Durante la cena, todos los jóvenes parloteaban sin cesar respecto al carnaval que se celebraba en Estes una vez al año para conmemorar la purga de brujas y la recuperación de los niñ*s, prácticamente era una celebración para Cal.
Desde que Calisto había salvado a todos esos pequeños, el pueblo esteno le amaba mucho, además de que gozaban de una prosperidad y paz en todos los países, la gente estaba más que complacida ante la situación actual.
A la mayoría de las personas no les parecía importar el hecho de que tuviesen un Rey inmortal, o que a la vez estuviesen siendo gobernados por Clint cuando Cal no estaba, quién a consciencia del mundo éste era Luzbel.
Cal vivía en Fallhan, reinaba desde allá al resto de países con la ayuda de sus senescales.
- ¿Hellen?.
Preguntó Stanya.
- ¿Sí?.
Contestó la joven.
- ¿No te molesta que el festival célebre la muerte de brujas?.
Le preguntó la chica.
Hellen rápidamente negó.
- No, porque esas eran brujas malas. Yo soy distinta, yo nací siendo cómo soy y tampoco hago cosas malvadas.
Respondió ella.
Stanya esbozó una sonrisa.
- Por supuesto. Tu eres increíble.
Respondió ella muy orgullosa.
Hellen alzó la vista hacia Adrihel quien la miraba con los ojos entornados.
En ese momento Satska comenzó a dar manotazos y a mover frenéticamente los brazos.
Todos lo miraron sorprendidos y confundidos, Calisto comprendió que el muchacho se estaba atragantando.
- ¡Azazel!.
Dijo Cal.
De repente el ángel apareció a su lado y lo miró inquieto.
- ¿Que sucede?.
Preguntó.
- Satska se ahoga.
Le dijo Cal quién ya estaba sujetando al chico por la espalda.
Azazel miró alarmado al niño y fué rápidamente a ayudar a Cal.
Entre los dos lograron despejarle la vía aérea al chico y éste logró dar una bocanada de aire.
- Gracias tío Cal, gracias Azazel.
Dijo el niño con lágrimas en los ojos.
Cal y Azazel asintieron.
- ¿Estás bien?.
Le preguntó Stanya a su hermano al mismo tiempo que lo abrazaba con fuerza.
- Si... estoy bien.
Repuso él.
Faris fué a su encuentro mirando a su primo muy asustado.
- Pensé que morías...
Le dijo.
- Yo igual.
Contestó Satska.
Cal miró a Azazel y luego le dedicó una sonrisa.
- ¿Pudiste hablar con Jenna?.
Le preguntó en voz baja.
El ángel suspiró frustrado y luego le respondió.
- Sí... y ya te imaginarás la respuesta, según ella Karlf está enfermo. Le ofrecí mi ayuda pero ella se negó y me echó en cara la muerte de Altair. Le dije que tiene hasta el trece de agosto para la traerlo a tu presencia, me tomé la libertad de amenazarla en tu nombre, le dije que si no lo traía contigo, tú mismo irías a por él.
Le dijo el ángel.
Calisto no pudo evitar reír un poco ante la osada acción de su amigo.
- Está bien. Tal vez si le metemos un poco de presión me deje hablar con mi sobrino.
Le respondió Cal.
En ése momento entró Clint, iba ataviado en un sofisticado atuendo muy elegante color rojo sangre con incrustaciones de piedras escarlatas.
- Hola a todos.
Les dijo sonriendo.
Todos los presentes le miraron absortos debido al atuendo.
Cal lo miró de arriba a bajo con la ceja derecha alzada.
- ¿Y éso que estás vestido así?. Además ésa ropa te queda un poco grande...
Le preguntó Calisto mientras le daba un beso en la mejilla.
- Hoy es el carnaval y así iré vestido.
Contestó mientras daba una vuelta para que Cal tuviese una mejor vista del vestuario.
Todos los jóvenes rieron por lo bajo, Clint reparó en ellos y los miró molesto.
- Pareces una chinche.
Le dijo Azazel riendo, mientras los demás estallaban en carcajadas.
Cal no pudo evitar reír ante la observación de Azazel.
Clint le lanzó una mirada emponzoñada al ángel y luego le dió un codazo.
- Cállate... yo sé que me veo genial... además no iré cómo Clint...
Le dijo éste, mientras se retomaba su forma original y de repente la ropa ya no se le veía grande, si no que le quedó justa. Su flamante cabellera roja intensa y larga y su pálida piel blanca contrastaban con el rojo intenso del vestuario.
- Pero una chinche muy hermosa.
Le aseguró Cal.
Luzbel lo miró algo molesto.
- ¿Saben que? Jodanse todos.
Le dijo muy ofendido.
Ayra se acercó a él y le dió un tierno beso en la mejilla.
- Pues para mí luces muy guapo. No les hagas caso.
Le dijo ella en gesto solidario.
Luzbel la miró unos instantes y luego la abrazó.
- Por eso de entre todos estos cretinos tú eres mi favorita, mi niña.
Le dijo él.
- ¿Ven? yo soy su favorita.
Les dijo ella a los demás.
Todos rieron un poco.
- ¿Ya están listos para el carnaval?.
Les preguntó Clint.
- Claro...
Dijeron varios.
- Nosotras no. Concedan a éstas pobres jóvenes unos minutos para irse a retocar.
Les pidió Hellen.
Todos asintieron.
**********************************************
El bullicio era increíblemente alto, centenares de personas dejaban las calles atestadas, Cal se bajó del carruaje y observó a todas las personas al rededor de la plaza central.
Los edificios estaban adornados de rosas rojas y blancas con guirnaldas negras.
Todo el mundo iba vestido de muchos colores chillones, con máscaras de extrañas apariencias un tanto demoníacas.
Cal no pudo evitar sentirse incómodo ante aquellas máscaras, cómo cada año había evitado asistir a la celebración, pero ése año se lo había prometido a sus hijos.
Los jóvenes iban muy bien vestidos, atrayendo las miradas de las jóvenes que aspiraban a doncellas o incluso entre las demás jóvenes comunes.
Pero las que más llamaban la atención eran Hellen, Stanya y por supuesto, Ayra.
Ella había optado por usar un ajustado vestido rojo para hacer juego con Luzbel.
Azazel los apodó “Las chinches“, lo cual ocasionó la risa entre los demás.
Cal optó por ir todo de negr* y una capa púrpura.
Su largo cabello negr* lo llevaba peinado en una coleta de caballo muy alta y ajustada.
Y llevaba puesta su corona, no la fallhiriana, si no la estena.
Todo el mundo lo miraba emocionado y la gente se le acercaba para saludarlo o regalarle cosas.
Cal aceptaba todo muy agradecido y le iba pasando a sus soldados los obsequios de las personas.
Le acercaban pequeños bebés para que les diera un beso en la cabeza y después de un largo rato, Ayra comprendió el motivo por el cual, su padre no había querido ir antes.
Cal lucía harto y estresado, sin embargo no dejaba de sonreirle a las personas y saludarlas.
Estrechaba manos aquí y allá, abrazaba mujeres llorando de emoción al verlo y de cuando en cuando escuchaba alguna que otra queja y petición de alguno que otro ciudadano que buscaba su ayuda.
Cal apuntaba los pendientes en una hoja de pergamino que alguien le había acercado y apenas creía que ya había terminado cuando alguien más llegaba y empezaba a hacerle peticiones.
- ¿Por qué simplemente no les dice que lo dejen en paz y ya?.
Le preguntó Eros a Luzbel.
- Porque eso es lo que hace un Rey, al menos uno como Calisto. A su padre siempre le ha importado la felicidad de la gente, Fen es más o menos igual, sólo que él concierta fechas estipuladas para hacer las audiencias, sin embargo Calisto lo hace todo el tiempo.
Le contestó Luzbel.
Ayra comprendió que si quería que la gente la llegase a amar como a su padre, ella también debía hacer lo mismo.
Un soldado se les acercó y les dijo.
- Dice su majestad, que si gustan pueden irse adelantando. Que él les alcanzará en un rato cuando se desocupe.
Todos se miraron apesumbrados y asintieron con tristeza.
Ayra y Eros más que el resto.
A Eros le molestaba que su padre fuese así de famoso, no le gustaba tenerlo que compartir desde que era pequeño. Precisamente por que Cal era quien era no podía verlo todo el tiempo que él quisiera, además de que todo el mundo lo trataba diferente sólo por ser el hijo de Cal.
También estaba el hecho de que era una copia perfecta de su padre, todo el mundo lo confundía con él... y eso lo molestaba mucho, pero no decía nada por educación, pero sobretodo para no hacer sentir mal a Cal, el muchacho se bajó del carruaje intentando llegar a su padre, tratando de esquivar a los guardias que trataban de protejer la caravana real.
En éso se dió cuenta de cómo la gente comenzó a arremolinarse al rededor suyo e intentaba tocarlo y abrazarlo, empujando a los soldados.
- ¡Él no es Calisto II!.
Gritó Azazel tratando de alejar a la exaltada multitud.
Pero la gente no hizo caso.
Eros se cubrió la cara con la capa y se agachó entre él gentío.
Luzbel y los demás comenzaron a buscarlo nerviosos.
De repente un joven con una máscara de conejo hecha de porcelana se le puso en frente e inmediatamente se subió al carruaje.
- Soy yo, Eros.
Le dijo una vez dentro.
Luzbel sonrió aliviado, mientras la gente lo buscaba por todas partes.
- Aquí quédate y no te separes de nosotros.
Le ordenó.
Ayra pudo ver los ojos de Eros atraves de las ranuras de la máscara y pudo notar la incomodidad de su hermano.
- Creo que no fué buena idea haber venido.
Le comentó Faris a Josna.
El joven asintió, mientras se bajaban de los carruajes más adelante y se acercaban a sus asientos en unas gradas apartadas del resto de las personas que estaban reservados para la familia real, y en medio de la plaza, se hallaba un escenario para la función que iba a darse en media hora.
El show ya había comenzado y los jóvenes buscaban a Calisto por todas partes, sus sobrinos miraban a todos lados, Hellen estaba de pie tratando de encontrar a su padre y Josna aguardaba al pie de las escaleras, Eros suspiró profundamente triste, mientras Ayra se mostraba demasiado ansiosa.
Luzbel al percatarse del estado de ánimo de los jóvenes decidió ir por Cal.
- Esperen aquí y no se muevan.
Les ordenó para después desaparecer.
Al cabo de unos segundos reapareció con Cal, éste lucia estresado y fatigado.
Al ver a sus cuatro hijos y sobrinos se enderezó y esbozó una radiante sonrisa.
Ayra al igual que el resto repararon que Cal, debía de tener muy bien ensayada esa expresión a pesar de estar pasándola mal.
Definitivamente Calisto sí era un muy buen actor.
- Bien... ya estoy aquí...
Dijo Cal mientras tomaba asiento y miraba a todos los muchachos sonriendo.
Los jóvenes asintieron nerviosos y entonces centraron su atención en los músicos quienes ya comenzaban a tocar.
Ayra comprendió una cosa... Su padre llevaba puesta una máscara permanente y era evidente que nadie conocía su verdadero rostro, habían dos rostros del Rey.