Capitulo Once

1850 Words
Actualidad Manson Observo todo a mi alrededor como ojo crítico, no hay momento en que no esté alerta de la presencia de todas las personas. Dejo escapar un suspiro de cansancio mientras espero sentando con un vaso de whisky en mi mano. El bar del hotel no es muy transcurrido entre semana, esa es la razón por la que no hay muchas personas bebiendo. Debe ser que tienen sus obligaciones, soy yo quien está completamente desocupado. Hay que disfrutar un poco de la vida, si es que a eso puedo llamarle vida. El caso es que estoy aquí por gusto y no por obligación. —¿Esperaste mucho? —susurra una voz femenina a mi espalda al mismo tiempo que tapa mis ojos. ¿Acaso no puede ser más cliché? Tomo sus manos apartándolas con un poco de cuidado. Doy media vuelta en el taburete quedando cara a cara fingiendo una sonrisa. No suelo describir a las mujeres, pero esta bella mujer frente a mí es lo más cercano a mi falso paraíso. Su cabello es largo y castaño con algunos rayos rubios. Cada vez que la veo lleva un vestido pegado a su cuerpo resaltando su esbelta figura, estoy seguro de que la mitad de ella es cirugía, pero no me quejo. —Solo veinte minutos. —No pienso mentir. Sonríe al mismo tiempo que se muerde el labio inferior, esos labios rojos que me recuerdan a una persona. ¿Por qué se parecen tanto?, no puedo ser falso, estoy con ella porque se parece a su recuerdo más que con cualquier mujer con la que haya estado. —Mi vuelo se retrasó. —No me estoy quejado. —Señalo el asiento frente a mí—. ¿Cómo estuvo? —no es que me interese mucho, pero tampoco voy a ser un malvado. Hace una mueca apenas notable. —Agotador. —Se da cuenta de su error, por lo que pone una sonrisa de depredadora pasando sus manos por mi brazo—. Pero nada que un buen baño de espumas no resuelva. Ahí está la invitación, pero por desgracia debo declinarla. El baño de espumas es algo íntimo que no pienso compartir con ninguna mujer que no sea con la que me vaya a casar, si es que algún día eso sucede. No hago cosas muy íntimas que me involucren emocionalmente. —¿Para qué me querías ver? Sé cuál es la razón, pero ahora no tengo conversación. —¿Acaso no puedo ver al hombre que me hace tener millones de orgasmos? —cuestiona como gacela desvistiéndome con la mirada. No me importa que lo haga, prefiero que sean directas. —Aja. —Bebo un poco del trago que hay en el vaso. —¿Por qué tan distante? —Falta una semana para finalizar el año. —Le recuerdo. Sé que es estúpido de mi parte, pero no suelo viajar cuando estamos en temporadas, me gusta compartir y ver la vibra que tiene la familia Fonseca Ferreiro, quizás cada uno tenga su hogar, pero son unidos, comparten como una familia, nunca dejan solos a los patriarcas y se siente bien ser parte de algo. No pensarán que me vería con una mujer en mi ciudad natal menos una mujer como Nicolle. Ella es buena en lo suyo, pero soy consciente que no es mujer para presentar a la familia menos cuando tiene un anillo en su dedo anular. —No hay mejor ocasión para vernos. —¿Quién lo dice? —Yo, cariño. —Pone su mano encima de la mía—. ¿Hace cuanto que no nos vemos? —Nicolle… —Te extrañé. —Yo no lo hice—. ¿Vamos a la habitación? Termino de beber el contenido del vaso, luego de pagar nos marchamos a la habitación. ¿Por qué esperar? A lo que vinimos. No tenemos una relación formal y mucho menos exclusiva, cada quien, con su vida, pero sí me puedo dar el antojo de disfrutar de su piel. La mejor parte de la noche es cuando se quita ese vestido, su piel es cubierta por un baby doll de encaje rojo, en sus piernas lleva dos ligeros que son tan tentadores para mí. Quiero que mi boca los arranque uno por uno mientras dejo mordiscos suaves por toda su piel. Ya lo dije, es una mujer sensual. —¿No ibas a tomar un baño? —cuestiono desabotonando mi camisa. Lo que me ha hecho durar tanto con esta mujer es que sabe lo que quiere. Y sí, soy de esos hombres que le gustan las mujeres seguras de sí misma. Nicolle se muerde el labio al mismo tiempo que camina acercándose a mí. —Prefiero la diversión. —Susurra terminando de quitar mi camisa. Emma Observo a las personas pasar por medio de la ventana de vidrio. En mi mano hay una taza de té y en la otra hay una revista. Parte de las ventanas están empañadas por la nieve que cae en las calles. Muchas de las personas que pasean se encuentran envueltos en chaquetas, hay de todo tipo de personas, niños que gritan emocionados por su primera nieve, padres deseos de que sus hijos nazcas, abuelos viendo a su familia crecer, jóvenes enamorados. Imagino que tendrán planes a futuros y que también imagino que la vida misma se encargara de enseñarles que el amor es una mierda o quizás la mierda son las personas con las que nos encontramos. Dejo salir un suspiro mientras inhalo un poco del humo del té. Intento pensar en otra cosa, pero lo único que pasa por mi mente es que estoy oculta con un gorro de nieve, unas gafas oscuras y mi típico estilo de tendencia. Diría que me siento orgullosa de mis logros, pero hay cosas de las que me arrepiento por no hacerle caso a mi cerebro. —¿En qué piensas? —pasa su mano frente a mí intentando llamar mi atención—. Parece que estuvieras en otro lugar. —Estoy afuera de la cafetería. —Suelto señalando con la cabeza afuera. No hay necesidad de mentir que su presencia no me hace bien. Ella ignora lo que quise decir como siempre, muy típico de lo que somos ahora. —¿Cuáles son tus planes para mañana? —cuestiona bebiendo su café sin azúcar tal como siempre lo ha tomado durante su vida. Aparto la mirada de la ventana. Recuerdo cuando simplemente era una mortal más que podía salir y nadie se fijaba en mí o por lo menos no todos. Ahora es incluso imposible salir a tomar una taza de té. En ese tiempo quería ser una celebridad que la prensa buscara todo el tiempo para tomarle fotos y sus fans le pidieran autógrafos, no soy una estrella (actriz o cantante), pero si hago arte y hoy en día logre lo que quería, pero… todo es distinto a como lo pensé. Es lo que conlleva algunos sueños que poco a poco se van deteriorando porque dejan de ser sueños convirtiéndose en obligaciones. A veces es bueno especializarte tomando en cuenta tu pasión, pero a veces no es bueno porque poco a poco le vas perdiendo el sentido, la pasión. —Estaré en mi taller. Quizás luego vaya a casa y vea alguna serie, pero ella no necesita saberlo, tampoco creo que le importe, nada más está sacando tema de conversación. ¿Dónde quedo aquella persona tierna? —¿Acaso no tienes vida, hermana? —cuestiona preocupada. Es el mismo tema de siempre. —Esta es mi vida. Sacude la cabeza en negación. —El trabajo no es vivir. Créeme que lo sé mejor que nadie, pero esto es a lo que me he acostumbrado. Soy yo la que debo labrar mi vida para poder vivir, no dependo económicamente de una pareja para estar en casa o tener planes de ir al spa cada fin de semana. Mi vida se basa en trabajar y pasar un poco de tiempo con mi hija. —Díselo a tu esposo. —Suelto con sarcasmo tomando un poco de mi taza de té. Mina rueda los ojos, no puede evitar verme con molestia. —No es trabajo, es su amante que acapara su tiempo. En situaciones como la que vive mi hermana agradezco al cielo porque mi familia me diera la espalda aquel día. Una vez lo dije, hoy lo repito, prefiero vivir en una alcantarilla que soportar todo lo que ha soportado Mina. ¿A qué costo ha aguantado tanto? ¿Por qué lo sigue haciendo? Charles ya no vive. —Y tú lo soportas. —Suelto con ironía. No la culpo, pero ella debe saber que vivimos en una época donde las mujeres tenemos el poder de decidir en nuestra vida. No somos una cultura como la que Charles nos obligó a vivir desde que éramos niñas. Baja la cabeza mirando su vaso como si aquello la avergonzara. —¿Y qué hago…? —cuestiona frustrada—. Tengo tres hijos. Ahí está el problema. Esto no solo le pasa a mi hermana. Millones de mujeres piensan que porque tienen hijos no pueden dejar a su pareja y salir adelante por ellas misma. Lo sé, es fácil decirlo, hacerlo no, pero si no lo intentamos jamás sabremos lo guerreras que somos. —Marc es todo un hombre que se puede defender por sí solo. —Le recuerdo—. Laurent estoy segura de que pronto se irá a una universidad, terminara su carrera y se quedará en el lugar donde pueda ejercer, entonces te quedaras sola con Bastián hasta que él decida marcharse. ¿Vale la pena soportar tanto? Por suerte Mina no volvió a quedar embarazada, lo que ha sido motivo de problemas con su esposo, sí, Raphael, quiere más hijos. Los ojos de mi hermana se llenan de lágrimas mientras lleva la mirada a la ventana. —No tienes que recordármelo. —Habla ladeando el rostro para verme a la cara. —Necesito hacerlo o cuando te des cuenta estarás sola y demasiado mayor como para que puedas rehacer tu vida. Con rehacer su vida no me refiero a que se vuelva a casar, con rehacer su vida me refiero a realizarse como mujer. Sé que tuvo sueños que dejo por hacer la voluntad de Charles, es momento de que empiece a vivir su verdadera vida. Suelta una risita irónica. —Mira, quien lo dice. Aparto mi mano de la taza de té poniendo las dos en la mesa. Entiendo muy bien a lo que se refiere, no soy digna de decir que viva su vida porque después de que firme el divorcio me concentre en trabajar, pero la vida me volvió a golpear cuando me enteré de que estaba embarazada, por suerte conté con el apoyo de una extraña que ahora es una de mis más grandes amistades. El caso es que me concentre en trabajar para costear todo lo que tenga que ver con mi hija, que cuando me di cuenta los años vinieron y solo fuimos mi hija y yo.
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