Luzbel sé introdujo en Cal con mucho cuidado, éste tras haber muerto, bajado al infierno y luego regresado, ya era capaz de sentir dolor de nuevo. Luzbel se percató de la expresión crispada de Cal y se detuvo para mirarle fijamente. - ¿Estas bien?. Le preguntó el ángel caído. Cal negó rápidamente. - Por supuesto que no estoy bien, ya sabes lo que pienso al respecto. Pero ya dale… antes de que cambie de opinión. Le contestó Cal. Luzbel le dió un beso muy suave y cargado de mucha ternura para distraerlo, fue entonces que se metió de golpe. Cal echó la cabeza atrás evidentemente incómodo y muy dolorido. - ¡MALDITA SEA! Luzbel, mejor tráeme la daga demoníaca y clávamela en el pecho. Gritó Cal. - Shhh… cállate, baja la voz… van a pensar que te estoy lastimando o algo así. Le dijo Lu