III: Hueco de seguridad

3548 Words
Me subo al carro con Víctor, en el camino a la estación me vuelve a preguntar por mi estado de salud, luego me mira la ropa y se burla de mí, le pido que no me moleste y que es lo mejor que he encontrado teniendo en cuenta que no debía andar por la calle con mi uniforme hecho harapos. Al llegar a la estación me dice: -        ¡Ay Durand! Si no te metes en problemas sola, te los inventas, ja ja ja -        Ya Castillo, deje de molestarme, vamos a la oficina, necesito ver lo que tenemos y empezar el informe. Entramos a la estación y luego a la oficina, me siento en mi escritorio y abro mi cajonera, efectivamente ahí esta mi uniforme limpio y doblado como siempre, reviso mi arma y también la encuentro donde la dejé, no vuelvo a salir de la oficina sin mi buena amiga, así que me la pongo con el arnés al cuerpo y encima me pongo una chaqueta negra de jean que uso para el frío, me siento y comienzo a hacer una lista de los hechos que tengo, además de las situaciones encontradas; por su parte Víctor continúa haciendo llamadas y ordena documentos que tiene regados por todo su escritorio, supongo que se los habrán puesto en el transcurso de la tarde, porque yo misma vi cuando él lo dejó todo ordenado. Luego tomo mis apuntes y reviso cada detalle, hago memoria de los compañeros que estaban al frente cuando sucedió la explosión, muchos eran sargentos,  y cabos, hombres y mujeres emocionados por la visita de la senadora que se les permitió estar al frente mientras yo estaba un poco más atrás, debía estar vigilando así que por más que quisiera no podía estar cerca de ella, reviso que también entre los suboficiales estaban Arango, Sánchez, Castro y Guzmán, cuatro de mis hombres que puse allí como posición avanzada en caso de requerir acción inmediata para yo poder reaccionar en caso de un ataque directo, a Laso lo tenía cubriendo el tercer anillo de seguridad como coordinador de los suboficiales para las maniobras de seguridad, ese anillo de seguridad da justo con la casa del alcalde, entonces caigo en cuenta que no todos mis hombres están muertos. Tomo mi teléfono y marco a Laso, timbra una, dos y tres veces, pero no contesta; es extraño que algo así suceda, vuelvo a intentar dos veces más, y el resultado es el mismo, entonces cuando veo que Víctor deja su teléfono le pregunto: -        Castillo, ¿Tú también tenías a alguien en el tercer anillo de seguridad, verdad? -        Si, ¿Por qué? -        Es que estoy buscando a Laso y no me responde, quisiera saber si alguno de los tuyos lo vio o sabe algo. -        ¡Uy mamita, ¿Se te perdió el Boyaco?, Pilas no me de papaya para avisarle a mi general. -        No sea tonto, de verdad hoy no estamos para competir, no lo encuentro y quiero saber que ha sucedido con él. -        Pues Durand, si quiere llamo a Rodríguez que está coordinando lo del personal forense en la iglesia. -        Si por favor le agradecería. Víctor coge de nuevo su teléfono y hace un par de llamadas, presto atención a lo que dice, al cabo de un rato cuelga y me mira, entonces negando suavemente con su cabeza me dice con una mirada preocupada: -        Durand, no quiero preocuparte, pero no lo han visto desde las cuatro y media. -        ¿En serio?, ¿Qué dice Rodríguez? ¿Qué lo vieron hacer antes de perderlo de vista? -        Durand, no soy tu niñero…Sin embargo, aunque lo fuera, no puedo ayudarte. -        ¿A qué te refieres? -        Pues teniente, cada uno de mis muchachos estaba haciendo lo suyo, no podemos estar pendientes de nadie, pero la última vez que lo vieron dicen que iba a hablar con el líder del cuarto anillo, pero ese y el quinto, eran responsabilidad de Arbeláez mi muchacho, y él niega haberse entrevistado en toda la tarde o la noche con tu hombre. -        Entonces algo debió pasarle en ese tramo, ¿Has verificado si las bajas fueron sólo acá en la estación? -        Sí, me faltan dos suboficiales: el sargento segundo Alarcón y el cabo Primero Suarez, pues no son bajas, pero no aparecen. -        Dame los números de esos dos por favor. -        Durand, este favor te va a costar caro. -        Déjate de bobadas Castillo, estamos los dos en esto y tenemos que apoyarnos, y si quieres de verdad cobrarme, te prometo que cuando todo se resuelva, si de verdad me apoyas, vamos por una de aguardiente. -        ¡Uy de verdad!, Eso Durand, usted si sabe cómo me gustan las cosas. -        Sí, pero quiubo a ver, los números. Víctor me pasa los números, y comienzo a marcar pero no responden, entonces salgo de la oficina y voy a donde los de comunicaciones, hablo con ellos para rastrear las tres líneas y después de unos quince minutos, me indican la última posición ubicada, la cual coincide tanto en hora como en ubicación en donde se supone que deberían estar, luego pareciera que no solo los hubieran apagado, sino destruido pues no hay rastro de la señal más baja que es la de la red de comunicación, por el radio institucional que se les había entregado ninguno de los tres responde, es imposible que estén totalmente incomunicados, entonces regreso con una mano en la cabeza a la oficina y al entrar Víctor me pregunta: -        ¿Los encontraste? -        No, lo peor es que no responden ni al teléfono ni al radio, nadie los vio después de cuatro y media y el atentado fue faltando cinco minutos para las cinco. -        Les da suficiente tiempo para preparar cualquier cosa. -        ¿De verdad puedes desconfiar así de tu propia gente? -        Durand, pensé que entre los dos, tú eres la más sensata, piensa, es lo lógico, ¿No? No quiero darle la razón a Víctor, pero tiene razón, esa es definitivamente una buena hipótesis, pero yo quiero confiar en mi gente hasta el último momento. Recojo mis documentos, mi linterna de bolsillo, un encendedor y un cargador de balas para mi semiautomática SIG SAUER, cierro de nuevo con llave y salgo de la oficina, escucho que Víctor me pregunta a dónde voy, pero no me detengo a responderle, entonces salgo al parqueadero y me subo a mi auto, enciendo mi vehículo y me dirijo a las ubicaciones que me dio la gente de comunicaciones, entonces veo que la última ubicación de Laso fue frente a una serie de locales, en un callejón que debía estar cerrado durante las horas de la tarde, a ésta hora y con todo lo que ha sucedido ya está habilitado para que cualquier vehículo circule sin restricción, veo que estoy a solo unas dos cuadras de la casa del alcalde, y a tres de la iglesia, desde mi vehículo estacionado en un costado de la calle, dibujo la posición de Laso respecto a los puntos de las escenas sospechosas, entonces apago el motor, me bajo del auto y me dispongo a caminar hasta la iglesia nuevamente cuando la misma anciana que vi cuando el tipo alto me perseguía, viene caminando hacia mí, entonces me le voy de frente para preguntarle cómo hizo ese acto de desaparición de antes, pero ella se detiene a un metro aproximadamente de mí, me mira y gira la cabeza mientras me dice: -        No lo vas a encontrar fácilmente, requieres ayuda de los espíritus. -        Señora, por favor deténgase e identifíquese, soy policía y requiero que me responda por favor a quién se refiere, y cómo hizo lo de la tarde. -        Mijita, no soy de importancia en éste momento, pero tú tienes el tiempo en contra. -        ¿Cómo sabe eso? -        Busca apoyo en los espíritus, ellos te dirán, acá no vas a encontrar nada. -        No la comprendo señora, eso no existe, por favor identifíquese y sea clara. La señora se acerca lentamente, mete su mano derecha en una bolsa que carga en su brazo izquierdo, yo me preparo para sacar mi arma, le alcanzo a quitar el seguro cuando veo que la señora saca una cajita de color n***o, la extiende hacía mí y me dice: -        Tenga mi niña, lo necesitas más que yo. Mi inconsciente estira la mano para recibir la caja, mis ojos están fijos en ella, no tiene señales de ningún tipo, y tan pronto como mis dedos tocan la superficie de la caja siento su peso caer en mis manos, levanto la mirada para reprocharle a la anciana que casi se me cae al piso, pero ella ya no está. Genial, ahora además de los tres desaparecidos, tengo una Houdini, lo que me faltaba y ¿Qué es esta caja?, ¿Qué significa?. Intento abrir la caja pero parece hermética, un cubo rectangular de madera pintada de n***o y perfectamente pulida, me regreso a mi auto y pongo la caja sobre la silla del copiloto, vuelvo a cerrar la puerta y regreso por el mismo camino por donde vino la anciana, pero no veo a nadie más, poco a poco la calle va quedando iluminada solo por los postes del alumbrado público, esa luz naranja a tramos, blanca en otros, y en algunas partes titilante, dan la sensación de estar en medio de una película de terror, saco mi arma y la llevo apuntando hacia abajo mientras camino relativamente pegada a las paredes, cambio de carril y al terminar la calle me encuentro con el parque por donde se me escapó la figura vestida de n***o. Estoy a dos cuadras de la iglesia, y camino pegada a la pared opuesta al parque hasta llegar al punto donde una hora antes el sospechoso me disparó, entonces comienzo a seguir el camino que creo que tomó la figura misteriosa; entre más me adentro en el parque más oscuro se pone, el alumbrado no cubre ciertas zonas, entonces saco mi linterna de mano del bolsillo de mi chaqueta y comienzo a avanzar lentamente, llego hasta el borde de un canal de agua que atraviesa perpendicular el parque creando la razón del final de las calles colindantes al parque, entonces la voz de siempre me susurra que revisé el agua, por lo tanto apunto mi linterna al canal y allí enganchada en unas ramas, encuentro un pasamontañas n***o. Busco la forma más segura de acercarme al borde del canal sin caerme, me aferro con todas mis fuerzas a unas raíces de un árbol cercano, y después de estirarme un poco lo alcanzo, pero está totalmente mojado, lo cual no me sirve para determinar si hay saliva o algo así que pudiera servirme con los forenses, me alegro de estar sola, porque ya me imagino los comentarios que harían por lo aparatosa de mi posición para alcanzar lo que es una evidencia sin conexión, lo cual me mantiene en el mismo punto de avance, logro salir del canal cuando siento mi teléfono vibrar en el otro bolsillo de la chaqueta, lo saco y contesto con el aliento reducido por el esfuerzo del estiramiento, es Castillo: -        Hola Durand, ¿Dónde te metiste? -        Estoy en el parque debajo de la iglesia. -        ¿Qué haces por allá?, ¿En qué momento saliste de la oficina?, me dejaste haciendo el informe solo. -        No, no, ya en un rato voy para allá, me vine a ver si conseguía pistas de los desaparecidos. -        De acuerdo, ¿Has encontrado algo? Quiero decirle que sí, pero una pista tan pobre como un pasamontañas mojado, no es útil así que le miento. -        No, en realidad no, voy a ir a la ubicación de los suboficiales y regreso, espérame. -        Acá te espero, pero hagamos algo, te cambio la botella de aguardiente por una buena pizza, esto va para largo. -        De acuerdo, buscaré una que esté abierta y voy para allá. -        Gracias, te espero. Cuelgo la llamada y continuo avanzando por el borde del canal, a unos metros más adelante encuentro también una bolsa con un saco n***o, está escondido entre unos matorrales, así que la recojo y salgo del parque, escurro el pasamontañas y lo meto en la misma bolsa, la llevo al auto y la voy a poner en el piso del auto en la parte de atrás, cuando noto que la caja negra que puse en el asiento del copiloto no está, entonces me digo a mi misma que me estoy volviendo loca, o estoy muy cansada, esto no tiene ni pizca de lógica. Enciendo el motor y bajo dos cuadras más para alcanzar el punto donde desaparecieron los suboficiales, bajo lentamente por la misma calle del parque y al llegar a la ubicación señalada por los de comunicaciones me detengo nuevamente, allí son solo bodegas grandes todas apagadas, las luces de los postes afortunadamente funcionan bien, así que apago mi auto y salgo a la calle, está completamente desierta, busco por todas partes alguna señal o indicio que no haya visto el personal de Víctor y no parece haber nada, camino calle arriba y abajo con mi arma desenfundada y sin seguro, en caso que si algo me asusta no le dispare a nadie accidentalmente, después de recorrer la calle por segunda vez, me rindo y entonces noto algo justo al lado de mi auto. Me subo al carro, lo prendo y avanzo un par de metros el auto para que me dé la visibilidad necesaria al punto que me ha llamado la atención, entonces veo que hay una rejilla de cemento y en el borde del andén que baja, hay una mancha de algo que parece sangre. Apunto mi linterna a ese punto y trato de encontrar algo más, entonces veo que debajo de la rejilla algo n***o brilla con la luz de mi linterna, es probable que sea sólo basura, pero aun así quiero verificar. Me acerco a mi auto y del baúl saco una barra de hierro para hacer palanca, no tengo razón lógica para tenerla ahí, pero una vez la encontré en la carretera y me pareció útil tenerla, desde entonces solo ha estado guardada en mi maletero hasta hoy. Así que poniendo un extremo contra la rejilla de cemento, hago palanca contra el andén, forcejeo un poco y al cabo de unos segundos logro levantar la rejilla, entonces me agacho y meto la mano para agarrar la bolsa y veo que es más grande y pesada de lo que creía. Regreso la varilla a mi auto y me pongo un par de guantes, siempre tengo una caja a la mano, nunca se saben cuándo se necesitan, y regreso a la alcantarilla, reúno todas mis fuerzas  y agarro el nudo de la bolsa, entonces veo que aunque la logro mover, no la podré sacar, me detengo en el intento y medio agotada llamo a la estación, y solicito un personal de apoyo de los forenses, mientras tanto guardo mis herramientas, cierro mi auto y me siento de nuevo detrás del volante. Mientras espero pienso en la caja negra que debería estar en el asiento del copiloto, y mientras miro la veo materializarse frente a mis ojos, siento que estoy soñando, entonces me pellizco en la pierna y no, el dolor de mi propio pellizco es real. La tomo de nuevo y la miro por todas partes, parecería solo un trozo de madera pintado de n***o sino es porque cuando la sacudo suenan cosas golpeando las paredes, entonces pienso en que quiero abrirla y cuando la voy a dejar sobre la silla nuevamente, me doy cuenta que solo he movido la tapa…Se ha abierto…Dentro hay una cantidad de cartas con los mismo dibujos que vi más temprano cuando me crucé con la anciana la primera vez, saco las cartas y las cuento, hay setenta y ocho, unas están numeradas y las otras me recuerdan a las barajas de naipes, porque hay unas figuras con oros, otras con espadas, otras con corazones y unas imágenes que son como palos de árbol… la voz en mi cabeza me susurra…bastos… Así que lo he logrado, no sé qué es, pero son cartas con todas esas figuras, ordenadas misteriosamente de menor a mayor, y veinte cartas de esas numeradas del uno al veinte con números romanos y una carta sin número que es la que estaba de primeras, estoy absorta en mi auto, no sé cuánto tiempo ha pasado cuando las luces del auto de los forenses me destellan en los ojos, entonces tomo la tapa, guardo las cartas y cierro la caja, la guardo esta vez en mi guantera y abriendo la puerta para recibir a los recién llegados me bajo del auto. -        Hola, gracias por venir chicos. -        Buenas noches teniente, que gusto verla bien. –Me dice uno de los muchachos - -        Si gracias, ¿Por qué lo dice? -        Bueno, luego de lo de hoy, la capitán Cruz nos indicó que entre la lista de trasladados al hospital estaba su nombre y… -        ¡Ah sí!, sí, me enviaron al hospital pero ya me liberaron, se dieron cuenta que estoy bien, gracias. -        Eso es bueno mi teniente, cuénteme, ¿En qué somos buenos? – Me contesta el otro muchacho- -        Si gracias, es que me vine hasta acá porque estoy buscando a uno de mis muchachos y a dos suboficiales a cargo del teniente Castillo, y cuando ya me iba a ir, encontré algo que me pareció sospechoso, ya lo abrí, vengan a ver, es en la alcantarilla acá atrás. Camino hacia atrás de mi auto y ellos me acompañan, al llegar todos iluminamos con la linterna la bolsa de basura que está abajo. -        ¿Qué cree que sea mi teniente? -        Bueno, no lo sé, intenté levantarla, pero está muy pesada, por eso los llamé. -        No lo haya hecho con las manos descubiertas, ¿Verdad? -        No, tranquilo, no soy novata, usé guantes, mira. -Le muestro los que tengo en el maletero. -        De acuerdo, bien hecho mi teniente. Entonces entre ellos se miran y acuerdan levantar la bolsa a la vez, entonces después de un par de tirones, la bolsa está encima de la avenida, entonces cuando la abrimos, un olor a sangre inunda el ambiente lo que me provoca nauseas. -        Lo siento, no me acostumbro al olor. –Me excuso ante los forenses, ellos entonces se ponen tapabocas y cuando empiezan a sacar el contenido de la bolsa nos damos cuenta que son los cuerpos sin vida de los suboficiales desaparecidos, los doblaron y fracturaron de manera que cupieran en la alcantarilla. -        No hay problema mi teniente, nadie se acaba de acostumbrar nunca, pero esto es… -        Aterrador…-Termina el otro compañero. -        No lo entiendo, quien pudo hacer algo así, y ¿Por qué? –Pregunta el compañero que parece ser el más nuevo de los forenses. -        No lo sé, pero tenemos que averiguarlo. –Le respondo. Entonces ellos comienzan a realizar su respectivo levantamiento de la escena del crimen, al cabo de unos minutos más, tenemos toda una cuadrilla de policías forenses cerrando la calle y revisando de arriba abajo, y uno de los primeros muchachos en llegar me dice: -        Mi teniente, me da pena con usted, pero nosotros ya habíamos revisado ésta calle antes y no habíamos visto nada, así que como usted fue la que dio el aviso, en éste momento usted es la principal sospechosa, creo que debemos escoltarla a la estación. -        ¿De qué me estás hablando?, Ósea, yo estaba en la estación cuando todo sucedió, bueno, no sé cuándo los hayan matado a ellos dos, pero… -        Si señora la comprendo, pero es el protocolo. Respiro profundamente, no puedo creer mi suerte, aun así acepto y antes de poder subirme a mi auto le hacen una inspección con luces UV y me vacían mi auto frente a mi parte por parte. Luego me doy cuenta que de la guantera no sacaron la caja, entonces me pregunto si será que no la vieron o nuevamente habrá desaparecido, me ayudan a guardar nuevamente todo mientras yo vigilo y llamo a Víctor. -        Hola, oye, te voy a quedar debiendo la pizza, o pídela a domicilio -        No, ¿Cómo así?, con eso no se juega Durand, ¡Tengo hambre! -        Pues lo lamento por tu barriga, pero me acaban de detener por sospecha, he encontrado a nuestros amigos suboficiales, ya me van a escoltar hasta la estación. Necesito que me apoyes. -        ¿De nuevo Durand?, Te estás acostumbrando a.. -        ¡Ay mijito no me vaya a decir nada! Ya usted me debe bastantes favores, por favor ayúdeme en ésta. -        ¿Si te ayudo quedamos a mano? -        Nooo, me debes un favor menos, no me puedes cambiar mil favores por uno. -        De acuerdo, uno menos, pero tenía que intentarlo, vente y te espero en la puerta. Cuelgo la llamada y me subo al auto, espero a que los dos primeros muchachos que llegaron a la escena cuando los llamé, se suban al auto, entonces arranco mi auto y conduzco de nuevo a la estación.  
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