué, ahora me vas a decir que sabés volar? - No, obvio no, pero alcanzaba a seguirlo, ahora de nuevo se nos ha escapado. Él se acerca a la barda y mira para abajo, calcula la distancia y me dice: - Mirá, perdón, es que a veces te veo tan pequeña tan delicada que se me olvida que sos policía también y quiero protegerte y… -Se sacude la cabeza- Vamos por el auto, vamos al edificio de la otra noche, ¿De acuerdo? - No soy pequeña ni delicada, soy más alta que muchas mujeres y te aseguro que donde me vuelvas a hacer una de éstas, ¡Vas a conocer mi fuerza! - Vale, vale, perdonáme. Caminamos al ascensor para subir a la primera planta y salir por la puerta principal del hospital donde hemos dejado el auto parqueado en un sitio temporal. Llegamos al auto y de nuevo me voy en el asiento del pasajero así que Manuel me quiere decir algo, pero yo estoy tan enojada que con una mirada él entiende y se detiene en su intento de hacer bromitas tontas que solo me sacarían más el mal genio. Durante el camino vamos principalmente en silencio, sin embargo en un momento él me pregunta que plan tengo al llegar al edificio y le respondo: - No lo sé, no tengo ningún plan, supongo que quiero saber que hay allí, por otra parte es probable que no haya nada, pues es solo una casa vieja y ya no tiene que pagarle a Jazz ni a Laso, así que perfectamente se puede ir y lo hemos perdido, así como la única oportunidad de saber dónde está la familia de Laso. - Oshe, perdonáme sha Marion, sé que estuve mal, no debí detenerte… - No, no debiste - Si lo sé, pero es que…!Agh! –Su expresión es de frustración- - Es que ¿Qué?, que vas a decir, ¡que soy débil e incapaz! - No he dicho eso - Si, si lo dijiste - No, es sólo que… - Ya dímelo, es que ¿Qué? - Que me importás, ¿Sha?, me importás y no quiero perderte así nomás. Su confesión me desconcierta, una sonrisa se me dibuja en el rostro, pero como estoy mirando por la ventana, él no me ve, sin embargo con eso no me va a convencer. - Y crees que con eso ya te disculpé, pues, ¡que sencisho!, ¿verdad? –Imito su acento argentino con un tono de sarcasmo. - No, no es sencisho, es que, hemos estado estos días tanto tiempo juntos que… - ¿Qué?, ¿Me vas a decir que te enamoraste de mí por tres días de trabajar juntos y algo así? Pues que lindo, pero no te creo. –Bueno, lo reconozco, eso sonó cruel, la verdad es que yo si me estoy ilusionando con él, pero no quiero que lo sepa. - No Marion, no se trata de eso, pero si… ¿Sabés qué? - ¿Qué? - Dejáme tranquilo, sho me voy a dedicar a mi trabajo y sha, no te vuelvo a decir nada más, perdonáme de nuevo. Quiero decirle algo más, pero me enoja que crea que con una disculpa tan tonta va a cambiar algo de lo que dijo o hizo, si hay algo que me saca lo peor de mí es que crean que no soy capaz, pues yo misma me he demostrado y a muchas más personas que soy tan capaz como un hombre e incluso mucho más. Sin embargo, debo ser consciente y reconocer que nunca he intentado un salto como ese, quizás lo hubiera logrado, quizás me hubiera roto las piernas… Con ese pensamiento llegamos al edificio donde se encontró el tipo alto con Jazz, está cerrado, así que le pido a Manuel que me suba prestándome sus manos y apoyándome sobre ellas para que con su impulso y el mío alcance el techo de la casa. Él hace lo que le pido y aunque no logro la misma altura que cuando trabajo con mi equipo o con el lanzamiento del teniente Castillo, alcanzo a agarrarme fuerte del borde de la cornisa, y aferrándome con todas mis fuerzas trepo hasta el techo, está todo muy oscuro pues la luz del alumbrado público llega muy tenue hasta acá, hay todo tipo de basura por todo lado, una puerta en la mitad del techo me indica por donde debería bajar, sin embargo es evidente que se encuentra cerrada y asegurada, no la sacudo duro para no generar ruido, pero continúo avanzando y al otro lado encuentro una ventana rota. Me descuelgo con esfuerzo por ese lado del techo y trato de apoyarme en el marco de la ventana, afortunadamente con mis botas la posibilidad que me corte al pisar los vidrios disminuye bastante, pero aun así pateo un poco los vidrios para abrirme paso, evidentemente eso suena bastante duro, ruego por que no haya agitado demasiado las cosas y subo mis pies de nuevo, espero unos segundos y al no oír más sonidos ni voces, vuelvo a intentar meterme por la ventana. Una vez abajo me demoro unos segundos acostumbrándome a la oscuridad, apunto con mi arma en todas las direcciones, recuerdo que me deshice del chaleco antibalas más temprano, pero no de la linterna, así que la saco y apunto con ella a todas partes donde apunto con mi arma, al interior se ven escombros y muebles rotos, es evidente que pandilleros y habitantes de calle han cogido éste edificio como escondedero. Me muevo rápido y reviso habitación por habitación del segundo piso, no hay nada, llego al primer piso lentamente después de ubicar las escaleras de cemento al lado derecho, el primer piso por el contrario del segundo, está completamente vacío, una mesa al fondo y una lámpara de piso es todo lo que hay, la lámpara está encendida y parece haber unas hojas extendidas, me acerco a ver y para mi sorpresa son los planos de la ciudad de Buenos Aires, aquí está toda la información de la operación nuestra, la ubicación de cada uno de nuestros hombres y hasta la probable ubicación mía, también hay planos de la casa rosada y de la distribución posible de los presidentes, de manera que me doy cuenta que están marcados con rojo los lugares de las únicas dos mujeres presidentes en la cumbre. La cabeza me da vueltas, suena demasiado cliché, pero es lo único que parece tener sentido, parece que todo esto es un ataque contra las mujeres con alguna clase de poder en latino américa, pero… ¿Por qué? Me pongo a pensar en qué razón habría y quién será el jefe del tipo alto cuando escucho voces afuera, parece que hay una discusión, disparos, ¡Mierda!, tengo que salir cuanto antes de acá, sin embargo antes tomo fotos con mi teléfono de todo lo que veo, procuro dejar todo como estaba y subo rápido al segundo piso me cuelo por la ventana por la que me metí y me agarro con fuerza para evitar caerme, la bajada fue más fácil que la subida, en éste caso me toca agarrarme de la bajante de agua para alcanzar, recuerdo lo que dijo Manuel que soy chiquita y aunque soy más alta que el promedio, mi metro con sesenta me está haciendo sudar acá. Logro subirme al techo y respiro agotada, me repongo y camino agachada hasta el borde delantero de la casa, miro hacia abajo y veo que Manuel está detrás de su auto disparándole al tipo alto, quien también le responde los disparos, ésta vez no intenta huir, así que aprovecho mi posición de ventaja y apunto en su dirección, disparo y lo derrumbo el tiro le da en el brazo, quiere levantarse pero le disparo de nuevo al otro brazo y lo tengo a mi disposición, Manuel mira para arriba intentando verme, pero dudo que me vea en la oscuridad. Me descuelgo rápidamente y corro hacia el tipo alto, sin embargo ya se ha levantado y ha recogido su arma, con la que me apunta y me mira con una risa malvada: - Teniente Dugand… Debí matagla cuando la ví en el hospital de Tunja. - Si, debió, pero no pudo esa tarde ni matarme ni seguirme, es evidente que ésta partida se la gané, dígame que sabe de la familia de Laso. - Jaja, teniente, estoy hegido es ciegto, por su tigo, también es ciegto, pego, sigo agmado y en éste momento usted tiene su agma abajo, pog más gapida que sea, no alcanzaga a hegigme de gavedad, yo en cambio, solo debo apegtag el gatillo; así que, no está en posición de pedig nada. - Tiene razón, yo no, pero él sí. –Manuel se ha acercado por detrás y le apunta con su arma cada vez más cerca. - Ja ja ja, teniente, inspectog, paguece que me tienen acogalado, pego, kego que debo despedigme. - A que… En el preciso momento en que íbamos a detenerlo se escucha un helicóptero sobrevolándonos, no lo había visto, es n***o y comienza a dispararnos, del helicóptero cae un cable el cual el tipo alto corre y lo alcanza sujetándoselo a la cintura, comienzan a ascenderlo mientras nosotros nos cubrimos detrás de un auto, no parece que quieran matarnos, sino simplemente detenernos, intento levantarme para disparar, pero las balas pasan rozándome el cabello, abren huecos en la pared de la casa y poco a poco se detienen mientras el ruido del helicóptero se aleja. Resignada echo mi cabeza para atrás mientras cierro los ojos, creo que la estoy apoyando contra la llanta porque me molesta la cabeza, respiro y me vuelvo a echar para adelante, pongo el seguro a mi arma y miro para el lado, el inspector está en el suelo, herido en el costado izquierdo, al estar al otro lado del auto, esconderse le fue más difícil y ahora está herido. - No, no, no, Manuel, Manuel…Dios, ¿Dónde te dieron?- Me agacho a su lado - Agh, esto...humm…duele mucho…., estoy bien Marion, solo es un rasguño… -Quiere hacerse el valiente, sin embargo la sangre le sale a chorros. - Por favor no digas nada, vas a estar bien, necesito una ambulancia, ¿Cómo la llamo?... Dios, esto no puede estar pasando… - Toma mi radio. –Afloja la presión sobre su costado para dármelo, su mano ensangrentada ensucia el radio, aun así uso el radio y llamo al último canal, me responde uno de sus muchachos y solo les digo de afán. - Hola, por favor envíen una ambulancia acá, el inspector está herido no sé cuánto tiempo va a durar. - Hola, ¿Quién habla? - Soy la teni… la comandante Marion Durand de la comitiva de Colombia, estaba en un seguimiento de pistas y nos atacaron con ametralladora, mire por favor, es urgente - Si si, comandante Durand, sha le envío una ambulancia, me regala la ubicación? Miro hacia todos lados, Manuel me dice la dirección con voz ronca y cada vez más bajita, yo la reproduzco en la radio. - Estamos en la Lizandro de la torre con Manuel de artigas. - Gracias comandante Durand, ya mismo van para ashá. Me quedo con Manuel, hablándole para no dejarlo perder la conciencia, no sé cuánto tiempo pasa pero me parece una eternidad, aprovecho el radio para pedir una investigación forense en la misma dirección lo antes posible, me dicen que es poco probable conseguir suficiente personal, pero harán lo posible, ya que son casi las nueve de la noche, y aún el personal forense tiene horario de oficina a no ser que sea algo muy urgente. Ante esa respuesta caigo en cuenta que estamos detrás del auto del tipo alto y entonces reviso si lo puedo abrir, y sí, al parecer en el afán de responder los disparos de Manuel, olvidó cerrarlo. Así que reviso en los espejos, la guantera, debajo del asiento y si. Justo debajo del asiento hay un teléfono celular, lo desbloqueo sin problemas y reviso el último número marcado y los contactos, no parece tener ninguno guardado, pero el celular tiene un número marcado que no tiene indicativo, supongo que es local y se encuentra dentro de Argentina, lo marco y no hay respuesta, pero la línea está activa, así que lo guardo en uno de los bolsillos del pantalón y sigo revisando que más hay. Al darme cuenta que no hay nada más, abro el maletero y allí encuentro unas cuerdas, bastante c4, unas bolsas negras, tres para ser exactos, una pala y un bulto de cal. No hay que ser un genio que pensaba hacer con esto, evidentemente iba a explotar algo, matar a tres personas indefensas y luego enterrarlos con cal para acelerar la descomposición. De nuevo me siento despegar de mis propios zapatos, la realidad de lo que el tipo alto planeaba es aterradora, y sé quiénes son esas tres personas, pero todos los materiales están nuevos, lo que significa que aún están vivos. De inmediato me doy cuenta que si estaba planeando matar a los familiares de Laso, es muy probable que busque matar a Laso también, así que le hablo a Manuel. - ¿Manuel, cómo vas Manuel? - Acá sigo en el mundo de los vivos, no te desharás de mi tan fácil, je je. - No hagas esas bromas, ¿Puedes llamar a tus hombres en el hospital? - No, no puedo, pero tu si, saca mi teléfono, desbloquéalo con una M y marca el penúltimo número. ¡Agh!. - ¿Dónde lo tienes? - En el bolsillo derecho de mi pantalón. - Pero eso es del otro lado, no quiero hacerte daño. - Lo soportaré. –Él se gira un poco y logro meter la mano en su pantalón, agarro el teléfono y en ese momento él me asusta. - No, eso no Marion, eso lo podes coger después, el teléfono. Ja ja. –Saco el teléfono de su bolsillo y le doy un coscorrón en la cabeza. - ¿No maduras verdad?, sólo cogí el teléfono ¿Cómo puedes hacer bromas así? - Ja ja, ¡Agh! Tomo el teléfono entonces y lo desbloqueo con la M como me indicó, me pregunto por qué habrá usado ese patrón, pero no me distraigo y llamo a Flores. - Hola, soy la comandante Durand.

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